UNA NUEVA SITUACIÓN MUNDIAL

(Resolución del 15o Congreso Mundial)

 

I. Una nueva fase del movimiento obrero y social

1. La nueva fase

Desde el final de los anos 90 el giro de la situación política mundial ha abierto una nueva fase en la actividad, el programa, la estrategia y la organización del movimiento obrero, social y popular. Este giro es el resultado de tres factores:

(a) el desarrollo de las contradicciones inherentes al nuevo modo globalizado de acumulación capitalista;

(b) las resistencias sociales a la ofensiva de las clases dominantes;

(c) el surgimiento de una nueva ola de radicalización, a través de los movimientos antiglobalización capitalista, en particular en una serie de sectores juveniles; y

(d) en América latina, una radicalización de campesinos, indios, jóvenes que modifican las relaciones de fuerza. Los nuevos gobiernos de Brasil y Ecuador, el avance electoral en Bolivia, la radicalización del gobierno de Hugo Chávez, las movilizaciones de Argentina y Perú evidencian la inestabilidad política y social de esta transición hacia mayores enfrentamientos de clase. La paradoja que debemos resolver es que esta radicalización se produce en una situación de debilidad de la izquierda revolucionaria.

 

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6. Reconstrucción del movimiento de masas y la izquierda anticapitalista

 

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En Argentina el levantamiento semirevolucionario ha surgido directamente de la crisis de derrumbamiento de partes enteras de la economía como consecuencia de la aplicación a largo plazo de la política neo liberal. En este caso, es la lucha por la vida la que ha llevado a la clase obrera y a los pobres ( también las clases medias) hacia la lucha y la organización. Esta movilización que choca objetivamente con la globalización capitalista ( en concreto: con las empresas transnacionales extranjeras, el FMI y la constante intervención del imperialismo americano). El Argentinazo ha sido una chispa en América Latina, donde el ascenso del movimiento de masas está afectando varios países (Venezuela, Uruguay, Paraguay, Perú …).

El movimiento campesino es uno de los actores más importantes de esta movilización anticapitalista. El MST (Movimiento de los trabajadores sin tierra) brasilero, la CONAIE (Confederación Nacional de los Indígenas de Ecuador), la Confederación campesina francesa y otros movimientos organizados al interior de la red internacional Vía campesina desempeñan un papel esencial en la lucha contra la OMC y el orden mercantil internacional. Sin hablar del movimiento campesino e indígena de Chiapas bajo la dirección del EZLN que se ha vuelto la vanguardia de la lucha anti-liberal al organizar en 1996 la Conferencia Internacional contra el Liberalismo y por la Humanidad.

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La reconstrucción del movimiento de masas y de la izquierda debe prestar atención a la decisiva presencia de campesinos e indígenas en países de América latina como Brasil, Paraguay y Bolivia, Ecuador y Méjico; Paraguay donde se vive un ascenso de la movilización y la lucha por tierra; en Brasil, la presencia del MST con su demanda de reforma agraria radical; en le caso de Bolivia, la lucha de los campesinos cocaleros y el avance electoral del MAS-Movimiento al Socialismo, en Ecuador la CONAIE-Confederación de Nacionalidades Indígenas desde su expresión política, el movimiento Pachakutik Nuevo País que es parte del gobierno actual y constituye un frente de lucha contra el neoliberalismo.

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V. Las contradicciones que desestabilizan el nuevo orden imperialista

 

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3. América Latina ante el imperialismo norteamericano

En América Latina y,  en particular en América del Sur, se atraviesa por una situación excepcional. Se combinan la profundidad de una crisis socio-económica y de creciente instabilidad político-institucional, con la intensidad de una resistencia social amplia y radical. El proceso de contrarreformas liberales ha perdido legitimidad, sobretodo después del estallido de la rebelión popular en Argentina. Se profundiza la crisis de dirección política burguesa. Un clima de insurrección y desobediencia popular se ha instalado en muchos países de la región. La elección de Lula en Brasil y de Gutiérrez en Ecuador, al lado de la grande votación de Evo Morales en Bolivia, son señales del reculo de la influencia de las políticas neoliberales y del desgaste de los partidos burgueses. El carácter transitorio de este nuevo período de la lucha de clases es indiscutible, en la medida que la disputa entre las tendencias revolucionarias y contrarrevolucionarias por las relaciones de fuerzas continúa abierto.

Aún es temprano para hacer una evaluación del impacto de la victoria de Lula y del PT en las elecciones brasileñas sobre el conjunto del continente. De un lado, el hecho de que Lula y el PT representen hace años el movimiento social organizado en Brasil despierta esperanzas y puede contribuir para impulsar un ciclo de luchas sociales, en Brasil y fuera de él. De otro lado, la "moderación" anunciada por el nuevo gobierno brasileño, las alianzas amplias con sectores de las clases dominantes, la opción inicial de buscar cambios sin rupturas y en un marco de continuidad con muchas de las políticas del gobierno Cardozo, el apello a la "paciencia" de los electores, pueden jugar en el sentido contrario. Del mismo modo, si se consolida la política de "moderación" y hay una decepción profunda con el gobierno Lula, el impacto podría ser de desmovilización.

Por su parte, el imperialismo norteamericano reorganiza su estrategia con dos objetivos: por un lado, la realización de un proceso de librecambismo continental y recolonización económica ( ALCA, Plan Puebla-Panamá, deuda externa, subordinación completa al FMI y Banco Mundial); por otro, un despliegue militar y represivo para aplastar las resistencias y las luchas populares (Plan Colombia, bases militares, intervención de la DEA y la CIA. La estrategia contrainsurgente continental se acompaña de operaciones multilaterales en la perspectiva de una fuerza de intervención latinoamericana -especie de brazo armado- "antiterrorista" de la propia OEA. En efecto, el aspecto institucional de esta reorganización también se desarrolla.  Se revitaliza la OEA y se construye un paradigma de "solidaridad democrática" para los países del continente (Carta Democrática Interamericana, votada en Lima luego del 11 de septiembre 2001) articulando "la defensa de los derechos humanos" y una buena "gobernanza regional".  Mientras tanto,   los aparatos represivos se modernizan , la impunidad del terrorismo de Estado se asegura, y la "limpieza social" de los sujetos "desechables" (como en Argentina, Colombia, Guatemala, Chiapas, Argentina y Brasil) Esta  "gobernanza" interamericana, pretende instaurar un derecho de injerencia, mandando al  basurero los principios de no-intervención y el respeto de la  soberanía nacional, muy vivos en países cuya historia entera está marcada por las luchas antiimperialistas y contra las intervenciones extranjeras.

La crisis socio-económica  del "modelo neoliberal" tanto como la crisis de los proyectos de integración regional subordinada (MERCOSUR, CAN-Comunidad Andina de Naciones, Mercado Común Centroamericano) se aceleraron luego del crack financiero de 1997-1998, y de la ofensiva en dirección al ALCA.  Este "nuevo pacto colonial" implica una transferencia gigantesca de los diversos tipos de recursos hacia los grandes grupos imperialistas (sociedades industriales-comerciales-financieras) y hacia una minoría de sus socios locales. Este proyecto incorpora una corrupción  monstruosa y un parasitismo típico de una clase dominante que tiene más confianza en una cuenta bancaria abierta en Estados Unidos, Suiza o algún paraíso fiscal , que en su propio país.  Una transferencia de riqueza tal, que pasa por la destrucción de capas sociales enteras y de un grado sin precedentes de concentración de la riqueza, desastre social, crisis económico-financieras y recesiones cada vez más prolongadas. El choque implica una destrucción industrial de los países que - como Argentina - tenían un desarrollo relativo. Los golpes de una mundialización del capital que obliga a los países "subdesarrollados"  a contraer sus economías en la lógica del "ajuste estructural" y el pago de la deuda externa, para satisfacer las exigencias de los países imperialistas y sus grupos transnacionales, ha destruido el potencial de la región.  Casi todo ha sido privatizado y lo que resta está a la venta : reservas de agua y petróleo, electricidad, tierras, minas, puertos, servicios de salud. La pobreza alcanza al 46 % de la población latinoamericana y el desempleo y subempleo afectan a más del 40% de las personas.

Simultáneamente, la crisis de legitimidad y gobernabilidad de las elites burguesas, impone mecanismos y leyes de control social y recortes en los derechos democráticos de la "sociedad civil". El Estado "democrático" asume cada vez más un carácter policial, autoritario y de represión a todas las manifestaciones de protesta y desobediencia. Justamente, la crisis del "paradigma neoliberal" como fase actual de la mundialización capitalista, y el fracaso en "modernizar el subdesarrollo", es uno de los factores claves de esa pérdida de legitimidad y cohesión del discurso dominante. Ya ni siquiera franjas muy amplias de las "clases medias", pueden ser seducidas con la promesa consumista, por el contrario, pasan a la oposición militante a través de la movilización, el voto protesta, o la abstención. Esta crisis alcanza de lleno en la línea de flotación de la "democracia representativa". La institucionalidad se ha visto quebrada por las luchas democráticas de masas, que derrumbaron en los últimos tres años a presidentes electos, re-electos o impuestos por los parlamentos y congresos.

En este cuadro, los objetivos que figuran en la agenda de Washington aparecen claros: aplastar el nuevo ascenso popular, la amplitud de la desobediencia civil, y la radicalidad de las luchas sociales; revertir el proceso de rebelión popular abierto en Argentina ; cooptar o neutralizar el gobierno de Lula en Brasil ; derrotar a la insurgencia armada y asegurar el suministro del petróleo colombiano; desestabilizar al gobierno de Chávez -culpable de un discurso nacionalista y de alianza con La Habana ; aplastar la resistencia Zapatista en Chiapas, y de las comunidades indígenas, campesinos, pobladores y sindicalistas que se oponen al saqueo del Plan Puebla-Panamá ; continuar con el bloqueo e  infligir una derrota final a Cuba ; crear condiciones de "estabilidad democrática" que permitan el ingreso seguro de los capitales norteamericanos en la disputa por los mercados con la Unión Europea.

Mientras tanto, asistimos a una relanzamiento de las luchas populares de masas, de reorganización de los movimientos sociales y de reconstitución de una conciencia de clase. Es decir, el peor momento de retroceso ha sido superado. Aunque todavía existan situaciones de fragmentación y confusión, este proceso de franca recuperación, de los ámbitos de socialización de las diversas experiencias de lucha, tiene un carácter amplio y radical, vinculando demandas y programas que incorporan contenidos económicos, sociales, políticos, democráticos, ecologistas, culturales y étnicos. Este proceso, no se detuvo por la intoxicación ideológica de los atentados en las Torres Gemelas y la campaña terrorista del imperialismo y los poderes mediáticos. Al contrario, la polarización  social se acentuó luego del 11 de septiembre 2001. El "argentinazo" y la sublevación popular contra el golpismo en Venezuela, tanto como el aumento de las protestas, huelgas, y caceroleos  masivos en Uruguay, y las luchas cada vez más amplias y radicales en Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, confirman este nuevo período de lucha de clases.

Estas luchas, de los movimientos sociales, levantan programas y demandas que adquieren una visibilidad "antineoliberal", pero se inscriben en una dinámica concreta de carácter antiimperialista y anticapitalista de la resistencia. Movimientos y luchas como las protagonizadas por la Coordinadora de Defensa del Agua y la Vida en Cochabamba, los cocaleros del Chapare y las marchas campesinas en Bolivia, la CONAIE ecuatoriana y el MST de Brasil, los Zapatistas en Chiapas, la movilización impulsada por el Consejo Democrático del Pueblo en Paraguay, los frentes regionales que como los de Arequipa y Cuzco impidieron las privatizaciones, los maestros, estudiantes y mapuches en Chile, los pobladores de Vieques, empleados públicos y movimientos populares en Colombia. Las innumerables movilizaciones sindicales, campesinas (que han tenido en Vía Campesina un motor fundamental), de trabajadores desempleados (el ejemplo piquetero se ha extendido a varios países) del movimiento negro, mujeres, activistas por los derechos humanos y contra la impunidad, estudiantes y pobladores de los barrios, las radios comunitarias, vienen jugando el papel de articuladores de las distintas dimensiones de ésta resistencia que contiene elementos - aún parciales - de contraofensiva. Se destacan en este nuevo escenario, el "resurgimiento" de los pueblos indígenas, sus organizaciones y sus demandas. Pueblos indígenas que se levantaron contra la  conmemoración de los 500 años de la conquista de América. También, la continuidad de la insurgencia armada en Colombia en el cuadro de una guerra  sin tregua y con decenas de miles de víctimas.

Todas estas luchas – que no se limitan a la periferia de "exclusión social" o "desproletarización", ni pueden caracterizarse como luchas de una "multitud" amorfa y ecléctica sin pertenencia de clase  - abarcan a sectores cada más amplios de las clases explotadas, enganchan con el crecimiento de un  movimiento de resistencia a la mundialización capitalista, se vinculan a las campañas , a las redes de solidaridad y las grandes confrontaciones contra las instituciones financieras internacionales, confirmando a la vez, la emergencia de un renovado internacionalismo (cuya expresión masiva  se ha expresado desde Seattle al Foro Social Mundial de Porto Alegre). Es en este movimiento antagonista, de lucha de clases, donde surge una nueva izquierda social  radical que interviene en la lucha de clases, protagoniza rebeliones, disputa las relaciones de fuerza, ejercita diariamente la construcción de "contrapoderes" latentes. El "argentinazo" ha acelerado esta recomposición del movimiento popular tanto como su radicalización. Representa un acontecimiento histórico decisivo en el curso de la lucha de clases en América Latina.  Y si bien no se puede subestimar la capacidad de la burguesía y el imperialismo para organizar una salida contrarrevolucionaria (o la represión como en junio en Argentina) la fuerza del movimiento popular va sedimentando, lentamente, nuevas formas de autoorganización y democracia de base.

Hay una línea que conecta la lucha de masas en Argentina (y en América Latina de conjunto) con las revueltas de Seattle y Génova, con el movimiento contra la mundialización capitalista, tanto como con las insurgencias, la desobediencia civil, las protestas y, sobre todo, con la formidable radicalización de una franja cada vez más amplia de la juventud a escala mundial. Y, en el caso de América Latina, de las mujeres trabajadoras, desempleadas, cabezas de hogar, las cuales juegan un rol esencial en la recomposición de una izquierda social radical.

La extrema polarización de lucha de clases aguda, agudiza tanto las relaciones como los debates en la izquierda latinoamericana en torno a las estrategias a seguir. Y, sobre todo, abre una brecha entre el binomio resistencia social y proyecto político alternativo. La cuestión de articular resistencia social con propuesta política en una perspectiva estratégica de poder vuelve a colocarse con más fuerza y actualidad. La lectura unilateral de "reforma o revolución" hoy da paso a la urgencia de reforma y revolución, para la "transformación del orden imperante", tal cual lo proponía Rosa Luxemburgo.

La distancia entre una izquierda radical, cuya naturaleza de confrontación y de ruptura con el orden existente es indudable, y otra izquierda qué se ubica en un horizonte estratégico limitado a la disputa institucional y a los cambios sin ruptura, se hace más evidente. Esa disyuntiva atraviesa el gobierno de Lula en Brasil, el gobierno Gutiérrez en Ecuador, y podrá atravesar el gobierno del Frente Amplio en Uruguay, si esa hipótesis se confirma.

Sin embargo, en América Latina la dimensión de la crisis, la dependencia externa de los capitalismos de los distintos países y la prepotencia imperialista adquirieron tal magnitud, que los espacios para el "progresismo" se diminuido de manera acentuada. La desastrosa experiencia del gobierno de la Alianza en Argentina es un ejemplo. Otro ejemplo es la experiencia de Venezuela: delante de un tímido proceso de nacionalismo y populismo social, la derecha, los sectores reaccionarios de la Iglesia, los militares y las multinacionales, con el imperialismo detrás, han organizado la desestabilización, lo que ha llevado a una radicalización del proceso.


 

RESOLUCION SOBRE VENEZUELA

(Comité Internacional, febrero de 2005)

 

                Venezuela atraviesa un proceso revolucionario caracterizado por rupturas parciales con el antiguo regimen, en el terreno politico, economico y social, asi como una ruptura parcial con el imperialismo. Venezuela se encuentra encaminada en la transformacion social con la voluntad de articular su proyecto con otras dinamicas de transformacion a escala latinoamericana.

            El desarrolo de estos ultimos anos de programas my significativos como el servicio de salud publica, la campana de alfabetizacion y el retorno de la escolarizacion, asi como la prioridad dada a la creacion de cooperativas, la reforma agraria y la reforma de la pesca, constituyen signos importantes de la prioridad social que vehiculiza dicho proceso.

            En el terreno internacional, Venezuela decidio combatir el imperialismo de los Estados Unidos (rechazo del plan para Colombia, rechazo del ALCA, rechazo de la presencia de soldados estadounidenses en su territorio, acercamiento con Cuba, condena de las guerras imperialistas). venezuela se consolida cada dia mas como una referencia para el movimiento altermundialista.

            La movilizacion popular es el elemento decisivo que permitio estas rupturas politicas, ya sea luchando contra el golpe de Estado de abril de 2002, ya sea mediante la organizacion popular por la base, sin la que las distintas operaciones sociales (educacion, salud, habitacional, acceso al agua, etc.) no hubieran sido posibles.

            El proceso se desarrolla respetando las instituciones democraticas burguesas. A pesar de los esfuerzos y las tentativas por transformar al Estado, las instituciones siguen estando marcadas por las practicas clientelistas y de corrupcion, que obstaculizan las politicas decididas por el gobierno.

            El proceso revolucionario no se convirtio aun en victoria revolucionaria para las clases oprimidas. Las resistencias provienen de la derecha venezolana, pero asimismo de ciertos sectores de la mayoria "chavista". El proceso se encuentra todavia en disputa, entre dinamicas revolucionarias y tendencias leales a la gestion capitalista.

* Implicarse en una campana de informacion y solidaridad con el proceso revolucionario venezolano: apertura de una pagina web dedicada a Venezuela en los sitios internet de la 4 internacional, intercambios politicos y sindicales, promocion de resultados positivos en terminos de transformacion social, Venezuela demuestra su capacidad para distanciarse de la opcion neoliberal, aspecto fundamental de la movilizacion popular, cuando se acepta el enfrentamiento con las clases dominantes.

* En el contexto de nuestra solidaridad con la revolucion bolivariana, apoyamos a aquellos sectores que trabajan por la radicalizacion de la revolucion, y hacen de ella el eje central de su intervencion política. Tomamos contacto con estos sectores con la idea d encarar toda cooperacion politica, invitarlos a nuestras reuniones internacionales, debatir con ellos nuestro concepto de construccion del partido y del papel de la Internacional.

* El Foro social 2006 que tendra uno de sus capitulos en Venezuela en enero del 2006 sera un momento central para el movimiento altermundialista para tejer vinculos y expresar su solidaridad con las organizaciones populares de Venezuela.

* Nuestros camaradas deben insertarse en las actividades liadas al proceso bolivariano como el Congreso del Poder Popular o el Festival Mundial de la Juventud (agosto 2005).

* Intervenimos en nuestros sindicatos para promover la nueva central sindical UNT y las actividades sindicales de solidaridad e invitando en la medida de lo posible sindicalistas a actividades de solidaridad.

* Nos proponemos aportar al proceso venezolano lo mejor de nuestra experiencia en materia de democracia participativa, especialmente mediante la colaboracion de nuestros camaradas brasileros.