SEMINARIO
LESBIANO/GAY/BISEXUAL/TRANSGENERO DE ESTRATEGIA
[Del capítulo final de Different Rainbows,
"Reimagining Liberation: Strategic Questions for Lesbian/Gay
Movements", por
Peter Drucker]
Radicalizándose en cuanto al sexo
Identidades LGT
multiples y matizadas tienen implicaciones para los movimientos de gays y
lesbianas. En la introducción indiqué algunas razones por las cuales la
política y retórica "queer" no han tenido mucha acogida en buena
parte del Tercer Mundo: el énfasis unilateral de los teóricos "queer"
en los temas culturales, su falta de atención a los problemas económicos y de
supervivencia más elemental y su difusa concepción del poder no resulta muy
convincente a mujeres, gente pobre y a otros en los sectores más bajos de las
sociedades del Tercer Mundo. Pero el rechazo "queer" de una
homogeneizada, asimilacionista sexualidad gay-lésbica si podría resultar
atractiva a muchos LGTs del Tercer Mundo. Es poco probable que las comunidades
LGT del Tercer Mundo se hagan homogéneas a corto plazo y hay demasiadas
subculturas para marginarlas todas. Los temas referentes a la gente transgénero
y a los y las trabajadores del sexo son importantes en el Tercer Mundo. La gran
diversidad de identidades da fuerza a la idea de una alianza de todos los
oprimidos sexualmente, en lugar de un movimiento en torno a una sola identidad
gay-lésbica. En la medida que amplias comunidades se llegan a identificar como
"gays" o "lesbianas", estas palabras en el Tercer Mundo
tienden a definirse políticamente en lugar de como un modelo sexual. Como
plantea Chou, el grado de diversidad no permite una estratégia única o un
"discurso singular y monolítico."
Por supuesto, las
comunidades gay en Europa y en America del Norte también son sexualmente
diversas. Ha habido una proliferación de subculturas en las décadas del 80 y
90. La gente transgénero sigue siendo una de esas subculturas: al fin y al
cabo, fueron los tranvestis que iniciaron la rebelión de Stonewall. Pero ha
habido una tendencia a enfatizar las imagenes más "normales" y
esconder las más "extremas", según las organizaciones de gays y
lesbianas han ido entrando en la vida pública de los países capitalistas
desarrollados. Debilitar las diferencias de género, uno de los objetivos
originales del movimiento de liberación gay-lésbico en la década del 70,
promovido por iniciativas de "gender fuck" en la decada del 80, han
sido cada vez más relegados por los movimientos LGT. Los movimientos del Tercer
Mundo pueden revivir este aspecto, y lo están haciendo. Este es un factor que
puede proteger a los movimientos del Tercer Mundo de una política reformista y
asimilacionista, que siempre parece dejar fuera a la gente transgénero.
La organización
de la gente transgénero tiene una larga historia en el Tercer Mundo, así como
una presencia creciente en la actualidad. Los hijras transgénero de Pakistán se
organizaron exitosamente a principios de los 60 para combatir la prohibición de
sus actividades por el gobierno de ese país. Los waria de Indonesia también se
organizaron en la decada del 60, antes de que existiera un movimiento gay como
tal, de hecho, antes de que existiera un movimiento significativo en Europa o
América del Norte. Aunque la organización de los hijra es poco común en la
actualidad tanto fuera como dentro del movimiento de gays y lesbianas en el sur
de Asia, un hijra fue candidato a un puesto electivo en Pakistán en 1990, a la
vez que otro fue electo a la Asamblea Municipal de la ciudad de Hissar en el
norte de India en 1995. Una de las más prominentes líderes del movimiento
gay-lésbico en Turquía, Demet Demir, es un transsexual que también ha tenido un
rol importante en la organización de los trabajadores del sexo, el movimiento
feminista, y el activismo sobre el VIH-SIDA. En 1991 se convirtió en la primera
persona en ser reconocida por Amnestía Internacional como prisionero de
consciencia debido a la persecusión que ha sufrido por su orientación sexual.
Desde 1993 los transvestis brasileños se han organizado y han obligado al
movimiento gay-lésbico a abrirles sus puertas. La gente transgénero formula
demandas específicas cuando se moviliza. La lista de demandas surgida de la organización
de la gente transgénero en Argentina es particularmente completa; algunas de
estas demandas han sido conquistadas. En 1998, por ejemplo, la ciudad de Buenos
Aires adoptó una medida contraria al hostigamiento policiaco de transvestis y
trabajadores del sexo. Entre otras demandas se encuentra la reducción de los
documentos y ocasiones en que la gente es clasificada como varón o mujer, ya
que esa clasificación a menudo no cumple función alguna, y la accesibilidad de
fondos públicos para costear el pago de operaciones de cambio de sexo.
El crecimiento de
la organización de la gente transgénero no implica que estén monopolizando el
movimiento. Los gays "masculinos" y las lesbianas
"femeninas" también se están organizando en número creciente. En
determinadas circunstancias políticas la gente transgénero puede estar activa
políticamente junto a sus compañeros no gays y no transgénero. Los injonga,
compañeros "no gays" de los transgénero skesanas que encabezaron la
marcha de orgullo gay de Johanesburgo en 1992 son un ejemplo dramático. Los
hombres "machos" o las mujeres femme que sostienen relaciones con la
gente transgénero en América Latina y Asia quizás puedan asumir igual rol en el
futuro, si el movimiento gay-lésbico se hace lo suficientemente fuerte y
popular. Los compañeros sexuales de la gente transgénero, que en algunos casos
también sostienes relaciones heterosexuales, en cierto modo podrían verse como
el equivalente de los bisexuales del Primer Mundo, que también se han estado
organizando y exigiendo reconocimiento en años recientes. Pero la dinámica se
su organización y su rol particular en los movimientos gay-lésbicos del Tercer
Mundo son en muchos sentidos únicos.
Las implicaciones
de una amplia alianza de identidades va más allá de un mero reajuste de
terminología o de las demandas de uno u otro grupo. Para las lesbianas, plantea
Mogrovejo, ella puede implicar "una re-evaluación de la figura masculina--
que ya no se vería únicamente como un oponente, sino más bien como un aliado
potencial: hombres gay, transvestis, transexuales y transgéneros". También
puede implicar una redefinición de los objetivos de los movimientos
gay-lésbicos. Los movimientos gay-lésbicos europeos parecen exigir cada vez más
un reconocimiento de las relaciones de un mismo sexo ratificado y consagrado en
último análisis por el derecho a casarse. El ideal del amor romántico tiene una
historia específicamente europea, desde la caballería medieval hasta los
ideales protestantes de domesticidad y las novelas románticas decimónicas -- y
la idea del matrimonio europeo es producto de esa historia. Estas ideas se han
esparcido a través de los medios globales e influye también en los LGTs,
incluyendo a los del Tercer Mundo. Pero en el Tercer Mundo, como en todas
partes, muchas relaciones sexuales tienen que ver tanto con satisfacer el deseo
o mantener unida una familia o comunidad como con el amor romántico. Los
movimientos gay-lésbicos del Tercer Mundo, según formulan sus demandas, no
tienen que privilegiar las relaciones basadas en el amor romántico como el
prisma universal a través del cual todas las luchas deben refractarse.
Altman sugiere
que no importa a que país miremos, "sea Indonesia o Estados Unidos,
Tailandia o Italia, la gama de construcciones de la homosexualidad está creciendo",
y esta amplia gama es característica de la naciente "comunidad
global". Así, el Tercer Mundo puede estar asumiendo un rol pionero en la
definición de esa comunidad global al igual que los Estados Unidos tuvieron un
rol pionero en las dos décadas posteriores a Stonewall. Puede ser en la
vanguardia del regreso del movimiento gay-lésbico a una amplia visión de
transformación sexual y cultural. Puede levantar una vez más el objetivo de la
liberación sexual universal, incluyendo la del "llamado mundo
heterosexual, que nunca es inmune a la seducción del deseo homoerótico".