[...]
(1)
La nueva estructura del capitalismo globalizado lleva en germen una
profundización considerable de las rivalidades ínterimperialistas entre los
tres bloques económicos regionales, cada uno alrededor de uno de las tres
grandes potencias económicas. Estados Unidos, única potencia
"global", asegura la estabilidad y la continuidad del sistema de
explotación, a la vez que abusa de esta posición de fuerza para imponer su ley
a sus rivales. El resultado político de la nueva guerra podría modificar sustancialmente
las relaciones de fuerzas políticas y económicas entre, por un lado, Estados
Unidos y, por el otro, los países imperialistas (UE y Japón) y las grandes
potencias en vías de inserción en le mercado mundial. La recesión agudizará
esto.
[...]
(3) Las burguesías europeas
han conseguido un éxito incontestable con la adopción de la moneda única. En la
etapa actual, la Unión Europea se esfuerza por explotar mejor el espacio
económico común y volverse más competitiva en el mercado mundial. Se han
desarrollado una serie de grandes operaciones de fusión y de concentración de
los potentes grupos industriales, comerciales, financieros y bancarios. El
Mercado Único avanza en particular en el terreno de la harmonización de los
mercados financieros. Desde la guerra de Kosovo la UE se fija como objetivo
constituir una fuerza armada, autónoma de Estados Unidos. Esto está
directamente vinculado con la ampliación hacia el Este que enfrenta numerosos
obstáculos en el seno de los países candidatos, que están obligados a introducir
las desregulaciones, privatizaciones y cambios estructurales exigidos.
Transformando la UE en fortaleza (acuerdo de Schengen) es como la UE intenta
rechazar los movimientos de población provenientes del sur del Mediterráneo,
África negra, Europa oriental y una parte de Asia.
La voluntad de las clases
dominantes de avanzar hacia una "Europa – potencia" implica una
reforma de las instituciones, hoy muy híbridas, desembocando en una verdadera
dirección política supranacional. La UE ha conseguido dotarse de un primer nudo
de aparato de estado verdaderamente supranacional, rodeado de una serie de
coordinaciones interestatales cada vez más coherentes. Pero la construcción es
transitoria y frágil. Está recorrida por fuertes contradicciones entre los
(grandes) Estados miembros. Implica un retroceso con relación a la democracia
parlamentaria. Su legitimidad queda muy limitada entre la población a causa de
su política profundamente antisocial. Al mismo tiempo, su dinámica sigue
actuando impulsada por la globalización capitalista general y las necesidades
del gran capital europeo. Está obligada a afrontar los obstáculos y avanzar, ya
que retroceder llevaría a una gran crisis que pondría en peligro lo que ya ha
conquistado (en particular la unión monetaria).
[...]
(5) En el conjunto de los países
candidatos a ingresar en la UE, las presiones para la apertura de la economía y
especialmente de los bancos al capital extranjero se han intensificado en la
segunda mitad de los años 90. Más del 70% de los bancos están bajo control
extranjero en varios países de Europa central, entre ellos Polonia cuya tasa de
desempleo supera el 17%.
La carrera por la adhesión a
la Unión Europea --que sigue siendo la coartada usada para justificar las
impopulares políticas impuestas por los dirigentes en el poder en Europa
Central-- ha acelerado la disociación de las regiones más ricas que se liberan
de la "carga presupuestaria" de que implican las demás, para intentar
integrarse más rápidamente en la UE.
Los candidatos a la adhesión
han orientado de forma radical su comercio hacia la UE, sufriendo desde
entonces los efectos de sus fluctuaciones en crecimiento y registrando déficits
comerciales bastante sistemáticos. Los criterios impuestos por la UE a los
países candidatos, al aumentar la pobreza y el desempleo, provocan de hecho que
la adhesión sea cada vez más costosa, al tiempo que el presupuesto europeo
queda estrechamente limitado. Sin duda, la UE cortará las ayudas a Europa del
sur antes que extender los subsidios del PAC a los cultivadores de Europa
oriental.
Los
fracasos de la UE ante la crisis de la ex – Yugoslavia y sus guerras
favorecieron la redefinición y la extensión al Este de la OTAN, permitiendo
a los Estados Unidos pesar sobre los futuros Estados miembros de la UE y sobre
los de su periferia, especialmente en Balcanes, ofreciendo a estos últimos un
substituto a la adhesión a la UE.
(6)
La alternancia sin alternativa se ha instalado tras el pluralismo político. El
ascenso de la abstención, la dificultad para constituir mayorías parlamentarias
para formar gobiernos y la generalización de escándalos financieros afectan a
todos los partidos en el poder, cualquiera que fuere su etiqueta. El retorno
rápido y general de los ex – comunistas mediante las urnas ha expresado la
desilusión profunda de las poblaciones hacia las recetas liberales y la
esperanza de políticas más sociales. Pero estas esperanzas han sido frustradas
pronto por la transformación social liberal de estos partidos.
(Resolución del 15º Congreso mundial, febrero
2003)
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2. Sostener las
luchas, construir el movimiento de masas.
[...]
(8) En la Unión Europea, la brutal política
neoliberal, que emana de un aparato proto-estatal supranacional, afecta
directamente todos los aspectos de la vida cotidiana y, por tanto, de la vida
de l@s asalariad@s. Frente a esto, el movimiento sindical europeo oficial
presenta un balance desastroso. Hay que activar las estructuras existentes y
tomar iniciativas directas. Esto incluye: la solidaridad con luchas particulares
en un país que, sin embargo, resultan significativas para toda Europa; la
coordinación de huelgas sectoriales; el desarrollo de campañas y de
movilizaciones alrededor de reivindicaciones parciales, y el establecimiento de
un programa social de conjunto. Pero sobre todo: esos problemas sindicales
plantean de inmediato la necesidad de una estrategia política del movimiento
obrero y social, y una alternativa a las instituciones sociales y estatales
existentes (cfr. Las resoluciones del último congreso mundial).
Reafirmamos la tarea estratégica de
contribuir a un movimiento sindical activo en Europa a través de una actividad
simultánea en las grandes confederaciones nacionales de la CES, en los
sindicatos radicales y en todos los movimientos y redes vinculados al
proletariado (por ejemplo, el movimiento de las Euromarchas). Hay que crear
también lazos prácticos entre los militantes sindicales (delegados sindicales,
etc.) para construir une verdadera solidaridad internacional en las grandes
empresas y sus filiales.
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6. Construir amplios
Partidos anticapitalistas del proletariado
(1) Nuestro objetivo es construir partidos proletarios que
- sean anticapitalistas, internacionalistas, ecologistas y feministas
- sean amplios, pluralistas y representativos
- que estén profundamente vinculados a la
cuestión social y defiendan consistentemente las reivindicaciones inmediatas y
las aspiraciones del mundo del trabajo,
- expresen la combatividad de los
trabajadores / as, la voluntad de emancipación de las mujeres, la revuelta de
la juventud, la solidaridad internacional, y asuman la lucha contra todas las
injusticias,
- fundamenten su estrategia en el combate
extraparlamentario y la autoactividad y autoorganización del proletariado y de l@s
oprimid@s y
- asuman una clara posición a favor de la
expropiación del capital y por el socialismo (democrático y autogestivo).
[...]
(2)
La lucha por tales partidos pasará por etapas, tácticas y formas organizativas
que serán específicas en cada país. Semejante recomposición anticapitalista
persigue de entrada un objetivo clave: promover una efectiva y visible
polarización entre ella y todas las fuerzas adictas al neoliberalismo social
(socialdemocracia, post-estalinismo, ecologistas, populistas) a fin de acelerar
su crisis y darle una salida positiva.
Esto requiere:
- La presencia de fuerzas políticas significativas
donde las corrientes marxistas revolucionarias colaboran con corrientes o
representantes importantes o emblemáticos que rompen con los partidos reformistas
sin alcanzar por ello posiciones marxistas revolucionarias.
- Una relación respetuosa pero estrecha con
el movimiento social, cuya recomposición alterne las demandas y la acción
- Una representatividad reconocida en la
sociedad que rompa el monopolio de los partidos adeptos al
social-neoliberalismo, gracias a una presencia en las asambleas elegidas
mediante el sufragio universal, a nivel local, regional e internacional
(Europa).
- Un funcionamiento pluralista que, más allá
de la simple democracia interna, favorezca al mismo tiempo la convergencia y el
debate y que posibilite el mantenimiento y el
funcionamiento de una corriente marxista como parte de un todo más amplio.
(3) La experiencia de los últimos diez años
muestra que la izquierda revolucionaria no sectaria puede jugar un papel clave
para mantener el rumbo impulsando una orientación a la vez radical y unitaria,
que combine la acción extraparlamentaria con la representatividad electoral.
Para ello, deberá atravesar un camino complejo que comprende etapas y rodeos
que le permitan acumular fuerzas, clarificar paso a paso las posturas,
reactivar los medios militantes y construir pacientemente los vínculos con el
movimiento social.
Cuatro elementos importantes del último
decenio deben incorporarse en la táctica en el inicio de una nueva fase
política:
-Ninguna corriente de izquierda amplia en los
partidos establecidos se ha organizado y pronunciado por una recomposición
anticapitalista
-Las tendencias de izquierda socialdemócrata
son timoratas, poco confiables y poco coherentes.
-Los (grandes) partidos comunistas
"sobrevivientes" se acercan a su fin. Sus posiciones contra el
neoliberalismo y el imperialismo no han desembocado en un proyecto político
anticapitalista y un modo de funcionamiento democrático-pluralista (con la
excepción de Rifondazione) y no ha surgido ninguna tendencia de izquierda no
estalinista vertebrada nacionalmente;
-Los (grandes) partidos verdes no han logrado
encarnar una verdadera alternativa política y social. Algunos (como los Grünen
alemanes) pasan francamente al lado del estado burgués. La oposición interna en
esos partidos no desemboca en la organización de una verdadera oposición de
izquierda social-ecologista.
(4) Eso no significa que en esos partidos y
en el movimiento social no exista interés y disponibilidad por una
recomposición anticapitalista. Esta toma formas diversas. Nuestra conclusión no
debe ser darle la espalda a esos partidos y sus militantes. Al contrario, una
amplia recomposición en esta dirección, mediante una política sistemática de
colaboración y de convergencia es indispensable para crear un polo de atracción
muy amplio capaz de abatir al neoliberalismo. La conclusión fundamental que se
desprende de nuestra experiencia es que la recomposición dependerá, mucho más
que en el pasado, del desarrollo de un fuerte y autónomo polo de atracción y de
una correlación de fuerzas externa capaz de atraer y organizar esas simpatías.
En esta etapa, solamente la izquierda
revolucionaria está en posibilidad de tomar la iniciativa de la recomposición
anticapitalista y mantener el rumbo hacia un proyecto radical y pluralista,
socialmente enraizado, con carácter de masas. Pero esto implica una ruptura
profunda, razonada y práctica con el sectarismo. Implica también que los acercamientos
en el seno de la izquierda revolucionaria no pueden contemplarse más que en el
marco y a través de la experiencia común de esta recomposición anticapitalista.
(5) No obstante, esos procesos ponen
firmemente a la orden del día el tema del reagrupamiento de las fuerzas
revolucionarias, ya que la izquierda revolucionaria no puede ser un catalizador
de reagrupamientos amplios si no se aplica a la resolución de sus propias
divisiones.
(6) A la vez que la Cuarta Internacional contribuye a una basta organización del
movimiento obrero, social y popular a nivel internacional, con la perspectiva
de crear una nueva fuerza pluralista, internacionalista, revolucionaria,
militante, con un impacto sobre las masas, también debemos reforzar nuestra
propia organización. No con objeto de hacer la competencia y vencer a las otras corrientes
revolucionarias internacionales, sino para contribuir tanto como sea posible a
la construcción de esa nueva fuerza y a la vez clarificar las principales
lecciones teóricas y sacar las experiencias de las revoluciones del siglo XX.