Contra la mundialización capitalista

 

Las mujeres abren el camino *

 

Por Susan Caldwell *

 

Cantando y gritando, miles de mujeres se manifestaron en 159 países durante las segunda y tercera semanas de octubre. Aunque ignorada por los medios de casi todos los países, la Marcha mundial de las mujeres contra la pobreza y la violencia fue un éxito completo. El 15 de octubre en Washington más de 20.000 personas se manifestaron, de ellas 2.000 mujeres y hombres provenientes de otros países. En New York alrededor de 10.000 mujeres y hombres de cerca de 100 países se concentraron ante la sede de las Naciones Unidas, simbolizando la Marcha mundial de las mujeres por todo el planeta. Entre las delegaciones se notaba un contingente importante de mujeres de Europa, reforzadas por el éxito de la Marcha de las mujeres europeas, que había reunido a 35.000 personas en Bruselas el 14 de octubre. Había también 250 mujeres mexicanas venidas en una columna de coches, algunas de ellas desde Chiapas. Se notaba también la presencia de 50 japonesas, de un gran contingente de representantes de las naciones americanas originales y de los grupos de mujeres de Africa, Asia y Medio Oriente.

 

El conjunto representaba a la vez la ola de movimientos de liberación de los años 70 y las nuevas generaciones de mujeres en lucha contra la pobreza y la violencia, movilizadas contra la mundialización capitalista neoliberal. Tomaron parte en las movilizaciones de Seattle, de Washington, de Melbourne, de Praga y ahora hacen resurgir el impacto específico de la mundialización neoliberal sobre las mujeres. Dos características importantes y nuevas han marcado esta Marcha de las Mujeres 2000 contra la pobreza y la violencia: las que se sumaron a ella aceptaban una plataforma radical contra el patriarcado y contra la mundialización neoliberal; además casi todas habían tomado parte en el proceso organizativo en curso desde hace años, que ha generado las acciones simultáneas en numerosos países y la marcha a Nueva York.

 

Centrada en la "cara femenina de la pobreza", la plataforma de la Marcha de las mujeres 2000 exigía la abolición de la deuda del “Tercer Mundo" y rechazaba los programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). Subrayando el lazo entre la pobreza y la violencia contra las mujeres, la plataforma señalaba también que numerosos países ricos prosiguen políticas y aplican leyes patriarcales, lo que perpetúa la violencia que sufren las mujeres. La Marcha Mundial de las mujeres exige así que la ONU y sus estados miembros tomen medidas concretas para poner fin a la pobreza y a las diferentes formas de violencia contra las mujeres. Exige el respeto real de los derechos de todas las mujeres, cualquiera que sea su origen, su orientación sexual, su estatus cultural o social.

 

Es ahí donde aparece una de las ambigüedades de la Marcha de las Mujeres 2000. Mientras que su plataforma es bastante radical, su estrategia no ha zanjado claramente sobre el papel de las instituciones internacionales como la ONU y la política a adoptar hacia ellas. Oscila entre una actividad de lobbying hacia gobiernos y diferentes instituciones nacionales e internacionales de un lado y la imposición de los cambios a través de la construcción de relaciones de fuerza por el otro. Esto deriva del origen de esta Marcha iniciada por la Federación de las Mujeres de Quebec (FFQ) tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre las mujeres de Pekin en 1995: la red original de la iniciativa era la de las ONGs femeninas presentes en Pekin y en la Conferencia paralela de Huairou en las que la estrategia del lobbying era ampliamente compartida.

 

Renacimiento de la esperanza.

 

Sin embargo, bajo el impacto del éxito de la Marcha de las Mujeres por el pan y las rosas en Quebec en 1995, la FFQ había tomado conciencia de que los gobiernos tienen más en cuenta acciones públicas y movilizaciones de masas. Además la ampliación progresiva de la red a los movimientos populares y feministas a nivel internacional contribuyó, a lo largo de toda la campaña, a reforzar esta conciencia y a estimular la reflexión estratégica en el interior del movimiento. Así la Marcha Mundial de las Mujeres llegó al fin de la campaña a dirigirse a las instituciones financieras como el FMI y el BM exponiendo su plataforma, que señala claramente a su política como la fuente de los problemas denunciados por las mujeres, sin ser engañadas por las tentativas de maquillaje "de género" de los proyectos de desarrollo o por la invitación al "diálogo constructivo" por parte del BM.

 

Respetando las diferencias nacionales e intentando operar por una vía democrática, la FFQ se ha mostrado capaz de crear las condiciones para elaborar una plataforma internacional, animar el desarrollo de las estructuras unitarias nacionales y mantener a través de un trabajo constante de comunicación la coordinación entre una miríada de iniciativas locales que culminaron a nivel internacional.

 

El impacto mismo de la mundialización neoliberal ha llevado a unificar las reivindicaciones:

 

· las mujeres del "Primer mundo" han visto sus conquistas de los años 70-80 erosionarse mientras que las restricciones de los servicios sociales provocaban a la vez el paro y el aumento de su carga de trabajo.

 

· Las mujeres del "Tercer Mundo" han visto el efecto devastador de los planes de ajuste estructural impuesto por el FMI y el BM, que han conducido a una verdadera supresión de los servicios públicos de salud y educación, al aumento de las tasas de mortalidad infantil y maternal y al resurgimiento de enfermedades antes controladas, como el cólera y la tuberculosis.

 

· Las mujeres de las regiones desgarradas por la guerra han sido a la vez víctimas de las violencias de los soldados enemigos y reducidas a un estatuto de refugiadas en los campos. En la Marcha de las Mujeres en New York, seis mujeres que venían de países en guerra (Afganistán, Colombia, Kurdistán, Palestina, Ruanda y Yugoslavia) presentaron con mucha emoción y gran fuerza de convicción los efectos particulares de tales conflictos sobre las condiciones de las mujeres y los niños. Denunciaron la industria de la muerte que representa el comercio de las armas y de otros tráficos. Las mujeres de 159 países se han organizado y han actuado en la red de la Marcha mundial de las mujeres 2000 contra la pobreza y la violencia.

 

Alrededor de 5 millones de firmas han sido recogidas a través de todo el planeta y presentadas a las Naciones Unidas para apoyar dos reivindicaciones: la eliminación de la pobreza y la de la violencia contra las mujeres. En varios países se llevaron a cabo acciones a favor de reivindicaciones específicas –desde la de un salario mínimo garantizado hasta demandas de presupuestos para centros de mujeres o para la educación de las jóvenes. Pocas, cuando no ninguna, de estas reivindicaciones han sido satisfechas. Pero las mujeres han podido convencerse de su capacidad de organizarse colectivamente y han sentido la fuerza de su solidaridad colectiva.

 

Se ha tomado ya la decisión de mantener la red organizativa de la Marcha mundial de las mujeres, para discutir su balance y perspectivas para las futuras acciones.

 

Las corrientes feministas revolucionarias tienen un lugar en estas discusiones y en la organización de la red, a la vez para que su plataforma adopte definitivamente la defensa de los derechos de las lesbianas y reivindique explícitamente el derecho universal al aborto libre y gratuito, para ayudar a superar las secuelas de la estrategia lobysta y para ayudar a vencer las ilusiones sobre la capacidad de las instituciones nacionales e internacionales de autoreformarse.

 

Se tratará también de reforzar las convergencias con el movimiento de contestación de la mundialización capitalista y de hacer allí oir la voz de las feministas a fin de que ese movimiento integre las dimensiones sociosexuadas en sus reivindicaciones. Esto pasa por la presencia orgánica de estructuras feministas como puede ser la marcha mundial de las mujeres a nivel internacional. El refuerzo de la red internacional, en particular asociando a ella más organizaciones populares en todos los países, planteará de nuevo la cuestión de una estructuración más democrática y más representativa. Con la removilización de las feministas de los años 70 y 80 y la participación de las jóvenes de la "generación Seattle", hay un nuevo lugar para el renacimiento de la esperanza. Las nuevas generaciones de mujeres son a menudo espontáneamente anticapitalistas debido a su oposición a la mundialización neoliberal y al mismo tiempo, habiendo crecido en el período marcado por las conquistas del movimiento de las mujeres, están espontáneamente opuestas al patriarcado. Así el resurgimiento del movimiento de liberación de las mujeres está al orden del día.

 

* Este artículo aparecerá en el próximo número de la revista Viento Sur, publicación de la Izquierda Alternativa del Estado español. http://www.nodo50.ix.apc.org/viento_sur/home.htm

 

* Susan Caldwell, militante feminista canadiense, es enseñante en Montreal.