INFORME SOBRE CHILE

Luis Rivera

 

            A 15 años del tercer gobierno de la Concertación, gobierno de los empresarios, bloque político de la burguesía y el socialismo renovado que emerge de reemplazo de la oprobiosa dictadura, está próxima a terminar el período presidencial del gobierno de Ricardo Lagos. Los servidores políticos de la burguesía se organizan políticamente para una nueva elección presidencial, en diciembre de 2005.

 

            Los resultados de las últimas elecciones presidenciales, enero de 2000, dejaron al descubierto progresos en la comprensión política de los sectores populares, hasta hoy este avance de los sectores populares no cambia la relación de fuerza entre los bloques políticos burgueses. Este avance en la situación la podemos verificar en el total potencial de la elección, donde el 40% de ese potencial electoral rechaza la conducta política del bloque de la Concertación y el bloque de la derechista oposición burguesa, confirmando que la efectiva relación de fuerza entre la clases antagónicas no radica en la pugna "Concetación-Oposición" y que más bien las masas proponen la búsqueda de su propia expresión política social.

 

            Durante todos los años de gobierno, la política de la Concertación se ha colocado en total contradicción con las aspiraciones y esperanzas populares. La Concertación revalidó la orientación económica neoliberal instalada por la dictadura y ha profundizado su ofensiva. Esto no es casual corresponde con el compromiso político que las cúpulas Concertacionistas pactaron con la dictadura a espaldas de las masas a mediados de los años 80con el llamado "Acuerdo nacional para la democracia" que preparó la salida de la dictadura.

 

            Desde el 11 de septiembre de 1973 hasta hoy, la burguesía tiene todos el poder y se ha fortalecido sustancialmente como clase, este fortalecimiento se verifica en el terreno económico, político, militar, jurídico y en el control sin contrapeso de los medios de comunicación. En su contrapartida el proletariado chileno en más de un sentido se encuentra debilitado. Esta situación podemos verificarla en su escasa sindicalización, en su falta de democracia sindical, en una prolongada ofensiva empresarial flexibilizadora, en su debilidad orgánica como sindicalismo y en su debilidad ideológica extraviada desde el golpe contrarrevolucionario en 1973.