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Banco mundial/FMI: mas de medio
siglo Ya Basta!
Bretton Woods: nacimiento del FMI y
del Banco Mundial
El 30 de
junio de 1944, a la tarde, dos trenes especiales salieron de Washington y
Atlantic City. Estaban repletos de caballeros bien vestidos (había pocas
mujeres). Hablaban un gran número de lenguas europeas, tantas que los
periodistas locales bautizaron la procesión como "la Torre de Babel
sobre ruedas".
Su
destino era la localidad de Bretton Woods, situada en las pintorescas montañas
de New Hampshire. Debían asistir a la Conferencia Monetaria y financiera de las
Naciones Unidas.
Este encuentro
de 44 países había sido impulsado por el presidente Flanklin D. Roosevelt. El
objetivo era establecer las reglas de un nuevo orden económico internacional
para la postguerra.
La
sesión inaugural de la Conferencia tuvo lugar en el gran salón del hotel
Washington que podía fácilmente albergar centenares de delegados.
Henry
Mongenthau, Secretario del Tesoro de los Estados Unidos y presidente de la
Conferencia, leyó un mensaje de bienvenida de Roosevelt. El discurso de
apertura de Morgenthau dio el tono de la reunión y de hecho, encarna su
espíritu. Encaró "la creación de una economía mundial dinámica en la
cual los pueblos de cada nación tendrán posibilidad de realizar sus
potencialidades en paz y de gozar mas de los frutos del progreso material en
una Tierra bendecida por riquezas naturales infinitas."
Puso el
acento sobre "el axioma económico elemental que la prosperidad no tiene
límite fijo. No es una sustancia finita que se la pueda disminuir
dividiéndola". Y concluyó así: "El chance que se nos ofrece ha
sido adquirido con sangre. Hagámosle honor mostrándole nuestra fe en un
porvenir común".
Los 700
delegados se levantaron mientras la orquesta tocaba "Star Spangled
Banner" (bandera adornada de
estrellas).
Este
discurso consensuado disimulaba los ásperos debates que discurrían desde hacía
meses entre los jefes de las delegaciones británicas (Lord J. M. Keynes en
primer lugar) y norteamericana (H. Morgenthau). Los Estados Unidos querían
asegurar definitivamente su supremacía en el mundo con relación a los
británicos. El debate entre norteamericanos y británicos había sido lanzado
desde antes de la entrada en la guerra de los Estados Unidos. W. Churchill
había declarado al presidente Roosevelt: "Pienso que Ud. anhela abolir
el Imperio Británico (...) Todos sus dichos lo confirman. A pesar de ello,
sabemos que ustedes son nuestra única esperanza. Y ustedes saben que nosotros
lo sabemos. Sin Estados Unidos, el Imperio Británico no podrá mantenerse" (citado
por George y Sabelli, 1994, p. 31). Los Estados Unidos realizaron su objetivo y
las propuestas que J. M. Keynes defendió en Bretton Woods, aunque alabadas,
fueron dejadas a un lado por H. Morgenthau.
La
redacción de los estatutos del Fondo Monetario Internacional ocupa casi exclusivamente
las primeras semanas de reunión. Sus disposiciones estaban igualmente en
discusión desde hacía meses. El primer objetivo de los Estados Unidos estaba
concentrado en poner en pie un sistema que garantizara la estabilidad
financiera de la postguerra: Nunca más devaluaciones competitivas, de
restricción de intercambios, de cuotas de importaciones y todo otro dispositivo
que ahogue el comercio. Los Estados Unidos querían el libre intercambio sin
discriminación respecto a sus productos -en momentos en que era el único país
del Norte en disponer de excedentes de mercancías. Seguidamente buscaba un
clima favorable a sus inversiones en las economías extranjeras y, finalmente,
el libre acceso a las materias primas, acceso bloqueado precedentemente por los
imperios coloniales europeos.
El Banco
Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo, llamado por otro nombre
Banco Mundial, era una institución sin precedentes. Su estructura fundamental,
tal como fue elaborada en los Artículos de su Convención, continua igual.
Las
metas principales del banco eran de "llevar asistencia a la
reconstrucción y el desarrollo a los territorios de las naciones miembros,
facilitando la inversión de capital con
una meta productiva" y "de promover un crecimiento equilibrado
del comercio internacional a largo plazo..." (artículo I).
En
principio, la más alta instancia del Banco es el Buró de los Gobernadores,
estando cada país representado por un gobernador. Los gobernadores del Banco (y
del FMI) son habitualmente los Ministros de Finanzas o los presidentes de los
Bancos Centrales de las naciones respectivas.
Teóricamente,
los gobernadores eligen al presidente del Banco pero, en la práctica, el
presidente ha sido siempre un ciudadano de los EUA y éste es elegido por el
gobierno de los EUA, habitualmente por el Ministerio de Finanzas (Treasure
Department), en tanto que el jefe del FMI es tradicionalmente un europeo. Las
reuniones anuales entre el Banco y el FMI son la ocasión donde todos los
gobernadores de las dos instituciones se encuentran.
Si se
considera el funcionamiento de estas instituciones día a día, la mayoría de los
poderes de los gobernadores son delegados al Buró de Directores Ejecutivos. En
su origen, había 12 directores ejecutivos en el Banco representando los 44
miembros fundadores.
La carta
del Banco prevé que los cinco accionistas más grandes del banco nombre, cada
uno, su propio director ejecutivo; el resto de los directores representa cada
uno a numerosos países y es elegido por esos países. Como el Banco posee nuevos
miembros (en 1997, 180 en total), el número de los directores ejecutivos ha
aumentado hasta 24. El poder de su voto depende proporcionalmente al dinero que
los países miembros que él representa vuelcan en el Banco.
El voto
del los EUA, al inicio, equivalía al 36%, pero ahora él se retrotrajo al 17,5%.
En 1997, los diez países industrializados más ricos controlaban el 52% de los
votos. Por su lado, 45 países africanos no disponen de conjunta mas que el 4%
de los votos.
Los
directores ejecutivos residen en Washington, se encuentran frecuentemente (al
menos una vez por semana) y deben aprobar cada préstamo y lo principal de la
política del Banco. Las decisiones corrientes del Buró Ejecutivo requieren una
mayoría simple de votos, pero todo intento de cambiar los artículos de la Carta
Constitutiva requieren la aprobación de al menos 3/5 de los miembros y del 85%
de total de acciones de votos (esto significa que los Estados Unidos con 17,5%
de voz tiene un derecho de veto sobre todo cambio de estatuto).
Los
inicios del Banco mundial:
El
Plan Marshall contra el Bm
Destinado
por Keynes en su aspecto "Reconstrucción" a ser la institución
en condiciones de prestar capitales a los países que habían sido "devastados
por la guerra para permitir recomponer sus economías arruinadas y de reemplazar
los medios de producción perdidos o destruidos", se entendía con ello
que las actividades del Banco, al principio, se concentraban en la
reconstrucción europea y que su función mas importante era la de garantizar las
inversiones privadas. Se pensaba que los préstamos directos serían, cuando
menos, una actividad secundaria.
Pero el
Banco, por voluntad de los Estados Unidos, no tuvo prácticamente participación
en la reconstrucción de la Europa de postguerra. Es el Plan Marshall, puesto en
pie por los Estados Unidos solos, quien cumplió su rol. El Banco destinó
solamente cuatro préstamos a la reconstrucción por un total de 497 millones de
dólares, en tanto que el Plan Marshall había transferido 41,3 mil millones de
dólares.
Como
agencia de reconstrucción, el Banco encalló entonces. En una Europa desgarrada
por la guerra, había necesidad, no de préstamos para proyectos específicos a
interés que precisaban una larga preparación, sino de líquidos de rápida
concesión y préstamos brindados a interés muy bajo o nulo: ellos deberían ser
utilizados para sostener la balanza de pagos y también para las importaciones
de productos básicos cuya necesidad era desesperante.
El
objetivo último del Banco estaba también descripto en sus estatutos como el
"desarrollo de los recursos productivos de los Estados miembros,
contribuyendo para la mejoría, en sus territorios, de la productividad, el
nivel de vida y las condiciones de los trabajadores".
Después
del fracaso de la fase "reconstrucción", el Banco puso el acento, en
las décadas siguientes, en la segunda condición de su nombre, la condición
"desarrollo". Pero como él está enteramente bajo el control de las
principales potencias capitalistas, su concepción de desarrollo nunca tuvo nada
que ver con proyectos que combinaran la emancipación de los pueblos del Tercer
Mundo y un desarrollo social equitativamente repartido. Los diez países
capitalistas más industrializados han poseído siempre en conjunto mas del 50%
de partes del BM, lo que les da un mismo porcentaje en cuanto a votos en caso
de tener que votar una orientación. Caso extremamente raro por no decir
inexistente: las principales potencias capitalistas prefieren los compromisos.
Para
financiar el desarrollo, el BM realiza préstamos a los Estados. La forma de los
préstamos evolucionó con el transcurrir del tiempo. Pero un elemento clavo no
ha cambiado: el BM no renuncia jamás a hacerse reembolsar un préstamo.
Después
del 1955, el espíritu de la Conferencia de Bandoeng sopla sobre una gran parte
del planeta. Ella se hace enseguida de la derrota francesa en Vietnam (1954) y
precede la nacionalización del canal de Suez por Nasser. Vienen luego las
revoluciones cubana (1959) y argelina, el relanzamiento de la lucha
emancipadora de Vietnam,... En una parte creciente del Tercer Mundo se nota una
tendencia a la substitución de importaciones, al desarrollo de los mercados
interiores. Los dos fenómenos tienen por efecto una disminución parcial del
grado de dependencia respecto a los países capitalistas más
industrializados. Es la ola de los regímenes nacionalistas burgueses que
introducen políticas populistas (Nasser, Nehru, Perón, Goulart, ...) y de los
regímenes revolucionarios (Cuba, China Popular).
Los
proyectos del BM tienen un fuerte contenido político: refrenar el desarrollo de
movimientos antiimperialistas inspirándose en las experiencias de Corea del Sur
y de Taiwan. Pero en esta época, los medios financieros que disponía el BM eran
relativamente pocos. El potenciamiento de su poder financiero vendrá mas tarde
bajo el presidente Robert McNamara (1968-1981).
En materia de desarrollo, el
Banco Mundial interviene con un fuerte contenido productivista: la revolución
verde de los años 60 que apuntaba oficialmente a aumentar la producción
agrícola de los países del Sur para satisfacer las necesidades alimenticias de
las poblaciones locales, tendrá consecuencias desastrosas sobre el medio
ambiente y aumentará progresivamente la dependencia de los países que la
aplicar respecto a las multinacionales agroindustriales.
Gobiernos
nacionales e instituciones de la comunidad internacional crearon centros en
Filipinas (por Asia) y en México (por América Latina) cuyos objetivos eran
investigar y seleccionar variedades de cereales con rendimientos elevados.
Estas variedades deberían permitir asegurar las necesidades alimenticias de las
poblaciones de estos países con el pretexto de que, visto el desarrollo
demográfico, los cultivos tradicionales no estaban mas a la altura de la
demanda. De ahí la "revolución verde".
Esta
revolución no es hecha por el pueblo, sino que le es impuesta. En la India la
ocasión fue dada por la sequía de 1965. Los gráficos de la producción agrícola
hindú indicaban un crecimiento continuo de la producción alimenticia, salvo en
1965 donde una pequeña disminución señala esta sequía. La India pide una ayuda
alimentaria limitada a los Estados Unidos. Pero el hecho fue explotado
para imponer un conjunto de técnicas no durables en el sentido ecológico. En
efecto, desde los inicios de los años 60, los capitalistas estaban prestos a
promover una agricultura "química" de exportación intensiva. El Banco
Mundial pretendía haber salvado a la India de la hambruna. Lo que es falso:
India, si bien no exportaba producción agrícola, realizaba una producción de
cultivos alimenticios suficientes para asumir su autosubsistencia. En este
aspecto, es interesante recordar que la gran hambruna de Bengala en 1943 (entre
2 y 3 millones de muertos) fue debida no a una falta de comida sino al alza de
los precios de los artículos alimenticios provocado por la inflación debida al
esfuerzo de guerra y a la especulación.
Vandana
Shiva denuncia claramente la "revolución verde" como el proceso que
trastornó el equilibrio secular del país. Para ella, es falso pretender que las
estructuras tradicionales eran y son aún incapaces de resolver el problema de
la demanda alimenticia. Sostiene con argumentos fundamentados, que el verdadero
problema que tienen los países del Tercer Mundo es el problema del reparto de
la tierra y la redistribución de la riqueza.
La
"revolución verde" es, de hecho, la herramienta usada por las
multinacionales agroquímicas para resolver este problema, a su provecho, por la
tecnología y la ciencia, pero sobre todo, sin tocar la estructura social de la
tierra, dicho de otro modo, sin realizar la reforma agraria. Vandana Shiva
explica que con el desarrollo de la "revolución verde”, las estructuras
tradicionales comunitarias se transformaron en dependientes de una tecnología
que ellas no controlan y que ellas no desarrollaron. Al contrario, esta llamada
revolución abre una vía real a la estrategia de las multinacionales.
Las
simientes que las industrias agroalimentarias de los países del Norte y
principalmente los Estados Unidos, han impuesto a países como la India, si se
consideran en el corto plazo obtienen rendimientos importantes, mas si se
observan en el curso del tiempo, éstos son desastrosos a varios niveles.
Ya desde
un comienzo estas simientes precisan el respaldo de importantes elementos, que
hay que comprar: abonos químicos, pesticidas, herbiucidad, etc., ya que las
variedades de arroz impuestas están genéticamente programadas para degenerar
luego de una generación.
Seguidamente,
si se compatibiliza su costo, sus realizaciones no son mejores que las
procuradas con la ayuda de las simientes seleccionadas y mejoradas de la forma
tradicional, al contrario. Y tienen contras además, la dependencia instaurada
es evidente (dependencia frente a la mecanización y a los fertilizantes, todos
proporcionados por las industrias del Norte).
Por otro
lado, la "revolución verde" engendró otras consecuencias nefastas: se
realizó en detrimento de los bienes comunales (pastizales, montes...). Provocó
un marcado empobrecimiento de la biodiversidad, un aumento de las enfermedades
de las plantas (las plantas tradicionales eran más resistentes), un
empobrecimiento de los suelos (los cultivos intensivos han esquilmado las
tierras de microelementos). Exige una irrigación mucho más importante que los
cultivos tradicionales (en regiones donde el riesgo de sequías existe) y la
utilización masiva de productos químicos ha provocado la salinización de
inmensos territorios. En consecuencia, el equilibrio ecológico se rompió de
manera irremediable por la intensificación de estos monocultivos. Antes de la
"revolución verde", la Fundación Ford afirmaba que en el Punjab había
subutilización de tierras. En realidad, los campesinos explotaban la tierra de
una manera equilibrada que evitaba el agotamiento del suelo. Después del
desastre de la revolución verde, la Fundación Ford y el Banco Mundial vienen a
descubrir las virtudes de los fertilizantes orgánicos... pero un poco tarde.
Vandana
Shiva denunció en numerosas obras la violencia de esta revolución verde. Ella
coloca este episodio en un contexto histórico que demuestra el contenido real
de esas medidas: la expoliación y explotación del campesinado en provecho del
comercio y la industria de los países del Centro. En el siglo XVIII la
agricultura de India estaba floreciente. En 1750, de una explotación de 1.000
unidades, se conservaban 700. De las unidades restantes, 50 solamente se le
quitaban al pueblo y 250 unidades
quedaban para el pueblo, para el funcionamiento de la comunidad. En el siglo
XIX, después de 50 años de colonización inglesa, las proporciones fueron
completamente trastornadas. Los campesinos debían, sobre 1.000 unidades, ceder
600 de los cuales 590 iban directamente a la autoridad central, Inglaterra. Sin
embargo, se dejaba todavía en esta época alrededor del 40% de su cosecha al
campesino para que pudiera producir el año siguiente. La revolución verde fue
mas lejos. Su objetivo real era evitar el contagio de la revolución china. La
revolución verde instauró el endeudamiento y por lo tanto la dependencia de los
campesinos. Para producir 1.000 unidades, los campesinos son obligados a
endeudarse por 3.000. Deben pedir préstamos para comprar los granos (cada año),
los abonos, pesticidas, herbicidas, para la compra de tractores (a los que hay
que frecuentemente abandonar ante la falta de repuestos), etc. Su producción
raramente les permiten reembolsar estos préstamos. Después de dos estaciones,
revenden la tierra a los bancos, a los grandes propietarios terratenientes y
van a engrosar las poblaciones marginales urbanas.
Recuadro 4.
El PNUD celebra la revolución verde
A pesar de estas denuncias, lanzadas por centenares de
miles de campesinos, es extremadamente deplorable que el Informe sobre el
Desarrollo Humano de 1997 se felicite aún del "progreso" de la
revolución verde: "La primera revolución verde ayudó a millones de
pequeños explotadores agrícolas y de consumidores urbanos a salir de la
pobreza, gracias a las aperturas tecnológicas en el cultivo del trigo, del maíz
y del arroz en zonas de fuerte potencial agrícola" (PNUD, 1997, p. 8).
Tres años antes, explicando la hambruna de 1943 el informe insistía sobre el
hecho de que "la naturaleza puede sin duda ser el origen de escaseces
locales, pero son los seres humanos los que transforman estas penurias en
hambrunas de gran amplitud. El hambre no es debido a la ausencia de comida sino
a una falta de medios para procurar esta comida" (PNUD, 1994, p. 29).
Pero actualmente, el PNUD recomienda una segunda revolución verde en provecho,
esta vez, ¡de los agricultores pobres que viven en zonas menos ricas! Fue con
este argumento que el Banco Mundial promovió la primera revolución verde.
La falta
de medios en el período que precedió a la presidencia de McNamara, no le
impidió al BM tejer una red de influencias que le sirvió mucho posteriormente.
El Banco se propuso crear, en el Tercer Mundo, una demanda de sus servicios. La
influencia de que goza hoy discurre en gran parte de las redes de patronazgo
que elaboró en los Estados que se transformaron en sus clientes al mismo tiempo
que en sus deudores. El BM ejerce una verdadera política de influencia para
sostener su red de préstamos.
A partir
de los años 50, una de las primeras metas del BM fue la "construcción de
las instituciones". Esta construcción toma frecuentemente la forma de
agencias autónomas en el interior de los gobiernos, los cuales serían
prestatarios perpetuos del Banco Mundial. Tales agencias fueron
intencionalmente fundadas de suerte que ellas sean relativamente independientes
financieramente de sus gobiernos y fuera del control de las instituciones
políticas locales. Ellas constituyen los relevos naturales del Banco y a la
cual deben todo, comenzando por su financiación.
La
creación de tales redes de patronazgo ha sido una de las estrategias más
importantes del Banco Mundial para interferir en las economías políticas de los
países del Tercer Mundo.
Operando
según sus propias reglas (frecuentemente elaboradas en respuesta a las
sugestiones del Banco), repletos de tecnócratas simpatizantes, empujados y
admirados por el Banco, estas agencias han servido para crear una fuente
estable y digna de confianza de la cual el Banco tenía necesidad: de propuestas
de préstamos "viables". Ellas le han dado al Banco bases de poder
paralelas a través de las cuales ha sido capaz de transformar las economías
nacionales, de hecho de sociedades enteras, sin el procedimiento
"enojoso" del control democrático y de los debates contradictorios.
Las
implicaciones de esta política son inquietantes: el estudio realizado por la
"International Legal Center" (ILC) de New York de la acción del Banco
en Colombia entre 1949 y 1972, concluye que las agencias autónomas establecidas
por el Banco han tenido un impacto profundo en la estructura política y en la
evolución social de toda la región debilitando "el sistema de los
partidos políticos y minimizando los roles del (poder) legislativo y del
(poder) judiciario".
Se puede
considerar que desde los años 60, el Banco había establecido mecanismos únicos
y novedosos buscando una intervención continuada en los negocios internos de
los países prestatarios. Por su lado, el Banco niega vigorosamente que tales
intervenciones sean políticas; al contrario, insiste en el hecho de que su
política nada tiene que ver con las estructuras del poder, que los sucesos
políticos y económicos existen separadamente.
El art. IV sección 10 estipula: "El Banco y sus responsables no
interferirán en los acontecimientos políticos de cualquier miembro y le es
prohibido dejarse influenciar en sus decisiones por el carácter político del
miembro o de los miembros implicados. Sólo consideraciones económicas pueden
influir en sus decisiones y sus consideraciones serán sopesadas sin prejuicio,
buscando alcanzar los objetivos (fijados por el Banco) estipulados en el art.
I."
La
prohibición de que el Banco tome en cuenta consideraciones "políticas"
y "no económicas", una de las más importantes condiciones de la
carta, ha sido sistemáticamente burlada.
El Banco
mismo usó los artículos de su convención que le impiden interferir en los
acontecimientos políticos de sus Estados miembros para hacer frente a las
críticas que dicen que actúa políticamente. De hecho, esta utilización de los
estatutos ha sido frecuentemente una cobertura para sostener a regímenes
dictatoriales.
En
efecto, el artículo IV no ha impedido al Banco rehusar préstamos al Brasil o a
Chile cuando sus gobiernos no eran de su gusto. Así, al inicio de los años 60,
el Banco rehusa préstamos al gobierno electo democráticamente de Goulart en
Brasil, pero, luego del golpe militar de 1964 (el cual instala una dictadura
que duraría 20 años), los préstamos pasarían de cero a una media de 73 millones
de dólares por año por el resto de la década y alcanzarían niveles de cerca de
500 millones de dólares al año a mediados de los 70.
Chile,
bajo el gobierno democráticamente electo de Allende (1970-73), no recibió
préstamos del Banco mas bajo el gobierno de Pinochet, después del golpe militar
de 1973 el país se transformó en súbitamente creíble.
La
propensión del Banco de apoyar a los regímenes antidemocráticos que torturaban
y asesinaban sus compatriotas, es una de sus características finalizando la
década del 60 y durante los años 70, bajo la presidencia de Robert McNamara. En
1965, por ejemplo, el Banco directamente desafió una resolución de la Asamblea General
de las Naciones Unidas que llamaba a todas sus agencias filiales -donde el
Banco está comprendido- a cesar su ayuda financiera al régimen de apartheid de
Africa del Sur. Pero el Banco argumenta que su artículo IV lo obliga legalmente
a no seguir las resoluciones de la ONU. Mismo un planteo personal del
Secretario General de la Naciones Unidas, U Thant, ante George Woods,
presidente en la época del Banco Mundial, no tuvo peso alguno.
Es por
la insistencia de McNamara que el Banco comienza a dar préstamos al régimen
dictatorial que castigó Indonesia luego de la masacre de medio millón de
presuntos comunistas en 1965 (McNamara, 1973, p. 23).
Después
de su partida, la misma política, calcada de la de los Estados Unidos, fue
proseguida.
El PNUD,
otra institución de la ONU, dice por su lado sus cuatro verdades a propósito
del apoyo de los Estados Unidos y el Banco Mundial a las dictaduras: "De
hecho, la ayuda vertida por los Estados Unidos durante los años 80 fue
inversamente proporcional respecto a los derechos humanos. Los prestatarios
multilaterales (BM y FMI, ndlr) no ven más que estorbos en tales
consideraciones (democráticas, ndlr). Parecen preferir, en efecto, a
regímenes autoritarios, considerando sin pestañear que estos regímenes
favorecen la estabilidad política y son mejores para gestionar la economía.
Cuando Bangladesh y Filipinas pusieron fin a la ley marcial, sus partes
respectivas en el conjunto de préstamos del Banco Mundial han disminuido."
(PNUD, 1994, p. 81).
"La única limitación de las actividades del Banco Mundial sería la capacidad de los países miembros de
usar nuestra asistencia de manera eficaz y de pagar nuestros préstamos en los términos y las
condiciones que determinaremos"
Robert McNamara, 1968 (McNamara, 973, p. 21)
"El Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo es un organismo que
realiza inversiones que tienen por
objetivo el desarrollo; no es una institución filantrópica ni un organismo de
bienestar social"
Robert McNamara, 1969
(McNamara, 1973, p. 155)
Es en el
curso de las décadas del 60 y sobre todo del 70 que la actividad del Banco se
desarrollo. De 1968 a 1981, bajo la conducción de Robert McNamara
(ex-Secretario de la Defensa de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam),
el Banco Mundial se lanza a un frenesí de préstamos. McNamara hizo claramente
comprender que la carrera de un encargado de préstamos estaba directamente
ligada al espesor de su portafolio de proyectos.
Cuanto más
gran era el proyecto, mas chances tenía de recibir financiación del Banco
(George y Sabelli, 1994; Rich, 1994). Esta aproximación cuantitativa y la
presión ejercida sobre los colaboradores del Banco para que concibieran y
vendieran proyectos costosos a los gobiernos-clientes, empujaron a éstos a
endeudarse de manera excesiva.
Durante
los primeros veinte años de su existencia, el Banco (BIRD y AID) no había
prestado mas que un total de 10,7 mil millones de dólares. En el curso del
primer quinquenio de McNamara, de 1968 a 1973, los préstamos aumentaron de
manera casi exponencial: el Banco emprendió proyectos por un monto de 13,4 mil
millones de dólares (George y Sabelli, p. 52; McNamara, 1973, p. 22, 24, 26,
144, 150, 153, 157, 160).
McNamara
tenía una fe casi obsesiva en la cuantificación y en métodos de gobierno
válidos universalmente y aptos para resolver todos los problemas. "Dirigir
no importa que rama de organización es la misma cosa, sea la Ford Motor
Company, la Iglesia Católica o el Ministerio de Defensa" observaba al
inicio de los 60. "Una que vez que se alcanza cierta escala, todos los
problemas se parecen". "El "management" declara en 1967,
es la clave por medio de la cual el cambio social, económico y político, el
cambio en todas las direcciones, se difunde a través de la sociedad".
McNamara
se concibe como un "planificador del desarrollo" (McNamara,
1973, p. 31). Según él, el BM asume un rol de "vanguardia" (ibídem,
p. 34) en la ayuda al desarrollo planificándolo. El instrumento de la planificación
es central para la marcha:
-busca
establecer métodos más eficaces de "planificación de la familia y de la
administración pública encargada del programa de control de la población"
(ibídem, p. 33);
-la
revolución verde iniciada a mediados de los 60 debe ser mejor planificada en
todos sus aspectos (ibídem, p. 78 y siguientes);
-la
planificación de las grandes obras públicas permite dar trabajo a los que no
tienen y desarrollar las infraestructuras (p. 142).
El Banco
debía también preparar planes gigantescos de préstamos a cinco años, a los
países, explicados en los "Country programming papers" (es
decir los dossieres de programación para los países). Estos dossieres fijan
objetivos y prioridades por toda la actividad de préstamos al Banco a una
nación dada, basadas en el trabajo de las "misiones económicas en los
países" y en los informes que enviaban. Estos informes económicos y
los dossieres tomaron lugar entre los documentos más confidenciales y los mejor
guardados del Banco. En algunos casos aún los ministros de un país no podían
tener acceso a estos planes gigantescos que, en los países más pequeños y más
pobres, fueron considerados como una tutela internacional de su destino
económico.
El
punto de vista de McNamara amplificó muchísimo las tendencias ya existentes en
el Banco, tendencias que reforzaban el crecimiento de su poder institucional, a
pesar de que ignoraban la realidad social compleja y diversa de las naciones en
"vías
de desarrollo". Objetivos fácilmente cuantificables
eran definidos como indicadores de progreso y las realidades sociales complejas
eran reducidas a cifras y a grupos de números tomados como objetivos, como
beneficiarios, producción gradual, mejora de la producción, cambios e ingresos,
y así en adelante.
Se podía
predecir los resultados de estas recetas, todas iguales, aplicadas para todo:
en el mejor de los casos eran ineficaces y tan inapropiadas desde el punto de
vista social y del medio ambiente, que llevaron a numerosos proyectos al
desastre.
Fue
igualmente bajo el control de McNamara que el Banco comienza a construir su
portafolio "nuevo estilo" de proyectos contra la pobreza. El objetivo
principal era el desarrollo rural y la agricultura, un sector que pasó del
18,5% de los préstamos del Banco en 1968, al 31% -o sea 3,8 mil millones de
dólares- en 1981.
Para
luchar contra el peligro de la extensión comunista en el Tercer Mundo, los
proyectos buscan aliviar la pobreza tanto urbana como rural (lo que comprende
habitualmente la rehabilitación de covachas, la instalación de bombas de agua,
la electricidad, etc.) y proyectos de educación y salud, que forman parte por
primera vez con una parte significativa del portafolio del Banco.
Es como
misionero anticomunista que McNamara ataca al flagelo de la pobreza absoluta.
Nunca antes el Banco había encarado que su contribución al desarrollo consistía
en aliviar la pobreza. Pero McNamara estaba persuadido que si no se remediaba
la creciente desigualdad en la distribución de las riquezas en el interior de
los países en desarrollo (ver la descripción que está en McNamara, 1973, p.
128), esta situación conduciría de manera periódica a levantamientos populares
que pondrían en peligro a los países del Centro.
La época
en que McNamara estaba a los comandos del Banco Mundial es la de la extensión
de las luchas emancipadoras y revolucionarias (revolución de los claveles en
Portugal, 1974, que libera las últimas colonias africanas, Vietnam, 1975:
derrota definitiva de las tropas norteamericanas que deben salir de Saigón con
precipitación, Nicaragua, 1979), con poderosas crisis sociales y políticas en
los que están incluidos los países capitalistas desarrollados (luchas de la
minoría negra y movilizaciones masivas contra la guerra de Vietnam en los
Estados Unidos al final de los 60-inicios de los 70; movimientos estudiantiles
en 1968 en Francia, Alemania, México y otros lados; huelgas obreras masivas en
Francia en mayo del 68, en Italia en 1969-70) y en los países llamados socialistas
(primavera de Praga en 1968). Él sabía alguna cosa al respecto, ya que había
afrontado directamente la lucha emancipadora del pueblo vietnamita utilizando
napalm.
Este
vasto movimiento emancipador estaba en contradicción con la política de
"desarrollo" del Banco Mundial. Así, él intervino con más medios para
asegurar y consolidar la conexión de los países del Tercer Mundo al mercado
mundial y, políticamente, al seno capitalista. Estos préstamos fueron parte de
una estrategia que buscó "contener" la extensión del movimiento
emancipador.
En 1968,
aunque era todavía Secretario de Defensa, declara: "La muerte de
Ernesto Che Guevara en Bolivia en otoño de 1967 ha sido un golpe severo a las
esperanzas de los revolucionarios castristas. Pero esta respuesta por sí sola
es insuficiente a este problema" (McNamara, 1968, p. 29).
McNamara
pronuncia un discurso muy claro en este sentido algunos años mas tarde durante
la reunión de los gobernadores del Banco Mundial en 1972: "Muy poco,
muy tarde, tal es el epitafio mas generalizado en la historia para los
regímenes que son derrumbados por el clamor de los hombres sin tierra, sin
trabajo, marginalizados y sometidos, empujados hacia la desesperación. Por esta
razón, la aplicación de políticas destinadas específicamente a reducir la
pobreza del 40% de los más pobres de la población de los países en desarrollo
es recomendable, no sólo por una razón de principio, sino también de prudencia.
La justicia social no es solamente una obligación moral, sino también un
imperativo político" (McNamara, 1973, p. 139-140).
McNamara
llega hasta proponer medidas de reforma agraria para dar tierras a campesinos
pobres y limitar la superficie de los grandes terratenientes. Propondrá
asimismo reformas del sistema de créditos en los PVD para que tengan acceso a
ellos los pequeños productores agrícolas. Defendió el desarrollo de obras
públicas dirigidas hacia la mejora de las condiciones de vida de los más
pobres. En suma, McNamara defendía el rol central de la Institución pública
multilateral, a la cabeza de la cual él se encontraba, poniendo en marcha una
estrategia de crecimiento que implicaba su propio fortalecimiento como
institución. McNamara no coloca más que marginalmente el rol de los Estados de
los países del Sur como redistribuidor de riquezas; el Banco Mundial debía
suplir la ingratitud de los países del Norte contra el Sur y la debilidad de
los Estados del Sur.
Las
propuestas citadas mas arriba no han sido jamás puestas en práctica bajo la
égida del BM. Es más, en el esquema de desarrollo concebido por McNamara, las
posibilidades que habrían podido ofrecer el crecimiento de los intercambios
entre los países del Sur nunca fue tomado en consideración. No menciona jamás
la necesidad de desarrollar los conjuntos regionales del Sur que podrían llegar
a ser complementarios, provocando un proceso acumulativo de crecimiento
regional y reduciendo la dependencia del Sur respeto al Norte, de la Periferia
respeto al Centro. La única complementariedad tomada en cuenta es la de los
países del Sur y los del Norte, donde los primeros terminan siempre perdiendo
ya que son los países desarrollados los que determinan las condiciones de
intercambio.
Mas es
interesante hacer notar que las declaraciones y las propuestas de McNamara en
su época están a cien leguas de las adoptadas a partir de la ofensiva
neoliberal de los años 80. A su manera, McNamara era parte de la vieja época.
Esto no impidió que contribuyera en la preparación de la ofensiva neoliberal.
El problema de la asintonía entre su discurso y su práctica ha sido resuelto
por los neoliberales que han borrado del discurso toda referencia a la
planificación, al control estatal, al desarrollo.
El Banco
Mundial y la crisis de la deuda del Tercer Mundo
Desde principios de los años 70, McNamara consideraba que el ritmo de
crecimiento del endeudamiento del Tercer Mundo constituía un problema. Y
declaraba lo siguiente: "Al finalizar 1972, la deuda se elevaba a 75 mil
millones de dólares y el servicio anual de la deuda sobrepasaba los 7 mil
millones de dólares. El servicio de la deuda aumentó un 18% en 1970 y un 20% en
1971. La tasa media de aumento de la deuda luego de la década del 60 representa
cerca del doble de la tasa de crecimiento de los ingresos por exportaciones,
con las cuales los países endeudados
deben asegurar este servicio de la deuda. Esta situación no puede continuar
indefinidamente" (McNamara, 1973,
p. 94).
Sin embargo, el BM que presidía mantuvo la presión sobre los países de la
Periferia a fin de que aumentaran su endeudamiento. Entre 1968 y 1981, los
montantes prestados anualmente por el BM progresaron de forma constante pasando
de 2,7 millardos de dólares en 1968, año de la subida de Mc Namara a la
presidencia del BM, a 8,7 en 1978 y a 12,0 en 1981 en vísperas del estallido de
la crisis (Bello, 2000. p.39). Por la política que llevaba, el BM contribuyó
activamente a crear las condiciones que desembocaron en la crisis de la deuda.
El aumento del volumen de la deuda y de su servicio sin que las rentas de las
exportaciones aumentaran al mismo ritmo constituía una primera causa posible de
crisis pues los países endeudados devuelven su deuda externa con sus rentas
provenientes de la exportación. El aumento de los volúmenes exportados sin que
la demanda proveniente de los países más industrializados progresara en la
misma proporción representaba una segunda posible causa de la crisis. Estas dos
políticas debían pues acabar por generar una crisis: la caída de los precios de los productos exportados por la
Periferia conlleva una caída de las
rentas que desemboca en dificultades de reembolso. Si añadimos a esto el factor
que iba a desencadenar todo,
el aumento brutal de las tasas de interés impuestas a partir de finales del
año 1979 por la Reserva Federal de los Estados Unidos (los lazos entre el Banco
Mundial, la Reserva Federal y el gobierno de los Estados Unidos son estrechos),
la crisis era inevitable.
¿Se puede pretender, sin embargo, que se trata de una suerte de complot
urdido por el BM? La respuesta debe ser matizada. Que haya habido complot es
algo que aún no se ha demostrado. Por el contrario, lo que sí está demostrado,
es que el BM y las potencias que lo dominan –comenzando por el gobierno de los
EE.UU- tienen una parte determinante de responsabilidad tanto en la sucesión de
acontecimientos que desembocaron en la crisis como en la utilización de la
crisis para aumentar la subordinación de los países de la Periferia respecto a
los países capitalistas más industrializados.
Retomemos el encadenamiento de los hechos. El aumento de las tasas de
interés provocó el estallido de la crisis en 1982 cuando la explosión de los
montantes a reembolsar por los deudores se combinó con una caída muy fuerte de
sus rentas. ¿Quién tomó la decisión de aumentar fuertemente las tasas de
interés a partir de fines del año 1979? La Reserva Federal de los EE.UU.,
juntamente con el Secretario de Finanzas. ¿Porqué los países de la Periferia se
vieron afectados por una caída de sus rentas de la exportación? Ésta se produjo
por la aplicación de las políticas de “todo para la exportación” recomendadas
por el BM y por las maniobras de los
EE.UU. contra el cartel de los países productores de petróleo, maniobras que
intentaban dividir a la OPEP de forma que bajaran los precios del petróleo. Las
directivas que aplica el BM están determinadas en su línea general por la Secretaría de Estado para las Finanzas del
gobierno de los EE.UU. Eso no es un secreto para nadie. El desbarajuste de
ciertos estados del Sur, las desviaciones de fondos a los que las clases
dominantes de los países de la Periferia se entregaban..., todo eso existió
ciertamente (y no ha cambiado) y los culpables deberían ser perseguidos. Pero no olvidemos que el Banco Mundial, el
FMI y los gobernantes de los países industrializados cerraron los ojos cuando
no apoyaron activamente a los regímenes en cuestión: no hay que confundir las
verdaderas causas de la crisis. Ésta fue provocada principalmente por
decisiones tomadas en los países acreedores.
¿Qué le ocurrió al BM cuando estalló la crisis?. El BM fue incapaz de medir su amplitud y de proponer políticas
para proteger los intereses de los deudores puestos ante el hecho consumado del
aumento de las tasas de interés. Sin embargo, lejos de ver disminuir su poder,
el BM vio éste crecer de forma
impresionante. Manifiestamente, el gobierno de los EE.UU. y sus colegas de las
demás grandes potencias capitalistas no estaban descontentos del trabajo llevado
a cabo por el BM. En caso contrario,
habrían limitado su papel. Al contrario, reforzaron los medios del BM y del FMI
durante y después de la crisis. Hay también que añadir que el BM y el FMI amasaron grandes “beneficios” (bajo la forma de reserva) a costa de los
países endeudados.
A partir del estallido de la crisis de la deuda, el BM y el FMI, sirvieron
de instrumentos de subordinación acentuada de los países de la Periferia
respecto a los países del Centro. Para hacerlo, pusieron en pie políticas
sistemáticas de apertura y de desreglamentación de las economías de la
Periferia (el ajuste estructural) a las que fueron asociadas las clases
dominantes de la Periferia. El balance humano del conjunto de estas políticas
es literalmente dramático.
De todo esto, el BM, el FMI, los gobiernos que determinan su política y los
de la Periferia que se hacen cómplices de ello son culpables ante los ciudadanos y ciudadanas del
planeta, comenzando por las poblaciones que sufren cotidianamente la crisis de
la deuda.
Es importante echar vista atrás y resumir el discurso que justificó el
papel activo jugado por el BM en el proceso de endeudamiento de los países de
la periferia entre 1968 y 1982.
Hasta 1973, el razonamiento de McNamara era en substancia, el siguiente:
los países en vías de desarrollo debían ser apoyados en sus esfuerzos de
crecimiento. Ahora bien, la Ayuda Oficial en lugar de Pública al Desarrollo
concedida por los países desarrollados es totalmente insuficiente. Es más, a
pesar de sus intenciones de disminuir las medidas discriminatorias contra
productos exportados por países en desarrollo, los países desarrollados las
mantienen (además deploró públicamente en numerosas entrevistas la
insuficiencia de las APD y el proteccionismo del Norte, ver McNamara, 1973, p.
127). El BM debe intervenir en esta situación para prestar sumas cada vez más
importantes a los PVD para que alcancen, a pesar de todas las dificultades, un
ritmo suficiente de crecimiento y de
ingresos suficientes para pagar sus deudas. El BM está entonces embarcado en un
curso contra la corriente para otorgar un máximo de préstamos para suplir la
insuficiencia de las APD.
Este razonamiento está con toda evidencia en contradicción con sus propias
afirmaciones respecto al peligro de un ritmo de crecimiento del endeudamiento
superior al de los ingresos por exportaciones (ver más arriba).
A partir de 1973, a continuación del aumento de los precios de los
productos petroleros y de otras materias primas, el razonamiento sostenido por
McNamara puede ser resumido de la siguiente manera: pidiendo préstamos, los
países en vías de desarrollo (PVD) van a poder desarrollar sus infraestructuras
de comunicación, aumentar su producción de energía eléctrica, acrecentar su
producción destinada a la exportación. Tomando como postulado que los precios
de los productos exportados por estos países en el mercado mundial iban a
aumentar, o en el peor de los casos a quedar estables, sus ingresos por
exportar iban entonces a multiplicarse gracias al aumento de las cantidades
exportadas.
Esto debía permitir a los PVD pagar el servicio de la deuda (interés y
amortización de capital), pudiendo reinvertir una parte de los ingresos por
exportaciones en mejoras de su industria para la exportación. Esto debería
tener un efecto acumulativo, provocando o acelerando su desarrollo
manteniéndolos sólidamente en el seno del mundo occidental. Para McNamara la
obligación de pagar la deuda para los países deudores constituía un impulso
material estimulante para modernizar su agricultura y su industria de
exportación. Repitió este razonamiento en múltiples discursos y escritos. El
círculo virtuoso "endeudamiento/aumento de las exportaciones/pago del
servicio de la deuda" conduciría al desarrollo del Sur y el crecimiento
mundial. Este razonamiento fue desmentido por la realidad, pues como ya lo
hemos demostrado, los precios de los productos exportados cayeron de manera
dramática en los años 80 en tanto que las tasas de interés conocieron un
aumento fulgurante, llegando a una situación de estrangulamiento financiero de
los países endeudados. McNamara salió de la presidencia del BM en 1981, algunos
meses antes que la crisis estallara a los ojos de todos.
Si bien la crisis de la deuda no apareció ante la opinión pública hasta
agosto de 1982, los signos precursores de la misma no faltaron. Ya se habían
lanzado algunas advertncias. Sin embargo el Banco subestimó de manera evidente
los riesgos como lo atestigua su Informe anual sobre el desarrollo en el mundo
de 1981: "Estas tendencias indican que será muy difícil para los países en
vías de desarrollo de administrar sus deudas, pero no anuncian un problema
generalizado, según lo confirman las proyecciones de las balanzas de pagos
establecidas para los 80 en función de los escenarios probables (los subrayados
son nuestros, ndlr)".
El informe de 1982, algunas semanas antes de la explosión de la bomba
mexicana, ostentaba todavía un optimismo ciego (Edwards, 1995, p. 31). En el
Informe de 1983, el BM declaraba que las dificultades (llamadas de liquidez)
solo habían tocado a países particulares y no a continentes o grupos de países.
Una treintena de países insolventes seguía el paso de México entre tanto. El informe
de 1984 del BM contenía proyecciones optimistas que preveían una mejora
continua hasta 1990 de la relación entre las rentas de la exportación de los
países de América Latina y el servicio de la deuda externa. Es exactamente lo
contrario de lo que ocurrió (Edwards, 1995, p.96). Durante numerosos años el
Banco continuó aferrándose a la ilusión de que existía un problema de liquidez
para explicar la crisis de la deuda en lugar de reconocer que los deudores eran
insolventes: no había solamente un problema de liquidez, se vivía una crisis
auténtica, estructural y durable.
En 1986, aunque la deuda de los PVD había ya ampliamente sobrepasado mil
millardos de dólares, el Banco anunció que a mediados de los años 90, esta
deuda se cifraría en el peor de los casos en 864 millardos de dólares. Sin
embargo, en 1995 se elevaba a 1940 millardos de dólares, o sea más del doble de
la estimación citada.
El FMI cometió exactamente los mismos errores de pronóstico. En su informe
semestral Economic World Outlook publicado en abril de 1982, el FMI preveía
que, a pesar de algunos problemas de pago, América Latina recibiría importantes
préstamos de la comunidad financiera internacional. En su informe de octubre de
1982, el FMI diagnosticaba que la recesión sería evitada. En sus informes de
1984, el FMI estimaba, como el BM, que la ratio entre el servicio de la deuda y
las rentas de las exportaciones iba mejorando para América Latina. Lo contrario
de la realidad.
Previsiones erróneas sobre los precios del mercado
mundial
Las previsiones del Banco son también azarosas, falsas, en lo que concierne
a los ingresos de exportaciones, supuestas rescatadoras del endeudamiento. Las
predicciones de 1981 sobre el precio de las materias primas en África para 1990
comprendían un margen de error del 62% para los minerales/metales; de 156% para
el petróleo; de 180% para las grasas y aceites; de 103% para las bebidas; 60%
para la madera de obra; 97% para los productos agrícolas no alimenticios
(George y Sabelli, 1994, p. 100-101). Ahora bien, el Banco podía perfectamente
prever que los países del Sur se esforzarían todos al mismo tiempo de exportar
un máximo para hacer frente a sus obligaciones de pago, y por lo tanto los
precios de los productos exportados bajarían.
El FMI no lo hizo mejor que el BM. En su informe sobre los Países Menos
Avanzados, redactado en 2000 por la CNUCED (CNUCED, PMA, 2000, p.70), se
menciona un estudio interno del FMI según el cual éste negoció con Zambia en
1983 un acuerdo fundado en una hipótesis completamente fantasiosa. Según el
acuerdo propuesto por el FMI, el precio del cobre exportado por Zambia debía
aumentar el 45% en cuatro años. Eso debía permitir a ese país conseguir
rembolsar a sus acreedores. En realidad, el precio del cobre bajó alrededor del
12%, tanto que ese país menos desarrollado de África se encontró con un fardo
de deuda aún más pesado que antes del acuerdo con el FMI (Brooks, R y otros
–1998- External debt histories of ten low-icome developping countries: lessons
from their experience, FMI, document de base, WP/98/72, Washigton DC).
En 1991 el BM recae en su error. Su departamento de economía internacional
continuaba realizando proyecciones optimistas que dos años después se revelaban
como totalmente irrealistas. La diferencia era del 47% para el café, del 56%
para el cacao, del 74% para el azúcar, 35 % para el caucho, 52% para el plomo,
etc.
Para el decenio de los años 90, los responsables de las previsiones
pretendían que la tendencia de los precios de las materias primas estaría al
alza y que el producto nacional bruto de los países en desarrollo crecería más
del 5% por año entre 1992 y 2002. En realidad, es la tendencia exactamente
inversa la que se ha manifestado en lo que concierne a las materias primas
(disminución del 30% entre 1996 y 1999, -IMF, Annual Report 2000, p.11). En
cuanto a las tasas de crecimiento del PNB de los países en desarrollo, ha sido
de 3,2% en 1998, y del 3,8% en 1999 (IMF, Annual Report 2000, p.12).
Banco Mundial: instrumento de bombeo de los
recursos de los países del Sur.
Algunos dirigentes del BM han calculado lo que producían las sumas
depositadas en el BM por los países industrializados como participación en el
capital. Los documentos oficiales del BM son mudos a este propósito pero se
encuentra, en las revistas especializadas destinadas a los patronos, una
indicación precisa de las ventajas logradas. El extracto del discurso siguiente no necesita comentarios. Fue
pronunciado en 1986 por Jacques de Groote, director ejecutivo de Bélgica en el
FMI y el BM, ante una reunión de jefes
de empresa de Bélgica y publicado
en el Boletín de la Federación de las Empresas de Bélgica: “Las ventajas
que Bélgica retira, como todos los países miembros del Banco mundial, de su
participación en las actividades de las instituciones del grupo, pueden ser
medidas por el flow back, es decir la
relación entre, por un lado el total de los desembolsos efectuados por la IDA
(Asociación internacional del desarrollo) o el BM a favor de las empresas de un
país con ocasión de los contratos obtenidos por esas empresas y, por otro, las
contribuciones de este país al capital del BM, así como en los recursos del
IDA. El flow back, es pues una relación entre lo que obtienen las empresas por
ventas de equipo o servicios de consulting y lo que Bélgica aporta como
contribución a los recursos del IDA y al capital del BM. El flow back del BM
hacia los países industrializados es importante y no ha dejado de aumentar: ha
progresado para el conjunto de los países industrializados de 7 a 10 entre
fines de 1980 y fines de 1984. Es decir que por un dólar puesto en el sistema,
los países industrializados retiran 7 en 1980 y 10,5 hoy”. (FEB, 1986,
p.496-97).
Chris Adams, investigador asociado a las investigaciones del Focus on the
Global South (Bangkok) ha analizado la política de préstamos del Banco Asiático
de Desarrollo que, igual que el Banco Africano de Desarrollo y del Banco
Interamericano de Desarrollo, está asociado al BM. Entre los principales
accionistas (los llamados “donantes”) del Banco Asiático de Desarrollo (BAD),
se encuentran Japón, los EE.UU., Alemania, Canadá, Australia, Gran Bretaña,
Italia, Francia... Según Chris Adams, “la mayor parte de los países donantes
reciben más dinero del ADB bajo forma de contratos logrados por sus empresas
que lo que proporcionan como contribución total al banco” (Adams C., 2000,
p.27).
Informe Wapenhans (1992) y Comisión Meltzer (2000)
sobre los fracasos del BM...
¿Estos préstamos dieron al menos resultados satisfactorios? En febrero de
1992, Willi Wapenhans, vice-presidente del Banco Mundial, realizó un informe
confidencial de evaluación de los proyectos financiados por el Banco Mundial
(cerca de 1.300 proyectos en curso en 113 países). Las conclusiones eran
alarmantes: 37,5% de los proyectos son estimados como insatisfactorios al
término de su realización (contra el 15% en 1981), solo el 22% de los
compromisos financieros eran conformes a las directivas del Banco.
En cuanto a la comisión del Congreso de los EE.UU que, bajo la dirección de
Alan Meltzer presentó en febrero de 2000 un informe sobre el BM y el FMI,
consideraba que entre el 65% y el 70% de los proyectos del BM en los países más
pobres, fracasaban (del 55% al 60% de fracaso en el conjunto de los países en
desarrollo).
...que no le impiden hacer beneficios.
Como señalaba ya Mc Namara, el Banco no es una obra de filantropía. Aunque
no le guste que se llame la atención sobre ello, el BM realiza, un año con
otro, más de 1.500 millones de dólares de beneficio, que añade a sus reservas.
¿De donde proviene ese beneficio si no
es de las transferencias operadas en su favor por los pueblos de la
Periferia vía el reembolso de la deuda?.
1994-2001: sucesión de crisis.
1994: segunda crisis mexicana (tras la de 1982) arrastrando la de Argentina;
1997: crisis en Asia del Sur Este y del Este; 1998: crisis de Rusia; fin de
1998-comienzos de 1999: crisis de Brasil; fin 2000-comienzo 2001: crisis de
Argentina y Turquía... Cada una de las veces, el BM ha sido incapaz de notar
que iban a estallar las crisis. En el momento en que Tailandia y los otros tres
“tigres” asiáticos comenzaban a verse sacudidos, el BM declaraba en su informe
de 1997 sobre el endeudamiento en el mundo: “El endeudamiento sigue estando
sano. Aunque el crecimiento de la deuda global supere el crecimiento de las
exportaciones, la relación entre el stock de la deuda y las exportaciones se
mantiene a un nivel moderado: el 99% en
1996, bastante más bajo que la relación media de los países con medias o
débiles rentas que se elevaba al 146%” (BM, 1997, p.160).
Sin embargo, un análisis serio de las cifras proporcionadas por el propio
Banco en el mismo documento habría debido llevar a otra conclusión: se podía
descubrir que la deuda del sector privado había realizado un enorme salto en
1996 y esto sin que esta deuda estuviera garantizada de forma alguna. Se podía
leer también que la deuda a corto plazo (con una tasa de interés elevada) había
subido como la espuma. Se podía además constatar el aumento del flujo de
inversiones de cartera particularmente volátiles.
Tras el estallido de la crisis, el BM propuso como medicamento los remedios
que tantos sufrimientos humanos costaron y que llevaron a los gobiernos de los
países de la Periferia a abandonar progresivamente instrumentos centrales de la
soberanía nacional.
A partir de 1996: la iniciativa para la reducción
de las deudas de los PPAE.
Además, el BM y el FMI lanzaron en 1996 un programa de aligeramiento de la
deuda de los países más pobres más endeudados (son 41 los Países Pobres Altamente
Endeudados PPAE, HIPC en inglés, de un
total de más de 180 países de la Periferia). Este programa disfrutó de un
amplio apoyo mediático. Se trata de hacer “sostenible” el pago del servicio de
la deuda de los 41 países eventualmente concernidos. Ninguna generosidad
presidía esta decisión tomada por los acreedores. Se trataba de un frío cálculo
para mantener los flujos del reembolso. Es en este marco en el que el G7, el
FMI y el BM hicieron la promesa de una anulación del 80% de la deuda de los
PPAE. Fue en la cumbre del G7 celebrada en Lyon (Francia) en junio de 1996.
Tres años más tarde, en otra cumbre del G7 celebrada en junio de 1999 en
Colonia (Alemania), anunciaban una aligeración aún más importante que iba hasta
el 90% de la deuda. Esta última cifra fue lanzada bajo la presión de la campaña
mundial por la anulación de la deuda de los países más pobres, conocida como
campaña Jubileo 2000.
Según el PNUD, la suma que el BM y el FMI contemplan reunir es inferior al
coste de un solo ejemplar del nuevo avión bombardeo US, llamado furtivo. Por
tomar otro elemento de comparación, equivale al coste de la construcción de
EuroDisney en la región parisina (PNUD, 1997. p 103). En cinco años
(1996-2000), los fondos realmente colocados por el FMI en el bote común (fondo
fiduciario, trust fund en inglés) que sirve para financiar los alivios de deuda
son inferiores a la suma necesaria para pagar a sus 2300 funcionarios solo
durante el año 2000. Otro elemento de comparación, la suma gastada por el FMI
en cinco años para financiar la disminución de la deuda de los 41 PPAE
representa menos del 2% de la suma que ha dedicado al salvamento de los
acreedores de los países del sudeste asiático, Brasil, Rusia y Argentina
durante el mismo período. En cuanto a la suma desembolsada por el BM, es
inferior a su beneficio anual que es del orden de 1.500 millones de dólares.
También hay que tener en cuenta el que lo que es desembolsado por el BM y el
FMI les vuelve luego bajo la forma de reembolso pues estas dos instituciones no
renuncian nunca a un crédito. Las diferentes medidas de alivio de la deuda no
aportan ninguna solución válida a los problemas de endeudamiento y de
austeridad drástica a los que están sometidos los presupuestos sociales de los
países endeudados.
Los dos objetivos realmente perseguidos por el BM y el FMI consisten en
primer lugar en asegurarse la capacidad de los países endeudados de pagar de forma permanente un alquiler por
el dinero pedido prestado; en segundo lugar, en mantener bajo su férula a los
países concernidos. Desde el inicio en 1996 de la iniciativa a favor de los
países en cuestión, el stock de sus deudas ha aumentado en 10 millardos de
dólares pasando de 205 millardos de dólares en 1996 a 215 millardos de dólares
en 2001 (Fuente: FMI, World Economic Outlook, www.imf.org). Más grave: en 1999,
los PPAE pagaron en reembolso 1.645 millones de dólares más de lo que
recibieron bajo forma de nuevos préstamos (Fuente: World Bank, global
Development Finance, 2001). Entre 1996 y 1999, según el Banco Mundial, el
servicio de la deuda de los PPAE tomado en su conjunto aumentó en un 25% (pasando de 8.860 millones de
dólares en 1996 a 11.440 en 1999- fuente WB, GDF, 1999 y 2000). A pesar del
escándalo que representa la iniciativa PPAE, ésta ha encontrado un éxito real
entre ciertas ONGs del Norte, del Sur, de los gobiernos del Sur concernidos y
de los medios (Toussaint, 2001b; Guttal, 20000 in Focus on the Global South
2000).
Crisis de legitimidad sin precedentes.
Desde 1997-1998, el BM y el FMI atraviesan la mayor crisis de legitimidad
de su historia. Innumerables manifestaciones de oposición en su contra se han
desarrollado tanto en los países sometidos a su política como en los países más
industrializados. A partir de 1999, cada una de sus reuniones anuales (una en
abril, otra en septiembre) ha sido objeto de contramanifestaciones poderosas y
radicales. Las dos instituciones conocen también una crisis interna: dimisión
en 1999-2000 de Joseph Stiglitz, economista jefe y vicepresidente del BM y de
Ravi Kanbur, director del Informe Anual del BM sobre el desarrollo en el mundo.
Stiglitz y Kanbur eran elementos reformadores en el seno del BM. Finalmente, en
los Estados Unidos, las dos instituciones son sometidas a una crítica muy dura
por parte de la mayoría de los congresistas republicanos y de una parte de los
demócratas. Los trabajos de la comisión del Congreso de los Estados Unidos
dirigida por el republicano Meltzer y a la que participó Jeffrey Sachs por los
demócratas revelaron que, lejos de dar prioridad a los países más pobres, consagraban el 80% de sus operaciones a los
países de la Periferia con acceso ya a los mercados financieros.
Tentativa de retomar la ofensiva con la estrategia
de reducción de la pobreza.
Para intentar contrarrestar los efectos de su crisis de legitimidad a la
vez que mantienen su línea de profundización de las medidas neoliberales, las
instituciones de Bretton Woods tomaron a partir de septiembre de 1999 una nueva
iniciativa que llaman Estrategia de Reducción de la Pobreza. Piden a los
gobiernos de los PPAE que quieren obtener una aligeración de sus deudas la
elaboración de un Documento de estrategia de reducción de la Pobreza (DERP-ver
léxico-) a someter a (una parte de) la sociedad civil de su país. Oficialmente,
se trata de dar un rostro humano al ajuste estructural aumentando los gastos de
salud y de educación en lo que se refiere a las capas populares y realizando
políticas dirigidas hacia los más pobres. Pero el documento no puede en ningún
caso derogar la prosecución del ajuste estructural: aceleración de las
privatizaciones de los servicios (agua, electricidad, telecomunicaciones,
transportes públicos); privatización o cierre de las empresas industriales
públicas cuando existen; supresión de los subsidios a los productos de base
(pan u otro alimento básico....); aumento de los impuestos pagados por los
pobres por la generalización del IVA (a una tasa única del 18%, como ocurre en
la Unión Económica y Monetaria del Oeste Africano); abandono de las
protecciones aduaneras (lo que entrega a los productores locales a la
competencia de las multinacionales); liberalización de las entradas y de las
salidas de capitales (lo que se traduce generalmente por una salida masiva de
capitales); privatización de las tierras; política de cubrir los gastos en
salud y educación.
La aceptación de estas políticas por los PPAE constituye una condición sine
qua non planteada por el FMI, el BM y el Club de Paris a cambio de futuras
aligeraciones del reembolso y nuevos créditos de ajuste. El FMI amplía a
alrededor de 90 el número de países susceptibles de beneficiarse de las
Facilidades para la Reducción de la Pobreza y el Crecimiento (FRPC). Esta
política, como las precedentes, no logrará reducir realmente la pobreza. Los
pirómanos que son las instituciones de Bretton Woods prenden nuevos incendios
sociales y esperan luego de las ONGs y de las comunidades locales que jueguen
el papel de bomberos.
El Banco Mundial ha lanzado una ofensiva hacia las ONGs y ciertas autoridades
locales. Ha puesto a punto una estrategia de integración/recuperación vía lo
que llama los “soft loans” (préstamos dulces) destinados a favorecer el
microcrédito (apoyo en particular a las ONGs femeninas), a sostener estructuras
de enseñanza y de salud organizadas a un nivel local. El BM ha creado una
ventanilla de préstamos y donaciones para sostener ONGs. El BM apunta a
organizaciones locales con préstamos
principalmente para proyectos de saneamiento de aguas. La sana gestión
de los asuntos públicos se ha convertido en uno de sus temas centrales hasta el
punto que no ha dudado en citar como ejemplo en 2001 la buena gestión de la
ciudad de Porto Alegre gracias al sistema del presupuesto participativo.
Esta estrategia ofensiva del BM para cortejar a la sociedad civil y
recuperar un espacio de legitimidad produce resultados no despreciables. Una
parte de las ONGs y de las autoridades locales ha emprendido un proceso de
colaboración con el BM.
Debates en el seno del poder en los EE.UU. sobre
el futuro del BM.
La multiplicación de las crisis es tal desde 1994-95 y la capacidad del FMI
y del BM de hacerlas frente ha sido tan ampliamente puesta en duda que se
desarrolla en los EE.UU un debate a veces agrio alrededor del papel futuro de
las instituciones de Bretton Wood. Diferentes comisiones de alto nivel han
trabajado sobre el tema: en 1994, la comisión Bretton Woods presidida por Paul
Volcker (ex presidente de la Reserva Federal) contempló la posible fusión del
FMI y del BM para concluir finalmente que no era oportuno. En 1999-2000, una
comisión del Congreso presidida por Alan Meltzer, republicano, a la que estaban
asociados los demócratas proporcionó un informe que pedía una redefinición del
papel de cada una de las dos instituciones financieras internacionales.
Proponía que el BM limitara su actividad a los países más pobres del planeta,
los que no tienen acceso al mercado de capitales, mientras el FMI centraba su
actividad en los demás países de la Periferia. Las conclusiones de la comisión
Meltzer fueron rechazadas por la administración Clinton pero es cierto que la
discusión está lejos de haber concluido. No se pueden excluir conmociones.
Veremos qué orientación tomará la administración Bush, que empezado en sus
funciones en 2001. En junio 2001, ha
designado al puesto nº 2 del FMI, reemplazando a Stanley Fischer, a Anne
Krueger que se ha expresado en numerosas ocasiones de forma rotunda a favor del
campo de los neoliberales (al contrario de las orientaciones de alguien como
Joseph Stiglitz considerado como keynesiano).
En un trabajo publicado en 1998, Anne Krueger subraya las diferencias entre
los años 70 y finales de los años 90. Indica que a comienzo de los años 70, los
EE.UU. decidieron dar una gran importancia al BM y al FMI reduciendo su ayuda
bilateral y aumentando su ayuda
multilateral (Krueger 1998, p.1987 y 1999). Desde entonces, la liberalización
en el plano mundial ha reducido mucho el margen de maniobra de estas
instituciones pues los flujos de capitales privados dominan.
Por otra parte, la guerra fría ha terminado. A.Krueger señala que “hasta el
fin de la guerra fría, el apoyo político a la realización de una ayuda al
desarrollo vía las IFIs (BM y FMI) y de las agencias bilaterales provenía de
dos grupos: los de derechas motivados por problemas de seguridad, y los de
izquierda que apoyaban objetivos de desarrollo sobre una base humanitaria. Con
el fin de la guerra fría, el apoyo que provenía de la derecha se ha erosionado
y los esfuerzos del BM por extender sus actividades hacia nuevos terrenos puede
reflejar la búsqueda de un apoyo político más amplio”. (Krueger, 1998, p.2010).
Y escribe este comentario para explicar la evolución del BM: “Muchas de las
acusaciones referidas a la ineficacia organizativa del BM pueden encontrar su origen
en sus esfuerzos por extender sus actividades en todas las direcciones en todos
los países. Se puede, en efecto, considerar que implicándose en cuestiones de
medio ambiente, cooperando con las ONGs, combatiendo la corrupción y abarcando
otros asuntos, el BM ha ido bastante más lejos de sus competencias esenciales.
Haciendo esto, ha ido más allá de las capacidades de su dirección” (op.cit).
Explica que el Banco quiere continuar tocando todos los temas cuando tendría
más bien que hacer una opción entre tres decisiones: “1) proseguir su papel de
institución encargada del desarrollo, limitándose a los países realmente pobres
y retirándose gradualmente de los países de renta media; 2) proseguir su
actividad en todos los países clientes concentrándose en los “softs issues” del
desarrollo como los derechos de las mujeres, la preservación del medio
ambiente, el apoyo a las ONGs; 3) cerrar.” (Krueger, p.2006). En el estudio en
cuestión, Krueger no está a favor de la tercera opción, pero deja abierta la
discusión de las otras dos. Pero precisa que habrá que decidir tarde o
temprano. Manifiestamente, la cuestión del desarrollo no es para ella la
cuestión fundamental. A nivel del funcionamiento de las instituciones en
cuestión, es muy clara: no se trata de modificar su constitución instituyendo
el sistema de “un país un voto” (one-country one-vote). Una fusión entre BM y
FMI no es excluída pero abriría un proceso peligroso pues se debería entonces
rediscutir una nueva constitución y consiguientemente el “one-country one-vote”,
lo que según ella, hay que evitar (Krueger 1998, p.2015). Es un asunto que debe
permanecer en manos de las grandes potencias.
Conclusión.
El futuro del BM y del FMI es una
cuestión central para los movimientos sociales (lo mismo ocurre con el futuro
de las demás grandes instituciones internacionales: OMC, CNUCED, ONU,...). Lo
que está en juego es colosal. Los debates dividen tanto a los que están en el
poder como a los movimientos que buscan alternativas. Para zanjar, conviene
determinar qué instituciones internacionales pueden favorecer la satisfacción
de los derechos humanos fundamentales
en virtud de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y del Pacto sobre
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Es
interesante subrayar que el mismo vocablo aparece indiferentemente en las
recomendaciones de política económica que se refieran a los países
industrializados, al Tercer Mundo o a los países del ex-campo llamado
socialista. La ola neoliberal da nacimiento a un conjunto coherente y homogéneo
de recetas, siendo poco más o menos las mismas en el Norte y en el Sur. La
"flexibilidad" se transformó en la palabra de moda. En el Norte se
trata de hacer saltar algunos cerrojos institucionales y de disminuir
conquistas sociales que habían acompañado y sostenido el éxito de la
postguerra, ya que éstas estaban pesando en las condiciones de rentabilidad
siendo obstáculos en la acumulación capitalista. En el Sur, es la intervención
del Estado bajo todas sus formas lo que es el blanco de las "cartas de
intención" negociadas por el FMI con los países endeudados que reclaman un
arreglo de sus deudas. (Coutrot y Husson, 1993).
Si las
relaciones del FMI con los países de la periferia son antiguas, es en los años
80 luego de la emergencia de la crisis de la deuda que él les consagra una
parte importante de sus actividades y que gana en poderío. En cuanto al Banco
Mundial, como se ha visto, su intervención crece en la Periferia desde fines de
los 60.
A partir
de principios de los años 80, el BM y el FMI forman una pareja para administrar
la crisis de la deuda y poner en marcha las políticas de ajuste. En el mismo
momento se transforman en los grandes recaudadores de las deudas.
Una paradoja : aunque los
objetivos de retorno al crecimiento no se alcanzan nunca de forma duradera,
aunque la inestabilidad financiera se desarrolla parcialmente como consecuencia de las políticas del FMI y del BM,
estas dos instituciones se refuerzan. A partir de la crisis mexicana de 1994,
han que señalar sin embargo que el FMI tomó preponderancia respecto al BM en la
definición de las políticas a seguir. La preeminencia del FMI se confirma
también en la crisis asiática de 1997-98. El papel del BM se mantiene en
primera línea en lo que concierne a los países más pobres, las relaciones con
las ONGs (para “ recuperarlas ”), y los programas dirigidos a los más
pobres.
En lo
que se refiere a la palabra "ajuste" para los países del Sur, la
cuestión es saber para qué se quiere ajustar. Si se admite que la economía
mundial no es unitaria sino que está jerarquizada y que los países en
desarrollo no pueden imitar simplemente las políticas seguidas antaño por los
países industrializados, la respuesta es clara: El ajuste estructural no ofrece
realmente perspectiva de desarrollo.
Encuentran
su quintaesencia en el artículo 1 de la Carta del FMI donde se puede leer
"que se favorecerá el crecimiento equilibrado del comercio
internacional". En este sentido, los países que importan siempre mas
de lo que exportan tienen necesidad de ser sostenidos financieramente para no
ser excluidos de los intercambios internacionales. Sin préstamos, no hay
compras. Según la explicación dada por el FMI, no solamente sus intervenciones
permiten a estos países continuar participando del intercambio internacional,
sino que por medio de los programas de ajustes se les permite acrecentar esta
participación (Lenain, 1993; Christin, 1995; Norel y Saint-Alary, 1988).
Los
estatutos del FMI estipulan todavía que el debe "adoptar políticas que
ayuden a sus miembros a resolver sus problemas de balanza de pagos y que tomará
las medidas apropiadas para el uso temporario que será hecho de sus
recursos". En virtud de lo cual, el FMI interviene directamente en la
determinación de las políticas económicas de los países prestatarios.
Con
relación a la deuda, un programa de ajuste es la mejor garantía existente de
que un país podrá seguir pagando. En efecto, la gran prioridad de estos
programas son las recetas exportadoras (ingresos de exportacion). Ahora bien,
una fuerte proporción de estas recetas retoma rápidamente el camino hacia el
FMI y el BM, primeros acreedores a recuperar las sumas prestadas, y a seguir
los bancos privados (reunidos en el Club de Londres), o los Estados agrupados
en el Club de París. Los unos y los otros sacan una ventaja evidente de la
colaboración con el FMI y el BM.
Porque
los países están endeudados, el FMI y el BM pueden obligarlos (es una suerte de
chantaje económico) a reorientar de manera "apropiada" su política
macro-económica conforme a los intereses de los acreedores internacionales.
El
objetivo consiste en imponer una relación de legitimación del servicio de la
deuda manteniendo a las naciones deudoras en una sujécion que les impide
embarcarse en una política económica nacional independiente (Chossudovsky,
1994).
El
programa de ajuste estructural ha sido aplicado en gran escala. Aunque las
circunstancias que reinan en los países que deben "ajustarse" son
notablemente diferentes, la misma receta económica es aplicada a escala
planetaria. La adopción de las prescripciones del Fondo, según el acuerdo de
estabilización económica, es no solamente la obtención de préstamos junto a
instituciones multilaterales sino que da la luz verde a los Clubes de París y
Londres, a los inversores extranjeros, a las instituciones bancarias
comerciales y a los proveedores de dinero bilaterales (Lenain, 1993).
Es
evidente que el país que rechaza aceptar las medidas de política correctiva del
Fondo se encuentra confrontado con serias dificultades para remodelar su deuda
y/o para obtener nuevos préstamos al desarrollo y para tener acceso a la
asistencia internacional.
El FMI
tiene también el poder de desestabilizar seriamente la economía nacional
bloqueando el crédito a corto plazo que debe sostener el comercio de bienes de
uso corriente.
El FMI y
el BM han sido solicitados crecientemente por los poseedores de capitales del
Norte para recuperar las "malas deudas" debidas a los bancos
comerciales.
El
ingreso de dinero fresco bajo forma de préstamos a corto plazo tenía por meta
forzar a los países en vías de desarrollo a reembolsar sus deudas a los bancos
comerciales y a los Estados: dinero fresco para pagar deudas viejas
(Chossudovsky, 1994).
El
refinanciación de deudas antiguas por las instituciones financieras
internacionales fue un medio para obligar a los países del Tercer Mundo a pagar
sus deudas y también, los retrasos de sus deudas.
Por
ejemplo, luego de los motines reprimidos con sangre en 1989, cuando la
conversión de las "malas deudas" de Venezuela junto a los bancos de
New York en acciones de garantías para las instituciones financieras
internacionales, no hubo un sólo dólar del conjunto de medidas de socorro del
FMI y del BM que haya realmente entrado en Venezuela.
Más recientemente, los
préstamos concedidos a Corea, Thailandia, Indonesia y las Filipinas por el FMI
y el BM, el Banco Asiático para el Desarrollo, intentan reembolsar la deuda a
corto plazo debida por esos países (y sobre todo sus empresas privadas) a los
mercados financieros del Norte y de la región.
Los
préstamos de las instituciones financieras internacionales (incluyendo los
bancos regionales de desarrollo ligados al BM) son acordados bajo la forma de
apoyo a la balanza de pagos, es decir que consisten en capitales prestados a
corto plazo para financiar las importaciones. Estos préstamos son
invariablemente acompañados de condiciones que imponen una cierta política a seguir. En otras
palabras estos préstamos tienen un carácter político y son acordados por las
instituciones a condición que el gobierno nacional adopte un programa de
estabilización económica y de reformas de estructura económica en acuerdo con
las exigencias del prestador.
Los acuerdos contenidos en estos préstamos de
carácter político implican explícitamente la desmovilización de los recursos
internos; no están nunca adjuntos a un programa de inversiones como en el caso
de los préstamos convencionales.
Nota del autor : para esta parte del texto y la descripción de las dos fases del ajuste del
capítulo 12, me he inspirado en la exposición de Michel Chossudovsky que se
encuentra en las dos publicaciones siguientes : La pauvreté des nations, Revista
CADTM, 1994 y The globalisation of Poverty, 1997. He aportado elementos de
los que Michel Chossudovsky no puede en ningún caso ser considerado
responsable.
Invariablemente, reformas
substanciales son exigidas antes que el préstamo de ajuste estructural sea
negociado.
El gobierno debe proveer al
FMI de pruebas de que está "seriamente ocupado en poner en marcha una
reforma económica" antes que las negociaciones del préstamo tengan
lugar realmente.
Este
proceso encuentra frecuentemente su marco en lo que se llama "el programa
secreto del FMI" donde se imponen las líneas políticas centrales y se dan
los consejos técnicos a los gobiernos sin que ellos tengan antes el menor apoyo
formal para la intermediación de un préstamo. Se considera que el gobierno debe
adoptar de manera satisfactoria el "programa secreto" del FMI antes
de entablar la negociación formal sobre el préstamo (Chossudovsky, 1994, 1997).
Una vez
que está acordado el préstamo, las realizaciones políticas están estrechamente
controladas todos los trimestres por las instituciones de Washington.
Los
desembolsos son hechos en varias cuotas y pueden interrumpirse si las reformas
no "marchan sobre riel".
Es bueno
señalar que existe un estrecho vínculo entre el FMI y el BM a propósito de la
puesta en marcha del programa de ajuste estructural.
En
numerosos países endeudados, el gobierno hace un esquema de sus prioridades en
lo que se llama "carta de intención" ("Policy Framework
Paper", PFP). El contenido de este documento es oficialmente determinado
por el gobierno del país prestatario, pero en los hechos siempre es escrito
bajo la supervisión de las instituciones de Bretton Woods.
Existe
entonces un reparto claro de tareas entre los dos organismos hermanos:
-
el FMI se ocupa de las negociaciones claves de política estructural tomando
en cuenta las tasas cambiarias y el déficit presupuestario.
-
el BM por su lado, está implicado en el proceso de reforma estructural por
su oficina de representantes en cada país y por sus numerosas misiones
técnicas. Por otro lado, el BM está también presente en la mayoría de los
ministerios importantes que establecen el marco específico de ajuste
estructural. Las reformas en materia de salud, educación, industria,
agricultura, transporte, medio ambiente,... están todas bajo el control del BM.
Diferentes
facilidades de préstamos son usadas por las instituciones de Bretton Woods a
condición de que cierta política sea seguida.
El
ajuste estructural es frecuentemente considerado como subdividido en dos fases
distintas. La estabilización macro-económica "a corto plazo"
comprendiendo la devaluación, la liberación de los precios y la austeridad
fiscal, es seguida por la puesta en marcha de un cierto número de reformas
estructurales más fundamentales (y designadas como "necesarias").
A
menudo, sin embargo, estas reformas estructurales son ejecutadas paralelamente
con el proceso de "estabilización económica".
La
devaluación y la unificación del tipo de cambio (incluyendo la eliminación de
los controles de cambio y los tipos de cambio múltiples) constituyen un
instrumento esencial de la política central. La devaluación, es preciso
remarcarlo, es explícitamente puesta en marcha por las instituciones de Bretton
Woods. El FMI juega un rol político clave en las decisiones de devaluación.
El tipo
de cambio regula los precios reales pagados a los productores directos lo mismo
que el valor real de los salarios. Estos últimos son comprimidos como
consecuencia de un aumento de precios del mercado interno y de la desindexación
de los salarios impuesta por el FMI.
En
algunos casos, la devaluación ha sido la base de una reactivación a corto plazo
del conjunto de la agricultura comercial dirigida hacia el mercado de exportaciones.
Pero con frecuencia los beneficios van solamente a las grandes plantaciones
comerciales y a los exportadores agroindustriales.
Estas
devaluaciones son a menudo llamadas en la Africa francófona de
"devaluaciones tam tam" porque los poseedores de capitales locales,
las clases acomodadas en general, tienen tiempo para prepararse comprando
divisas fuertes antes de la devaluación. Cuando la devaluación del 50% del
franco CFA aplicada enero de 1994 en 13 Estado africanos, los poseedores de
capitales que habían cambiado a tiempo sus CFA en divisas fuertes han visto
duplicar su capital de un solo golpe.
Para un
país, las ganancias a corto plazo de la devaluación son indefectiblemente
relativizadas cuando las otras naciones del Tercer Mundo, en competencia, son a
su turno forzadas a devaluar. La devaluación de la moneda es frecuentemente
exigida como condición previa a la negociación de un préstamo de ajuste
estructural.
El FMI
impone líneas directrices precisas y toma en consideración el déficit
presupuestario así como la composición de los gastos gubernamentales. Estas
líneas directrices afectan a la vez los gastos operativos y los gastos de
desarrollo. Las instituciones de Bretton Woods imponen despidos de empleados
del sector público y cortes drásticos en los programas para el sector social.
Estas
medidas de austeridad afectan a todas las categorías de gastos públicos.
En el
inicio de la crisis de la deuda, las instituciones financieras internacionales
limitaban su intervención a ésto: fijaban un objetivo para el déficit
presupuestario buscando rescatar ingresos del Estado para el pago del servicio
de la deuda. Desde finales de los 80, el BM dirige estrechamente la estructura
de los gastos públicos por medio de lo que se llama "revisión de los
gastos públicos" (Public Expenditure Review). En este contexto, la
composición de los gastos de cada ministerio está bajo la supervisión de las
instituciones de Bretton Woods. El BM recomienda una "transferencia
efectiva de costos" de categorías de gastos regulares hacia gastos que
"apunten a un objetivo". Según el BM, la "supervisión de
los gastos públicos" tiene como meta "promover la disminución de
la pobreza mediante costos efectivos y eficaces".
La
estructura de gastos "apuntando a un objetivo" se aplica
también a las inversiones. El Programa de Inversión Pública (Public Investmen
Programme) que está también bajo la supervisión del BM, exige de los gobiernos
que reduzcan de manera drástica el número de sus proyectos de inversiones. Se
utiliza el concepto de "inversiones para contribuir a un objetivo",
se reduce al mínimo la constitución del capital para la necesaria
infraestructura económica y social.
En lo
que concierne a los sectores sociales, las instituciones financieras
internacionales insisten sobre el principio de recuperación de costos a través
de los usuarios (los pacientes que recurren a los servicios de salud, los
padres de los niños que se educan) y en el retiro gradual del Estado con
relación a los servicios básicos, la salud y la educación. El concepto de
"préstamo acordado con la condición de contribuir a un objetivo"
en los sectores sociales es aplicado a lo que llaman "grupos
vulnerables".
Las
medidas de austeridad en los sectores sociales requieren un resbalón de los
programas regulares hacia programas sometidos a la prosecución de objetivos
impuestos y esto es ampliamente responsable de la ruina en sectores como
escuelas, clínicas y hospitales. Al mismo tiempo, estas medidas proveen una
apariencia de legitimidad a las instituciones basadas en Washington.
El FMI
aplica el concepto de blanco móvil al déficit presupuestario. Una meta del 5%
del PNB es fijada al comienzo; cuando el gobierno alcanza este objetivo, en
negociaciones ulteriores o cuando se negocia el acuerdo del préstamo, el FMI
baja el objetivo al 3,5% con el pretexto que el plan de gastos del gobierno es
inflacionista. Una vez que el objetivo del 3,5% es alcanzado, el FMI exige la
reducción del déficit presupuestario al 1,5%... El móvil esencial de este
ejercicio es evidente: liberar los ingresos del Estado para que puedan pagar el
servicio de la deuda externa. (Chossudovsky, 1997, p. 60).
Esta
medida consiste en la eliminación de los subsidios y/o de los controles sobre
los precios. El impacto sobre el nivel de los salarios reales (sean en el
sector formal o informal) es inmediato. La desregulación de los precios de
cereales de uso doméstico y la liberalización de las importaciones de reservas
alimenticias son también elementos esenciales de este programa. Los productos
agrícolas europeos o norteamericanos beneficiados con subvenciones (PAC -
Política Agrícola Común - en el caso de la UE) invaden los mercados locales.
Esto reduce los ingresos de los productores locales o los llevan simplemente a
la quiebra. No es raro ver entonces sobreproducciones del Norte revendidos en
el Sur en un marco de un verdadero dumping.
El
programa de liberalización hace sentir sus efectos sobre los precios de lo que
entra en el país y sobre los precios de las materias primas. Combinado con la
devaluación, las medidas tomadas conducen a alzas substanciales de los precios
domésticos de los elementos vitales (fertilizantes, herbicidas, granos,
equipamientos, etc.) y tienden a tener un impacto económico inmediato en la
estructura de costos en la mayoría de los rubros de la actividad económica.
El
precio del combustible es regulado por el Estado bajo supervisión del Banco
Mundial. El alza de los precios de los carburantes y de los servicios públicos
(a menudo del orden de los varios cientos de %) tiene por resultado
desestabilizar los productores nacionales. El precio interno elevado de la
gasolina, con frecuencia está más elevado que los precios del mercado mundial y
repercute en la estructura de costos de la industria doméstica y la
agricultura. Los costos de producción sin así inflados más allá de los precios
nacionales lo que lleva a gran número de sociedades a la quiebra.
En
varios países en vías de desarrollo el precio elevado de la gasolina contribuye
a obstaculizar el transporte de bienes al interior del país. El costo elevado
de los transportes impuesto por las instituciones financieras internacionales,
es uno de los factores que impide a los pequeños productores locales vender sus
productos en el mercado de la ciudad donde la competencia es directa con los
productos agrícolas importados de Europa y de América del Norte.
Además,
el BM está lanzado una ofensiva para que toda suerte de servicios prestados por
el Estado paguen lo que deben y/o sean transferidos al sector privado. No se
trata solamente de la salud o la educación (ver mas adelante) sino también de
las comunicaciones: rutas, electricidad, agua. "El hecho de que aún los
pobres estén dispuestos a pagar por la mayor parte de los servicios de
infraestructura, hace por lo tanto más posible la institución de un servicio de
pago. La intervención del sector privado en el ámbito de la gestión, de la
financiación o de la propiedad será, en la mayoría de los casos, necesaria para
dar un giro comercial a la explotación de infraestructura (los negritos son
nuestros, NDLR)" (BM, 1994, p. 3).
El FMI
impone la disminución de los salarios reales desindexando los salarios y
liberalizando el mercado de trabajo. Esto exige la eliminación en los convenios
colectivos de cláusulas de ajustes según el costo de vida y de intentar poner
fin a la definición legal de los salarios mínimos. Es preciso remarcar que en
tanto en los países atrasados los salarios representan del 1/10 al 1/20 de los
salarios pagados en los países capitalistas avanzados, el programa de ajuste
estructural hace subir los precios de bienes domésticos corrientes, que
alcanzan así los precios existentes en las economías de los países capitalistas
desarrollados (y en algunos casos los sobrepasan).
La
puesta en marcha de la llamada "estabilización macroeconómica" (la
cual es la condición para obtener un financiación del FMI y la renegociación de
la deuda externa a través de los Clubes de París y de Londres) es
indefectiblemente seguida por la aplicación de las reformas estructurales
"necesarias".
El FMI y
el BM se reparten las tareas. Estas reformas económicas "necesarias"
son "promovidas" por los préstamos de ajustes estructurales
(Structural Adjustment Loans) del BM y por los préstamos de ajustes
sectoriales (Sectoral Adjustment Loans). El conjunto de las medidas de reforma
estructural se presenta a grosso modo como:
La
eliminación de las barreras tarifarias proteccionistas es concebida como la vía
para hacer la economía nacional más "competitiva". En realidad, la
liberalización del comercio ayuda al hundimiento de la producción industrial
destinada al mercado interno y al desprendimiento de capital realmente
productivo por efecto del despojo.
Esta
medida consiste en imponer la privatización de los bancos públicos de
desarrollo y a desregular el sistema bancario comercial. El banco central
pierde el control de la política monetaria: las tasas de interés son
determinadas en el mercado libre por los bancos comerciales. Vale la pena
recordar que según los acuerdos firmados en 1993, los bancos comerciales
extranjeros están autorizados a entrar libremente en los sectores bancarios
nacionales. La tendencia es a la desestabilización de las instituciones
bancarias nacionales, sean del Estado o privados.
El FMI
impone así importantes subas de las tasas de interés, reales o nominales. La
suba de las tasas de interés repercute sobre los precios internos. Esta
política conduce al hundimiento del crédito, tanto para la agricultura como
para la industria del país. Los empresarios locales son desincentivados por las
altas tasas de interés y las capas populares, incluso las capas medias, ven
disminuir y mucho su acceso al crédito, lo que tiene un efecto depresivo sobre
el consumo. El crédito a corto plazo se mantiene para el comercio exterior,
pero el sector bancario nacional tiende a separarse de la economía real. La
política de altos intereses practicada en países como Brasil y México movilizan
el capital rentario -otro efecto de despojo.
La
financiación de diversas actividades no productivas incluye a aquellas
relacionadas con el comercio ilegal y provoca un aflujo de dinero sucio. El
blanqueamiento de este dinero es incentivado y facilitado de hecho por estas
reformas (desregulación, abandono del control de cambios...).
La
privatización de las empresas del Estado está siempre ligada a la renegociación
de la deuda externa del país. Aquellas que dan beneficios son retomadas por el
capital extranjero o por consorcios y el fruto de estas ventas es orientado
hacia los Clubes de Londres y París. Los acreedores internacionales y las
multinacionales obtienen así el control sobre las empresas del Estado y no
hacen prácticamente ninguna inversión real (ver mas adelante el capítulo sobre
Argentina). Cuando un gran número de países vende al mismo tiempo sus empresas
públicas, su precio se desploma.
Como
consecuencia del programa de privatización y de la reforma del sistema
bancario, el FMI exige dejar el campo libre a los movimientos de capitales. Se
atienden así dos objetivos:
a) las sociedades
extranjeras pueden repatriar sus ganancias hacia el Norte en divisas;
b) se incentiva,
mediante la impunidad, el "repatriamiento" hacia el Sur de los
capitales depositados en cuentas secretas, comprendidas grandes cantidades de
dinero sucio. Orientados hacia el mercado intra-bancos, son enseguida
convertidos en dinero local para la compra de bienes estatales y de terrenos públicos
que las instituciones de Bretton Woods destinan a la venta en el marco de la
privatización.
Los
cambios buscan minar la producción interna, tanto del lado de la demanda como
de la oferta. La introducción de un impuesto al valor agregado (IVA) o de un
impuesto sobre las ventas, los cambios en la estructura de los impuestos
directos, significan un pesado fardo para los grupos de ingresos medios. El
empadronamiento (legalización) de los pequeños productores, de los
trabajadores/vendedores informales hace parte de la política del Banco Mundial
para aumentar los impuestos.
Uno de
los autores favorables a la política fiscal pregonada por el FMI la presenta de
la manera siguiente: "El FMI incentiva a los países en desarrollo a
emprender reformas fiscales con el fin de permitir una mejor distribución de
sus recursos económicos. Demanda así la eliminación del impuesto a la renta, ya
que él engendra distorsiones costosas en la distribución de recursos, incita al
fraude fiscal y entraña cargas administrativas elevadas para su cobro. Las
reformas fiscales recomendadas por el FMI incluyen igualmente el reordenamiento
del arancel sobre el comercio externo" (Lenain, 1993, p. 55). Patrick
Lenain ha sido funcionario del FMI, sus argumentos eximen comentarios.
Esta
política consiste en emitir títulos de propiedad de la tierra al mismo tiempo
que se sube el piso de acceso a estas propiedades. Esta medida incentiva la
concentración de las tierras en manos de algunos, los más ricos, los pequeños
productores tienden a renunciar a la tierra o a hipotecarla para finalizar en
transformarse en aparcero, en obreros agrícolas estacionarios o por tomar
camino a la ciudad. Es un atentado al derecho habitual a la tierra (en Africa o
en la India, por ejemplo), o a conquistas de transformaciones revolucionarias
auténticas (en el caso de México en los años 90, se trata de la reforma del
artículo 27 de la Constitución sobre el ejido, ver el capítulo sobre México).
La privatización
de las tierras sirve así al pago de la deuda. En efecto, las ventas públicas de
tierras generan ingresos para el Estado que son orientadas hacia los acreedores
internacionales. Estas operaciones sirven así al blanqueamiento de capitales
sucios, sin que sean puestos en cuestión.
El FMI y
el BM recomiendan flexibilizar las reglamentaciones del mercado de trabajo.
Estas instituciones explican que las rigideces institucionales limitan la
movilidad y la reafectación de la mano de obra y son entonces fuentes de
desocupación (Lenain, 1993, p. 58; Decornoy, 1995; Valier, 1996). El Banco
Mundial consagró, en 1995, todo su Informe sobre el Desarrollo en el Mundo a la
cuestión del trabajo bajo el título "El mundo del trabajo en una economía
sin fronteras" (BM, 1995). Este informe no contiene propuestas
matizadas, al contrario: "La búsqueda de una mayor movilidad de los
trabajadores conducirá frecuentemente a aplicar medidas que permitirán al
proceso de destrucción de empleos -el cual implica despidos en el sector
público- seguir su curso" (¡sic!) (BM, 1995, p. 8).
Para el
BM no sirve para nada el poner en marcha o en mantener la indemnización por
desocupación por un período prolongado. Ésta última es una fuente de
desocupación. El BM da la siguiente definición de una "política de
mercado de trabajo voluntarista": "Política que busca ayudar a
los despedidos a reencontrar trabajo o a mejorar las perspectivas futuras de
los que trabajan; ella comprende la ayuda a la búsqueda de trabajo, la formación
y las iniciativas de creaciones de empleos"; por el contrario, "una
política pasiva busca sostener el nivel de vida de aquellos que no trabajan
mediante ayudas monetarias o de otro tipo" (BM, 1995, p.VIII).
Respecto
a los salarios, el BM se pronuncia sin equívocos por la supresión del salario
mínimo en los países del Tercer Mundo. El BM parte del postulado siguiente:
allí donde el salario mínimo existe él es "muy elevado con relación a
los ingresos del país y a los otros salarios, de suerte que aún un ligero
aumento reduciría el empleo" (BM, 1995, p. 88). La conclusión sin
apelación es: "La institución del salario mínimo puede tener su
utilidad en los países industrializados, pero es difícil de justificar en países
de ingresos chicos o intermedios" (BM, 1995, p. 93).
Según el
BM los sindicatos acentúan los "privilegios" de los
trabajadores del sector formal y en consecuencia, "hacen el juego del
reparto de ingresos" en detrimento de la "multitud de los que
forman la población activa del sector informal y del sector rural" (BM,
1995, p. 95). El BM agrega que “los sindicatos a veces ponen todo su
poder político contra el ajuste estructural" (BM, 1995, p. 96). No
obstante concede que los sindicatos son tolerables: "No es necesario
dejar de reconocer los derechos de los trabajadores para procurar un
crecimiento de sus ingresos" (BM, 1995, p. 101).
El BM se
ha empeñado estos últimos años en la reforma de los sistemas de pensión y defiende
activamente el sistema de ahorro de pensión mediante capitalización de forma de
desarrollar los fondos de pensión privados. Éstos, alentados por el BM y el
gran capital, se desarrollaron principalmente en Brasil, Chile y México. En
Brasil algunos ya conocen problemas, sus administradores están implicados dos
por tres en escándalos de corrupción.
Las
instituciones de Bretton Woods han abandonado la idea de erradicar o de reducir
la pobreza de manera general. Se trata ahora de "administrar la
pobreza" para que sea "sustentable". Al mismo tiempo que
se efectúan cortes en los presupuestos sociales, se definen programas volcados
a los más pobres. Este sistema pretende ser más eficaz pero estos programas
están combinados con la "recuperación de costos" y la "privatización"
de la salud y la educación (los medicamentos, las consultas médicas, la
inscripción escolar hay que pagarlas ahora).
El
Estado se retira y numerosos programas, antaño bajo jurisdicción de
ministerios, son cada vez más administrados por organizaciones civiles, las ONG
que han gradualmente tomado por su cuenta las funciones de los gobiernos
locales. Puesto que los fondos están congelados, la producción a pequeña escala
de proyectos artesanales, la subcontratación para firmas exportadoras, la
formación en las comunidades de base, los programas de trabajo, etc., están en
manos de la "Red de Seguridad Social". Se asegura así una
supervivencia frágil de la población en el ámbito local conteniendo al mismo
tiempo el riesgo de un levantamiento social.
Aunque
el BM se defiende y lo niegue, el otorgamiento de préstamos a partir de los 90
han tenido explícitamente condicionantes políticos: entre ellos la "gobernabilidad".
Si bien que la aplicación de los PAE exige indefectiblemente el refuerzo de un
aparato de Estado autoritario, una fachada de "democratización"
es exigida como colorario del mercado "libre".
A partir
de comienzos de los 90, después que la aplicación de los PAE han provocado
varias revueltas populares en varios países, la gobernabilidad se transformó en
un tema que se aborda sistemáticamente en el BM. En efecto, las autoridades del
país que aplican el PAE pierden legitimidad a los ojos del pueblo en la medida
en que ellos aparecen como abandonando su autonomía frente a las instituciones
financieras internacionales. El BM responde a esta situación se aparta del
problema echando a los defectos de los regímenes de los países la
responsabilidad de los disturbios populares. El tema de la gobernabilidad es un
instrumento suplementario de sujeción de los países endeudados.
En 1990
Barber Conable presidente del BM de 1986 a 1991 hizo la siguiente declaración
ante algunos gobernadores africanos del Banco: "Permítanme ser franco:
la incertidumbre política y la arbitrariedad en países del Africa Subsahariana
son obstáculos mayores a su desarrollo (...). Diciendo esto, yo no hablo en
política, sino que defiendo una transparencia y una responsabilidad profunda
del respeto a los derechos humanos y de la ley. La gobernabilidad está ligada
al desarrollo económico, y los países aportadores de dinero indican cada vez
más que cesarán de apoyar a sistemas ineficaces que no responden a las
necesidades elementales de la población" (citado por Lancaster, 1993,
p. 10).
El tema
de la gobernabilidad ofrece otras dos ventajas al BM. Primeramente responde a
las críticas internacionales cada vez vivas, diciendo que se preocupa de la
buena gestión de los medios otorgados a los regímenes implicados de forma que
la "ayuda" llegue a los grupos sociales a los que va. En segundo
lugar, busca puntos de apoyo nacionales por fuera de las autoridades para
alcanzar sus objetivos: las ONG locales y extranjeras, los medios, los poderes
religiosos, las cámaras patronales. La gobernabilidad toma tal importancia en
la marcha del BM que le consagró en 1992 un informe especial titulado:
"Gobernabilidad y desarrollo" (BM, 1992).
Cómo
definir la gobernabilidad. Jean Leca responde de la manera siguiente:
"La
conformidad de los gobernados resulta de un proceso complementario al de cambio
instrumental de recursos: la constitución de una reserva de legalidad (en
un marco de sumisión, agregamos nosotros, NDLR) que permite aceptar
provisoriamente un cambio desfavorable. (...) Se hablará entonces de la
legitimación del poder como un proceso por el cual los gobiernos producen (o
usan), uno (o varios) sistema(s) de justificación que le permite(n) recurrir en
caso de necesidad a otros centros de poder social para obtener una obediencia
efectiva" (Leca, 1985, p. 19).
En realidad, desarrollar la
gobernabilidad no implica de ninguna manera la democracia, implica sí la
instrumentación de políticas para obtener el consentimiento de los oprimidos.
La OCDE proporciona un vade
mecum para los gobiernos
En un documento destinado a los gobernantes, Christian Morrisson, funcionario de la OCDE, prodiga sus recomendaciones. Es alucinante. El texto no necesita grandes comentarios. Veamos algunos extractos (los intertítulos son de la redacción).
Precisiones sobre el objetivo del informe titulado La factibilidad del
ajuste (Morrison 1996): “El Centro de Desarrollo se esfuerza por
identificar y analizar los problemas que van a plantearse a medio plazo tanto
para los países miembros de la OCDE como para los países no miembros, sacando
de ello líneas de acción para facilitar la elaboración de políticas adecuadas.
Esta serie de Cahiers de polítique économique
presenta los resultados de los trabajos de investigación del Centro y
está destinado más particularmente a los responsables políticos y a quienes
toman decisiones concernidos por las recomendaciones que son hechas en él.
Las políticas de estabilización económica y de
ajuste pueden provocar disturbios sociales, incluso poner en peligro la
estabilidad de los países. En este Cahier de politique économique son
analizadas las consecuencias políticas de tales programas. Se deduce de cinco estudios en profundidad y de dos
muestras importantes de países, en América Latina y en Africa, que los costes
políticos en términos de huelgas, de manifestaciones o revueltas son muy
diferentes de una medida de estabilización a otra. Estas investigaciones han
permitido definir y precisar las características de un programa de
estabilización políticamente óptimo que, para un mismo resultado, minimiza los
riesgos políticos”
(Morrisson 1996, p.3).
“La distinción entre la estabilización y el ajuste
estructural es políticamente importante. En efecto, el programa de
estabilización tiene un carácter de urgencia y comporta necesariamente muchas
medidas impopulares puesto que se reducen brutalmente las rentas y el consumo
de los hogares disminuyendo los salarios de los funcionarios, las subvenciones
o el empleo en la construcción. En cambio, las medidas de ajuste estructural
pueden ser aplicadas a lo largo de muchos años y cada medida provoca al mismo
tiempo ganadores y perdedores, de forma que el gobierno puede apoyarse
fácilmente en una coalición de beneficiarios para defender su política” (Ibidem p.5)
“En caso de ajuste, un gobierno puede compensar la
bajada de popularidad debida a las reducciones de gastos mediante la represión
en caso de disturbios, pero ésta conlleva numerosos costes (aumento de la
dependencia del ejército, o reacciones negativas en el extranjero)” (Ibidem p.9).
Timing (ritmo)
“Se observa, con un intervalo de tres a seis
meses, una ligazón estrecha entre el anuncio de las medidas de estabilización y
los disturbios, las huelgas o las manifestaciones. Este intervalo es
interesante pues prueba que, contrariamente a la hipótesis de anticipaciones
racionales, las reacciones políticas tienen lugar en el momento de la
aplicación de las medidas más que cuando se anuncian” (Ibidem p.10).
Hassan II , un ejemplo a seguir
“Sin embargo, hay casos de éxito en los que un
gobierno llega a evitar este riesgo, como en Marruecos en 1983-85. Dos
elementos explican este éxito político: la prudencia (subidas de precios
moderadas y escalonadas en el tiempo) y una buena estrategia de comunicación
(por ejemplo: el rey proclamó que se debía proteger a los pobres contra el
ajuste con el tema “si a la austeridad, no a la pauperización”)”. (ibidem p.15)
Lo más fácil de imponer
“Una política monetaria restrictiva, cortes
brutales de inversión pública o una reducción de los gastos de funcionamiento
no hacen correr ningún riesgo al gobierno. Ello no significa que estas medidas
no tienen consecuencias económicas o sociales negativas pero razonamos aquí en
función de un único criterio: minimizar los riesgos de disturbios” (ibidem p. 16).
“Los recortes en los presupuestos de inversión no
suscitan habitualmente ninguna reacción, incluso cuando son muy severos: 40% en
Marruecos en tres años, 40% en Costa de Marfil en dos años, 66% en Venezuela de
1982 a 1985 y 60% en Filipinas en dos años” (ibidem p.17).
Errores a evitar
“Un programa que afectaría de forma
igual a todos los grupos (es decir que sería neutro desde el punto de vista
social) sería más difícil de aplicar que un programa discriminatorio, que hiciera soportar el ajuste a ciertos
grupos y sin afectar a otros para que éstos apoyen al gobierno”.
Un poder que ejerce un monopolio sobre el
ejecutivo, el legislativo y el movimiento sindical: es mejor
“En caso de prueba, el peso político excepcional
de un jefe de estado representa un capital determinante para el éxito del
ajuste. Ciertamente, los gobiernos tienen siempre reales capacidades de
resistencia gracias a las fuerzas del orden. Pero cuando los disturbios pueden
hacer que el régimen se tambalee, la autoridad del jefe del estado es una baza
muy importante. Fue el caso de Marruecos, Costa de Marfil y Venezuela: el
presidente tenía esa autoridad en 1990 porque el mismo partido controlaba la
presidencia, el Parlamento y el principal sindicato” (ibídem p.18)
Privatizar y despedir masivamente: es factible
“El problema
de la reforma de las empresas públicas se trate de reestructuración o de
privatización, está planteado en varios países y suscita siempre fuertes oposiciones porque se ponen en cuestión
numerosos intereses.
Sin embargo, en ciertos casos, los gobiernos
consiguen aplicar planes de reestructuración que serían rechazados en los
países desarrollados. Así, en Bolivia, el presidente Paz tomó en 1987 medidas
draconianas: las dos terceras partes de los asalariados de la empresa pública
encargada de la extracción del estaño fueron despedidos porque esta empresa era
responsable de la tercera parte del déficit público total. Esta decisión conllevó una serie de huelgas y de
manifestaciones, pero el gobierno aguantó frente a los mineros y siguió aún en
el poder durante tres años” (ibidem, p.20)
Utilizar la amenaza que constituye el FMI
“Recordemos que todo ajuste es una operación
políticamente arriesgada. Por un lado, la oposición va a imputar en totalidad
los costes del ajuste al gobierno. Por otro, si el gobierno, por temor a la
oposición, espera a la crisis financiera para ajustar, tendrá mucho menos
margen de maniobra, en caso de crisis política. Pero como no puede ya en
principio hacer concesiones dados sus compromisos con el FMI, el gobierno puede
responder a los opositores que el acuerdo llevado a cabo con el FMI se impone a
él, lo quiera o no”
(ibidem p.22).
“El gobierno puede explicar que, al imponer el FMI
una bajada del 20% de la masa salarial, la única opción posible es despedir o
reducir los salarios y que prefiere la segunda opción en interés de todos” (ibidem p.29).
Consejos a los gobiernos del Sur y del Norte para
debilitar al sindicalismo
“Si los asalariados de las empresas parapúblicas
están bien organizados, pueden oponerse eficazmente a la decisión del gobierno (de privatizar o de despedir masivamente,
ndlr). Toda política que debilitaría estos corporativismos (señalar que
Morrisson utiliza el término “corporativismo” para designar manifiestamente el
movimiento sindical, ndlr.) sería deseable: desde un punto de vista
económico, esto eliminaría obstáculos al crecimiento y, políticamente, el
gobierno ganaría una libertad de acción que puede serle preciosa en período de
ajuste. Se objetará que esta política provocará resistencia pero vale más que
el gobierno libre ese combate en una coyuntura económica satisfactoria que en
caso de crisis cuando está debilitado. Esta política puede tomar diversas
formas: garantía de un servicio mínimo, formación de un personal cualificado
complementario, privatización o división en varias empresas que se hacen la
competencia cuando es posible” (ibidem p.23).
Medidas a evitar
“La primera precaución tomar es evitar una política laxa en período de prosperidad pues
crea derechos que luego es difícil poner en cuestión” (ibidem p.26).
“Muchos habitantes de los suburbios de chabolas o
de los barrios pobres experimentan un sentimiento de frustración y de exclusión
en relación al resto de la población urbana. El saqueo y el robo de los
almacenes en los barrios elegantes les permite expresar ese sentimiento. Si una
medida de estabilización –el recorte de las subvenciones por ejemplo- conlleva
un alza repentina de los precios de los
bienes más necesarios, estas poblaciones van a reaccionar manifestando con
violencia su desesperación. En efecto, esta medida reduce brutalmente su nivel
de vida ya muy bajo y llegados a ese punto, los pobres ya no tienen nada que
perder” (ibidem p.26).
“Hay que, como en Marruecos en 1983-84, subir en primer lugar los precios de los productos
intermedios y no los de los productos básicos consumidos por los hogares
pobres. Si los precios de los productos básicos son aumentados, hay que
llevarlo a cabo mediante subidas moderadas (menos del 20%) y espaciadas en el
tiempo” (ibidem p.27)
Huelga de los enseñantes: no peligrosa pero...
“La huelga de los enseñantes no es, como tal, un
peligro para el gobierno pero es indirectamente peligrosa puesto que libera a
la juventud para que se manifieste” (ibidem p.30).
Para bajar los salarios: dividir para reinar
“Se pueden suprimir las primas en algunas
administraciones siguiendo una política discriminatoria para evitar un frente
común de todos los funcionarios. Evidentemente, está desaconsejado suprimir las
primas dadas a las fuerzas del orden en una coyuntura difícil en que puede
haber necesidad de ellas” (ibidem p.30)
“Nada es más peligroso políticamente que tomar
medidas globales para resolver un problema macroeconómico. Por ejemplo, si se
reducen los salarios de los funcionarios, hay que bajarlos en un sector,
bloquearlos en valor nominal en otro e incluso, aumentarlos en un sector clave
políticamente” (ibidem
p.31)
Medidas fáciles de tomar
“Se pueden recomendar numerosas medidas que no
crean ninguna dificultad política. Para reducir el déficit presupuestario, una
reducción muy importante de las inversiones públicas o una disminución de
funcionamiento no conllevan riesgo político. Si se disminuyen los gastos de
funcionamiento, hay que vigilar no disminuir la cantidad de servicio, aunque la
calidad baje. Se puede reducir, por ejemplo, los créditos de funcionamiento a
las escuelas o a las universidades, pero sería peligroso restringir el número
de alumnos o de estudiantes, pues las familias reaccionarán violentamente a una
negativa de inscripción de sus hijos, pero no a una bajada gradual de la
calidad de la enseñanza y la escuela puede progresivamente y puntualmente
obtener una contribución de las familias o suprimir tal actividad. Esto se hace poco a poco, en una escuela
pero no en el establecimiento vecino, de tal forma que se evita un descontento
general de la población” (ibidem p.30).
Por un poder fuerte
“Para que un gobierno tenga el margen de maniobra
necesario para ajustar, debe ser apoyado por uno o dos grandes partidos
mayoritarios y no por una coalición de pequeños partidos, lo que conduce a
preferir el escrutinio uninominal al escrutinio proporcional para la elección
al parlamento (o por lo menos a aconsejar una combinación de los dos modos de
escrutinio). Otros medios que permiten reforzar el ejecutivo como la
posibilidad de poderes especiales temporales o un control ex post por el poder
judicial, a fin de evitar que algunos jueces pudieran bloquear ex ante la
aplicación del programa. El referéndum puede ser un arma eficaz para un gobierno
cuando es él el único que tiene la iniciativa del mismo” (ibidem p.34).
Los
establecimientos de educación se degradan, algunos cierran sus puertas y los
profesores son despedidos por falta de fondos o se les paga con meses de
retraso. Esta falta de fondos operacionales es compensada por la exigencia de
matrículas de inscripción, fondos recaudados por asociaciones de padres,
comunidades locales... Este proceso implica la privatización parcial de
servicios sociales esenciales con la exclusión de facto de amplios sectores de
la población (particularmente en las regiones rurales).
Las
condiciones explícitas de los préstamos de ajuste del sector social del Banco
Mundial son el congelamiento de los diplomados en las escuelas de formación y
el aumento del número de alumnos por profesor. Se reduce el presupuesto de la
enseñanza. Los niños no pasan más que una seme jornada en la escuela. Se crean
así las "clases de doble turno": cada profesor debe ocuparse de dos
clases, una de mañana y otra por la tarde (N`Diaye, 1995). Uno ocupa ahora
entonces el trabajo de dos profesores. Las economías realizadas por los despidos
son volcadas hacia los acreedores oficiales.
Estas
iniciativas procuran "la eficacia de los costos", y no obstante, son
consideradas como insuficientes: en Africa Subsahariana, algunos proveedores de
fondos han recientemente propuesto una fórmula que consiste en eliminar el
salario del profesor mediante un pequeño préstamo que le permita construir su
"escuela privada".
En
conformidad con este plan, el Ministerio de Educación que sin embargo
responsable del nivel de "calidad" de la enseñanza.
En
Africa la tasa de inscripción en las escuelas primarias había hecho un
extraordinario avance entre 1965 y 1988 donde había pasado del 41 al 79%, pero
en 1988 volvió a caer al 67% (PNUD, 1992, p. 43).
En
Zambia entre 1990 y 1993 el gobierno ha gastado 37 millones de dólares para la
enseñanza primaria, en tanto que pagaba 1 300 millones de dólares para el
servicio de la deuda. Dicho de otro modo, por cada dólar invertido en la
enseñanza primaria, el gobierno enviaba 35 al exterior para pagar la deuda. En
1995 el gobierno gastaba 6 veces menos por educación primaria por habitante que
10 años antes. De hecho, el 80% de los costes de la escuela primaria estaban a
cargo de las propias familias.
Las
instituciones internacionales pretenden que los subsidios del Estado a la salud
crean indeseables "distorsiones del mercado" que "favorecen a
los ricos". Por otro lado por razones de mayor "equidad" y de
mayor "eficacia", estiman que los usuarios de los cuidados de salud
primaria deben pagar los derechos de uso aunque sean parte de una comunidad
rural pobre.
El Banco
Mundial estima además que un gasto de 8 dólares por persona y por año es
suficiente para satisfacer las normas aceptables de los servicios clínicos.
Es el
hundimiento general de los cuidados curativos y preventivos: el equipamiento
médico se estropea, las condiciones de trabajo son desastrosas, el personal
está mal (o no) pago. Los establecimientos públicos de salud del Africa
Subsahariana, en algunos países de América Latina y de Asia, son de hecho
centros de enfermedades e infecciones. En efecto, la falta de locales y de
fondos para los equipos médicos (incluyendo jeringas) en tanto aumentan los
precios (recomendados por el Banco Mundial) de la electricidad, el agua y los
carburantes (necesarias para la esterilización, por ejemplo), aumentan la
probabilidad de infecciones (incluido el SIDA).
El
resultado de estas medidas drásticas de austeridad es una polaridad social aguda en el sistema de cuidados de parto,
una reducción de la política sanitaria y un aumento del porcentaje ya muy
elevado de la población sin acceso a la salud, un resurgimiento de las
enfermedades contagiosas que ya habían sido erradicadas (este resurgimiento es
igualmente debido a la disminución de los gastos públicos en términos de
prevención: sistema de alcantarillado, distribución de agua potable...).
La tasa
de mortalidad infantil (TMI) es un indicador muy sensible del bienestar de una nación. La aplicación de los planes
de ajuste estructural en los países africanos ha invertido totalmente los
éxitos penosamente obtenidos por estos países en 15 años. La TMI que había
comenzado a decrecer en numerosos países africanos, se ha acrecentado por un
factor 4, un aumento que alcanza el 54% entre 1980 y 1985 en siete países
africanos. El ejemplo más palpable es el de Malí donde el TMI habia bajado un
23% de 1960 a 1980 y aumentó de un 26,5 % entre 1980 y 1985. Las cifras de la
tasa de mortalidad infantil en Madagascar no fueron informadas para 1965 pero
el TMI fue de 71 en 1980 y de 109 en 1985, o sea un aumento para el período
1980-85 del 53%.
La
alimentación y la seguridad alimenticia son dos factores determinantes para la
salud. Un estudio realizado por UNICEF en diez países sobre los efectos del ajuste estructural en la salud, concluyó
que el estado nutricional de los niños había caído en ocho de los países
estudiados. Entre 1980 y 1984, en plena aplicación de los PAE en Zambia, los
decesos por carencias alimenticias han aumentado del 2 al 6% entre los niños de
0 a 11 meses de edad y del 38 al 62% para los niños de 1 a 14 años.
También
en Zambia, en 1995, el gobierno invertía 30% menos en el presupuesto de la
salud que diez años antes. Consecuencia: la mortalidad infantil aumentó un 20%
en diez años.
El FMI y
el Banco Mundial proponen que se encarguen de la atención de la salud los
usuarios: en Mozambique, el número de consultas en el hospital de Maputo cayó
un 24% entre 1986 y 1987. En Malasia, 40% de la población no tiene acceso a la
atención sanitaria privada (K. Balasubramaniam, Third World Resurgence, abril
de 1996).
En el
ámbito de la salud materna, las cifras de uso de las maternidades por las
partos en Nigeria indican una caída que va de 6.535 en 1983 (inicio de la
aplicación del PAE), a 4.377 en 1985 hasta 2.991 en 1988 (Bruno Dujardin, Instituto
de Medicina Tropical de Amberes).
En el
ámbito macroeconómico, estas medidas que conciernen a la salud y la educación
conducen a una disgregación de los recursos humanos de los países endeudados.
El
Informe del PNUD de 1992, indica que “producto de la crisis económica de los
años 80 y de los programas de ajuste estructural adoptados en consecuencia, los
gastos sociales de un gran número de
países pesadamente endeudados han sido fuertemente reducidos, lo que tiene una
incidencia directa en la vida de las poblaciones, la mortalidad infantil, la
escolarización y la nutrición”
(PNUD, 1992, p. 74).
Según la
ideología del FMI y del Banco Mundial, los “costes sociales” del programa de
ajuste estructural son de alguna manera “separados”, los “efectos laterales
indeseables” no son imputables al modelo económico. Los costos sociales son,
según el FMI y el Banco Mundial, compensados por los “beneficios económicos” de
la estabilización macroeconómica. Los costes sociales aparecen en el corto
plazo en tanto que los beneficios económicos lo hacen en el largo plazo.
La
producción para el mercado interno está fuertemente deprimida por la caída de
los salarios reales y por la liberalización de las importaciones combinadas con
medidas impositivas y de reformas de precios.
Aunque
las medidas del FMI estén en teoría destinadas a ayudar a los países a
reestructurar sus economías en vista de engendrar un superávit de su balanza
comercial, para poder así pagar la deuda y recomendar un proceso de
reconstrucción económica, se constata que sucede exactamente lo contrario. El
proceso de austeridad mina la capacidad de reformas e impide disminuir el peso
de la deuda, permitiendo solamente asegurar,
bien que mal el pago de los intereses. Las medidas del FMI lo que hacen
son aumentar la deuda:
-
los préstamos basados en la nueva política de ajuste, acordados para pagar
las viejas deudas, contribuyen a aumentar
a la vez el stock de la deuda y su servicio;
-
vista la liberación del comercio y la destrucción de la producción interna,
se acuerdan préstamos a muy corto plazo
para permitir al país seguir importando bienes del mercado mundial;
-
la factura global de las importaciones a aumentado a continuación de
medidas de devaluación;
-
toda formación de capital que no sirva directamente los intereses
económicos de explotación, es bloqueada.
La
estabilización macroeconómica y los “Programas de Ajuste Estructural”
preconizadas por la pareja BM/FMI constituyen un potente instrumento de
reestructuración económica que afecta el nivel de vida de millones de
individuos. Los “Programas de Ajuste estructural” tienen una incidencia directa
en el proceso de empobrecimiento masivo descripto. La aplicación del “remedio
económico” de la pareja FMI/BM ha conducido a la disminución del ingreso real y
al refuerzo de la economía de exportación con una mano de obra barata. La misma
“receta” de austeridad presupuestaria, de liberalización del comercio y de
privatizaciones es aplicada simultáneamente en más de 100 países endeudados del
Tercer Mundo y de Europa del Este.
La
mayoría de los países endeudados pierden toda o parte de su soberanía económica
y el control de las políticas económicas y monetarias. Los Bancos Centrales y
los Ministerios de Finanzas son reorganizados, algunas instituciones estatales
se dividen y una “tutela económica” es instaurada. Los equipos permanentes y
las misiones del FMI y del BM constituyen un “gobierno paralelo” que
cortocircuita las organizaciones sociales y los parlamentos nacionales.
Los
países que no se conforman con las “metas de performance” del FMI son inscritos
en una lista negra. Es el caso en la actualidad de Sudán. Fue el caso de
Nicaragua entre 1979 y 1990.
El FMI
exige el fortalecimiento de los órganos de seguridad internos (ver el caso de
Argelia): la represión interna -con la
complicidad de las élites del Tercer Mundo- aporta lo suyo a un proceso paralelo
de represión económica. La profunda desesperación de una población empobrecida
por la economía de mercado engendra levantamientos contra los “Programas de
Ajuste Estructural” y luchas populares que son reprimidas brutalmente.
El
ajuste estructural es una de las principales formas contemporáneas de control
económico ejercido por los Estados del Centro contra los países de la
Periferia. El impacto social del ajuste estructural, aplicado -recordamos-
simultáneamente en más de 100 países, es devastador a tal punto que afecta los
medios de subsistencia de cinco mil millones de individuos.
La
aplicación del programa de ajuste estructural en un gran número de países
deudores favorece la “internacionalización” de la política macroeconómica bajo
el control directo del FMI y del Banco Mundial, actuando en función de
poderosos intereses financieros y políticos (los Clubes de París y Londres, el
G7, el círculo estrecho de las principales multinacionales). Esta nueva forma
de dominación política y económica - una forma de colonialismo de mercado -
oprime a los pueblos y los gobiernos por medio de la interacción impersonal (y
la manipulación deliberada) de las fuerzas del mercado. La burocracia
internacional basada en Washington está encargada de la ejecución de un proyecto
económico global que afecta los medios de existencia de mas del 85% de la
población mundial.
En
ningún momento de la historia, el mercado “libre” - por los procesos
macroeconómicos actuando en el ámbito mundial - había jugado un rol tan
importante influenciando el destino de naciones “soberanas”.
La
reestructuración de la economía mundial bajo la dirección de las instituciones
financieras de Washington niega cada vez más a los países del Tercer Mundo la
posibilidad de desarrollar una economía nacional: la internacionalización de la
política económica transforma a los países en territorios económicamente
abiertos y a las economías nacionales en “reservas” de mano de obra barata y de
recursos naturales.
Aunque
existen apreciables variaciones entre los niveles de vida entre el Norte y el
Sur, la devaluación de las monedas nacionales (ver anteriormente) combinada con
la liberalización del comercio y la desregulación de los mercados internos (por
el programa de ajuste estructural) conduce a la dolarización de los precios
internos. Es más, los precios internos de los alimentos básicos tienen los
precios del mercado mundial.
En el
Perú, luego del “Fujichoc”, dictado por la dupla FMI-Banco Mundial, llevado
adelante por el presidente Alberto Fujimori en 1991, aunque el precio de la
gasolina se multiplicó por 31 en una noche y el precio del pan por 12, el
salario mínimo disminuía mas del 90% (con relación al nivel de 1975). Mientras
un trabajador agrícola de las provincias del norte del Perú recibía, en agosto
de 1990, 7,5 $ por mes, los precios de muchos artículos de consumo corriente
eran más elevados en Lima que en New York.
Este
nuevo orden económico mundial, basado en la internacionalización de los precios
de las mercancías y un mercado mundial completamente integrado, funciona cada
vez más con compartimentos estancos entre dos “mercados de trabajo” distintos.
En otras palabras, este sistema global de mercado está caracterizado por una
dualidad en la estructura salarial y del costo del trabajo entre los países
periféricos y los países del Centro.
Aunque los precios son alineados y unificados con precios mundiales, los
salarios (y el costo del trabajo) en el Tercer Mundo y en Europa del Este son
en promedio 10 o 20 veces más bajos que los de la OCDE. Es más, después del
cierre de las fronteras de los Estados Unidos y de Europa Occidental, la mano
de obra del Sur no puede mas circular libremente para vender su fuerza de
trabajo en los países del Norte. Esto
refuerza los compartimentos estancos que separan los mercados de trabajo.
Disminuir el rol del Estado y suprimir todo
proyecto nacional autosustentado: dos objectivos centrales del ajuste
El BM insiste con vigor en la reducción del rol del Estado: “Sobre los
2,5 mil millones de trabajadores que cuenta el mundo, 1,4 mil millones viven en
países confrontados a la difícil tarea de salir definitivamente de un sistema
de intervencionismo del estado, de proteccionismo excesivo o de planificación
centralizada (...) (BM, 1995, p. 7).
“En Africa Subsahariana, en América latina y en Asia del Sur, la mayoría de
los países han proseguido, en grados diversos, con formas de desarrollo
autosustentado que protegen algunas industrias y desfavorecen la agricultura.
Estas estrategias han favorecido a un número limitado de privilegiados
(poseedores de capitales y trabajadores empleados en el sector protegido). Los
privilegios están frecuentemente defendidos por medio de intervenciones de tipo
institucional (prohibición de despidos en América Latina o mantenimiento de
puestos en el empleo público en Africa Subsahariana y en Asia del Sur) en lugar
de estar justificados por un aumento de la demanda de mano de obra o en un
mejoramiento de la productividad” (BM, 1995, p. 16).
“No hay nada mejor para el crecimiento y el mejoramiento del nivel de vida
de los trabajadores que un desarrollo por el mercado que incentiva a las
empresas y a los trabajadores a invertir en capital físico, en técnicas nuevas
y en formación. Las tentativas de los países que habían pensado poder ayudar a
los trabajadores con una política de inversiones que favorece a la industria en detrimento de la agricultura,
protegiendo de la competencia internacional los empleos de un pequeño número de
trabajadores favorecidos del sector industrial, decretando aumentos de salarios
o creando empleos superfluos en el sector público, han terminado por fracasar
(tanto en América Latina como en la ex-Unión Soviética o en otros casos)” (BM,
1995, p. 3).
Hay numerosos elementos discutibles en estas declaraciones del BM.
Primeramente, existe una especie de prestidigitación usada sistemáticamente
para presentar a los trabajadores que tienen empleo en el sector formal como
privilegiados al mismo nivel que los poseedores de capital. En un mundo tal
cual es concebido por el BM, no hay oposición de capitalistas, por un lado, y
trabajadores (sean ellos campesinos, obreros de fábrica, trabajadores de la
educación o la salud, desempleados) por el otro. Según el BM, la verdadera
oposición pasa entre los privilegiados (trabajadores de sectores protegidos,
patrones del sector estatal, o patrones privados protegidos por el Estado), de
una parte, y los pobres (sin empleos, trabajadores del sector informal), de la
otra.
En segundo lugar, el estado juega un rol nefasto en la mayoría de los
países del Sur o del Este y es preciso entonces reducir su rol.
En tercer lugar, las tentativas de realizar un desarrollo autónomo han
todas fracasado.
En cuarto lugar, se percibe que los autores del informe se regodean con la
idea que están abiertas inmensas posibilidades para las políticas neoliberales
en regiones tan diferentes como América Latina, Africa, Asia del Sur o la
ex-Unión Soviética. El júbilo llega a tomar una forma brutalmente revanchista
en el pasaje siguiente, consagrado a los países del ex- bloque soviético: “Se
consideraban como los campeones del mundo del trabajo, aseguraban a sus
trabajadores salarios periódicamente aumentados y una protección social de la
cuna a la muerte -y no veían entonces la necesidad de sindicatos libres e
independientes” (BM, 1995, p. 16). Falta subrayar que el BM menciona la
ausencia de sindicatos libre por pura demagogia, ¿él que ha sostenido (y apoya
todavía) a tantas dictaduras como la de Pinochet en Chile o la Ceaucescu en
Rumanía, por qué no menciona estos dos ejemplos?
Manifiestamente para el BM lo importante es entonces terminar con el
intervencionismo del Estado, las tentativas de desarrollo autosustentado y la
planificación.
Ahora, por regla general, ahí donde los países de la Periferia han obtenido
éxitos, fue fundamentalmente apoyándose en un rol muy activo del Estado. Es
particularmente el caso de países considerados como modelos (Corea del Sur,
Taiwan, Malasia, Tailandia, Brasil, México). El Estado que había sido dirigido
por las burguesías nacionales, por elementos de la pequeño burguesía o por la
burocracia dictatorial de países del llamado campo socialista, jugó un rol
clave para alcanzar un desarrollo real aunque deformado. El “sobredesarrollo”
del Estado en los países de la Periferia (sin incluir a los países del Este)
responde a la debilidad de la clase capitalista local. El Estado ha constituido
una palanca para una burguesía relativamente débil salida de la explotación
colonial.
El BM quiere reducir el estado en la Periferia con el objetivo de aumentar
la dependencia de estos países respecto del Centro.
Para aquellos y aquellas que quieren oponer una respuesta progresista a
esta estrategia, tendrán que intentar evitar numerosos peligros. El primero es
el tomar la defensa del Estado como si su contenido social fuera neutro y su
rol ampliamente positivo. El Estado en los países capitalistas del Sur es el
instrumento de dominación en manos de las clases explotadoras locales. Este
Estado organiza la represión de los movimientos populares y garantiza a la
clase capitalista poder hacerse de los lucros lo mas tranquilamente posible.
Hay que evitar dejar al neoliberalismo el monopolio de la crítica del Estado.
Desde este punto de vista, no sólo Karl Marx denunció el carácter
explotador del Estado: “El gobierno civil, si bien fue instituido para
asegurar la tenencia de la propiedad, fue en realidad instituido para defender
al rico contra el pobre, o para la defensa de aquellos que tienen alguna
propiedad contra los que no tienen ninguna” (Smith, p. 674 de la edición
inglesa). El BM y los neoliberales podrían tomar por su cuenta la frase de Adam
Smith a condición de suprimir la última parte. En efecto, según su discurso demagógico,
el rico y el trabajador del sector estatal se sirven del Estado para explotar
al pobre. Pero lo que el BM y los neoliberales rechazan como herejía comunista,
es el pasaje que dice en substancia que el Estado fue instituido para
defender la propiedad privada de los que no tienen nada.
Es preciso entonces combatir, a justo título, el Estado y reemplazarlo. La
caída del Estado capitalista pasa por una auténtica revolución emancipadora que
debe ir debilitando igualmente las nuevas estructuras estáticas que deberán ser
puestas en su lugar durante un período transitorio. El objetivo es entonces la
desaparición del Estado, no para dejar
libre al curso de las fuerzas del mercado, sino para reemplazar objetivamente la
dictadura de clase por una asociación libre de los trabajadores.
Es preciso colocar la cuestión siguiente: cuando el BM y los neoliberales
pregonan el achicamiento del Estado, lo que quieren en realidad es que no se financie más (parcialmente) el
sistema de seguridad social y la extensión muy grande -a sus ojos- de los
sistemas públicos de educación y de salud, ni las legislaciones que protegen
bien que mal al trabajador contra el despido abusivo...
Esto que los neoliberales quieren achicar no es en principio más que las
parcelas de democracia y de solidaridad colectiva que existe en el Estado, o
cuyas existencias son garantizadas por el Estado. ¿Y de dónde provienen estas
parcelas de democracia y de solidaridad colectiva, sino de un conjunto de
conquistas sociales arrancadas a duro precio por los oprimidos y de concesiones
hechas por los poseedores para mantener la paz social? A estas parcelas es
necesario protegerlas.
El BM ataca también a otras prerrogativas del Estado: él querría que sean
suprimidas, donde aún hayan, las legislaciones que protegen el mercado interno
de los países del Sur; querría suprimir el control que ejercen todavía los
Estados del Sur sobre sus industrias estratégicas, sobre sus recursos
naturales. Para el BM todo esto debería ser suprimido para permitir la
circulación totalmente libre de capitales, lo cual quiere decir reforzar la
supremacía de las multinacionales y de las economías de los países del Norte.
En este sentido es preciso evitar la trampa de abonar el discurso del
BM. Existe en efecto el riesgo de
sucumbir al discurso del BM imaginando que el abandono por Estado del control
de las empresas podría disminuir la corrupción, aumentar la eficacia de las
empresas, reducir el peso de la burocracia corrompida del Estado. Esto sería
escapar de Carybdes y caer en Cylas: la corrupción y la ineficacia de la
gestión capitalista privada son evidentes.
Es fundamental
ejercer un control estricto sobre la gestión de los poderes públicos. Esto
implica una dinamización de los movimientos sociales así como reformas
políticas y jurídicas profundas.
Recuadro 5
Causas del
subdesarrollo y significado estrategico del neoliberalismo
Entre el siglo XVI y el comienzo
del XX se constituye progresivamente una economía mundial jerarquizada donde las
diferentes partes del planeta son colocadas en relación de forma brutal por la
ola expansionista de Europa Occidental. A principios del siglo XX, tres polos
se encuentran a la cabeza de las naciones del mundo: el viejo continente
europeo tenía a su cabeza a Gran Bretaña, junto a Estados Unidos (ex-colonias
británicas hasta finales del siglo XVIII) y el Japón. Forman el “Centro” en
oposición a la “Periferia” que dominan.
Este proceso no solamente implicó
el pillaje de pueblos enteros por las potencias coloniales de Europa, sino que
también entrañó la destrucción progresiva de civilizaciones avanzadas que
podrían haber seguido su propia evolución en un marco plural sin pasar
necesariamente por el capitalismo. Las civilizaciones inca, azteca, (Galeano,
1970), hindú (India), africanas,... han sido totalmente o parcialmente
destruidas. Las resistencias no han terminado sin embargo. Karl Marx plantea en
los siguientes términos la amplitud de la resistencia en la India y China:
"Las relaciones de Inglaterra con la India y la China nos ofrecen un
ejemplo impresionante de la resistencia que los modos de producción
precapitalistas fuertemente organizados pueden oponer a la acción disolvente
del comercio. La amplia base del modo de producción estaba constituida por la
unión de la pequeña agricultura y la industria doméstica a las cuales
hay que agregar en la India, por ejemplo, la institución de la propiedad común
del suelo sobre la cual reposan las comunas rurales hindúes, y que por lo
demás, estaban asimismo en forma primitiva en China. En la India, los ingleses
emplearon a la vez su poderío político y su poder económico, como gobernantes y
propietarios fundiarios, para desagregar estas pequeñas comunas económicas.
En la medida que su comercio ejercía una influencia revolucionaria sobre el
modo de producción de este país, ésta se ha limitado a debilitar la antigua
unidad de la agricultura y la industria sobre la cual reposaban las comunidades
de los pueblos, arruinando el hilado y el tejido indígena por los bajos precios
de las mercancías inglesas. Por lo tanto los ingleses no lograron mas que
gradualmente su obra de destrucción, y este proceso fue mas lento todavía en
China, donde ellos no disponían directamente el poder político" (Marx,
Capital, Libro III, p. 1102).
La acumulación del capital fue
realizada de la misma forma en el seno de los países de la vieja Europa, donde
la burguesía se enriqueció empobreciendo otras clases sociales (incluida la
nobleza). Ella echó una parte del campesinado de sus tierras para obligarlo a
penar en las manufacturas. Thomas More lo ha descrito en el siglo XVI en
Inglaterra: "Así un avaro encierra millares de arpentos en un mismo
recinto; y honestos cultivadores son echados de sus casas, los unos por el
fraude, los otros por la violencia, los más dichosos por una serie de
vejaciones y de enredos que los fuerzan a vender sus propiedades"
(More, p. 81). Este proceso no se realizó sin resistencias en Europa. Hubieron
revueltas campesinas muy radicales, la burguesía debió obligar a una masa
considerable de proletarios a trabajar en las manufacturas (de ahí las leyes
contra la mendicidad, que era reprimida con el trabajo forzado).
Volviendo a la escena
internacional: la acumulación primitiva del capital a escala mundial se realizó
no solamente por el pillaje sino también por el intercambio desigual, este
último proceso que Karl Marx describe en el Libro III del Capital en la parte
consagrada al comercio internacional: "Los capitales volcados al
comercio exterior pueden procurar una tasa de ganancia mas elevada, porque
compiten con mercancías que otros países no producen con las mismas
facilidades, de suerte que los países mas avanzados venden sus mercancías por
encima de su valor, aunque más baratos que los países competidores. En la
medida en que el trabajo del país mas avanzado es realizado como trabajo de un
peso específico superior, la tasa de ganancia aumenta, porque se vende como
siendo trabajo de calidad superior, aunque no es comprado así. La misma
situación puede presentarse en cuanto a un país del cual se importa y hacia el
cual se exporta mercancías. Este país puede proveer en naturaleza mas trabajo
materializado que el que recibe y recibir sin embargo las mercancías más
baratas que las que podría producir" (Marx, Libro III, p. 1021). Hay
que señalar que Marx habla de las ventajas que sacan los capitalistas del
comercio exterior no solamente a causa del intercambio desigual, sino también
como medio de disminuir sus costos de producción, lo que permite al sistema
capitalista contrabalancear la caída de la tasa de ganancia.
Esto que Marx describe en el siglo
XIX permite explicar todavía hoy el intercambio desigual entre países de
productividades diferentes, fundamentalmente entre los países capitalistas
industrializados y los países de la Periferia. En efecto, los países mas
industrializados exportan hacia los países menos industrializados mercancías
que pueden vender a un precio inferior al que les costaría a los países del Sur
producirlas. Los capitalistas de los países mas industrializados venden, por
ejemplo, equipos industriales a los países del Sur sacando una sobreganancia.
El único medio que podría emplear un país del Sur para comenzar a poder
producir bienes de equipos sin sufrir la competencia del Norte, sería
subvencionar su industria nacional y elevar las barreras proteccionistas (como
lo hizo Estados Unidos cuando rompió con la corona británica a fines del siglo
XVIII), al tiempo de alcanzar un proceso acumulativo de industrialización que
le permitirá realizar sus productos con una productividad equivalente a la de
los competidores del Norte. Esto es lo en cierta medida hizo Corea del Sur para
una cierta gama de productos.
La doble dificultad a la cual se
han visto confrontados los países de la Periferia es que han sido víctimas de
saqueos durante décadas y siglos, y la única vía que encontraron para salir de
esa situación fue ser parte de la economía capitalista mundial, la mayoría del
tiempo bajo tutela directa de las metrópolis del Centro. Los países que han
procurado industrializarse lo han hecho en el marco de un mercado mundial
sumergido de mercancías industriales occidentales. "En otras palabras:
aunque el mercado mundial y la economía mundial hayan podido estimular la
industrialización de Occidente, de los siglos XVI al XIX (...), el mercado
mundial y la economía mundial representan desde la finalización del siglo XIX
uno de los principales obstáculos a la industrialización del Tercer Mundo,
justamente en la medida en que frena la acumulación de capital industrial"
(Mandel, 1968, p. 153-154).
Para comprender los frenos al
desarrollo hay que tomar en cuenta la estructura social de las sociedades de la
Periferia y hacer un análisis preciso tomando en consideración las
especificidades de cada país o de grupos de países.
Por ejemplo, existe un mundo de
diferencia entre dos grandes componentes de la Periferia: América Latina y
Africa. La primera es formalmente independiente desde el siglo XIX mientras que
la segunda no comenzó verdaderamente ha ser colonizada mas que al fin del mismo
siglo. La primera conoció un inicio precoz de industrialización siguiendo de
cerca los comienzos de la revolución industrial en Europa. La
industrialización, cuando existe, en algunos países del Africa Subsahariana, se
remonta a la segunda mitad del siglo XX. Las burguesías latinoamericanas tienen
una larga historia atrás de ellas. Las burguesías africanas están todavía en
vías de consolidación en algunos países. Son de alguna manera un producto
reciente de los aparatos de los Estados surgidos del proceso independentista de
los años 50 y 60.
Las diferencias, tomando en cuenta
sólo a estos dos continentes, son entonces manifiestas. Y no obstante tienen en
común (con la mayor parte de Asia) de ser
parte de la Periferia.
El bloqueo del desarrollo no
proviene simplemente de las relaciones de subordinación de la Periferia con
relación al Centro. Depende de la estructura de clase de los países de la
Periferia y de la incapacidad de las burguesías locales para lanzarse en un
proceso acumulativo de crecimiento, lo cual implicaría el desarrollo del
mercado interno.
Se comprende por consiguiente la
magnitud estratégica que reviste la ola neoliberal del último quinquenio del
siglo XX: las posibilidades de un desarrollo autónomo para la aplastante
mayoría de los países del Sur y del viejo campo llamado socialista son todavía
mas reducidas que en el período histórico precedente, en la medida que las
economías de estos países están como nunca sumergidas por la competencia de las
mercancías y del capital de los países del Centro.
La drástica cura de adelgazamiento
(o simplemente desmantelamiento) impuesto a los Estados de la Periferia, tiene
por objetivo suprimir las barreras a la expansión y a los movimientos del
capital controlado por los países del Centro. El objetivo perseguido por las
clases dominantes del Norte con la complicidad de los gobiernos del Sur y del
Este, es claro. Esto no significa que no se intenten algunas maniobras buscando
mantener cierto control sobre palancas estratégicas de "sus" economías
o que, sobre todo, los oprimidos no den muestra de una capacidad de resistencia
que nos lleve a otro esquema: el de un desarrollo socialmente equitativo.