[Del capítulo
final de Different
Rainbows, "Reimagining Liberation: Strategic Questions for Lesbian/Gay
Movements", por Peter
Drucker]
I. Dialéctica de la identidad
Además de la
autonomía ante las instituciones y ante otros movimientos también existe el
problema de la autonomía ante las familias y las comunidades en que nacen la
gente LGT. Esta autonomía implica el surgimiento de identidades y subculturas
LGT. Los obstáculos para esto en el Tercer Mundo son particularmente grandes.
Mucha gente LGT duda incluso de lo práctico o deseable que es este tipo de
identidad cultural separada, al menos cuando tiende a la ghettoización.
Gloria Wekker ha
planteado que "la noción de identidad sexual contiene un fuerte elemento
de permanencia, estabilidad, fijeza, y casi impermeabilidad al cambio." La
identificación de la sexualidad con la esencia del individuo que ella describe
a partir de la obra de Michel Foucault, se ha enraízado profundamente en las
culturas europeas. Pero no es exclusivo de Europa. Los kataoeys transgénero
en la cultura tradicional tailandesa también se les percebía como que tenían
identidades naturales y estables, hasta el punto que estaba explícitamente
prohibido cambiar de kataoey a hombre o de hombre a kataoey por
los escrituras budistas como una forma de brujería. Hay miles de gente
transgénero en todos los continentes que no tienen otra opción que no sea
desarrollar una identidad separada, ya que esa identidad separada se les impone
desde muy temprana edad.
Por otro lado,
donde efectivamente surgen comunidades gays y lesbianas, la participación en
estas no necesariamente implica una orientación sexual unilateral o fija. Mucha
gente que se considera bisexual vive en parte dentro y en parte fuera de las
comunidades gays y lesbianas. Otros continúan identificándose como gay y
lesbiana y participan en las comunidades gay y lesbiana a la vez que mantienen
relaciones heterosexuales a largo plazo, incluso primarias (una opción aceptada
por algunos y vista con sospecha por otras en las comunidades).
Uno puede
imaginar que comunidades y movimientos gays y lesbianos sigan naciendo y
creciendo en el Tercer Mundo, a la vez que comparten el concepto Afro-caribeño
de una identidad que Wekker describe como "multiple, alterable, dinámico y
dotado de elementos masculinos y femeninos". Las comunidades LGT pueden
definirse a partir de identidades a las que se les permita ser más fluidas que
fijas. Los movimientos gays y lesbianos podrían definirse para incluír a todos
y todas los que luchan por una mayor libertad sexual, en lugar de proteger y
defender ghettos. Las identidades existentes pueden ser asumidas, sin
repudiarlas --como algunos teóricos "queer" parecen hacer en
ocasiones-- ni fetichizarlas, sino respetándolas y construyendo a partir de ellas,
como puntos de apoyo hacia la plena liberación.
Este acercamiento
dialéctico a la identidad tendría dinámicas distintas en el Tercer y en el
Primer Mundo, y distintas dinámicas en diversas partes del Tercer Mundo. Las
dinámicas serían distintas en los lugares en que las identidades transgéneros
tiene profundas raíces y en aquellos lugares en que han ganado terreno las
identidades gay y lesbiana, diferentes también en las culturas en que las
relaciones de un mismo sexo son más o menos toleradas sin que ello necesariamente
implique identidades separadas. Pero la clave para la dialéctica de la
identidad en todas partes sería aceptar que el cambio y la variabilidad son
inevitables y legítimas. La idea de comunidades que no son ghettos y de
liberación que no implica segregación están presentes en varios artículos de
este libro. Gevisser habla de "la posibilidad de que en Sudáfrica, con su
fusión de política occidental de derechos individuales con la consciencia
comunal africana pueda mostrar al mundo una forma más suavizada de integrar la
gente gay a la sociedad, aun si ellos sacrifican el tipo de robusta subcultura
gay presente en ciudades como Nueva York o San Franscisco. Ana V., una
costarrisense que vive en Nicaragua, contrasta en la entrevista con Margaret
Randall el tipo de sociedad que los LGTs en Nicaragua desean con el tipo de
ghetto gay que ven surgir en Costa Rica: "Hemos querido empujar a la
sociedad para que tenga espacio para nosotros, no crear un espacio exclusivo
para nosotros las lesbianas y los hombres gay."
Una visión de la
liberación sin ghettoización puede estar vinculada a diversas opciones en la
vida personal de los individuos. No está claro para muchos LGTs en el Tercer
Mundo que salir del closet como gay o lesbiana es el momento clave en la conquista
de su liberación como muchas personas parecen pensar en Estados Unidos. En
algunos casos nunca han estado en el closet: las mujeres de Surinam que
sostienen relaciones con otras mujeres según Wekker "no son señaladas o
estigmatizadas en el ambiente de la clase obrera ni sienten la necesidad de
luchar por su liberación o de salir del closet." En otros casos los LGTs
consideran que la discreción es una forma razonable de mantener la forma de
vida en la cual las relaciones de un mismo sexo tan solo son un aspecto no
necesariamente el aspecto más importante. La mujer china Ming entrevistada por
Chou Wah-Chan dice "me causa más problema si me declaro lesbiana, una
categoría occidental que desafía la estructura familiar y mi identidad cultural
como china. ¿Qué beneficios me traería salir del closet de esa forma?" En
ambos casos la gente está comprensivamente aséptica ante la noción de que salir
del closet por sí mismo ayuda a reducir el prejuicio. Al fin y al cabo, las
mujeres, los negros, los judíos casi siempre han estado "afuera", y
es cuestionable que esto haya limitado el prejuicio contra ellos. En Holanda,
los inmigrantes LGT del mundo islámico hablan de una "intensa doble
vida", una vida en que pueden abiertamente celebrar sus sexualidades en
algunos momentos y lugares a la vez que permanecen discretamente en sus
familias y sus comunidades étnicas originales para así preservar importantes
lazos. Esta idea de una doble vida puede hacer posible respetar las decisiones
tácticas que la gente hace sin obviar la opresión que forma parte de sus
decisiones. Las mujeres de Surinam descritas por Wekker quizás no sean
estigmatizadas como mujeres que aman a mujeres, por ejemplo, pero su decisión
de continuar en relaciones sexuales con hombres que a veces son abusadores,
parecen estar en algunos casos determinadas grandemente por la pobreza y por la
dependencia económica como mujeres. Ming dice que vivir su sexualidad
abiertamente la haría parecer como "un diablo en la mente de la
gente" y la presentaría como que ha "fallado en mi obligación y
responsabilidad como esposa, hija, y madre", lo cual sugiere que el
"orden familiar armónico" que ella desea preservar se basa en parte
en sus sacrificios.
Altman afirma que
la tradición de hombres casados que tienen "discretos encuentros
homosexuales" es tan opresiva para los jóvenes asiticos y radicales de
Pro-Gay o Pink Triangle como fue para los liberacionistas gay franceses y
canadienses de la década del 60. Nada de esto implica que la decisión de
anunciar o enfatizar distintas identidades en distintos espacios de vida esté
mal, sino que esa opción es producto de circunstancias que pueden cambiar.
En el Tercer
Mundo, donde existen menos posibilidades de vivir enteramente fuera de las
estructuras familiares existentes, los LGTs se ven más retados a tratar de
vivir con ellas y transformarlas sin renunciar a sus necesidades e identidades.
Dada la ausencia de un estado benefactor, la familia es más importante en el
Tercer Mundo como medio de supervivencia. El matrimonio y los hijos son la
única forma de seguro de vejez en muchos países pobres. Ello quiere decir que
incluso en aquellos lugares en que la sexualidad extra-marital se tolera, esta
no debe mencionarse para no poner en peligro la familia y las lealtades de
parentesco.
En algunos casos
evitar mencionar hechos problemáticos hace posible soluciones sorprendentemente
flexibles. Chou da el ejemplo de los padres chinos que han invitado al amante
de su hijo a cenar con la familia y eventualmente a mudarse con ellos. Yo he conocido
casos similares de amantes que viven con la familia en barrios negros de
Sudáfrica y en las favelas de Brasil. Se puede argumentar que arreglos como
estos pueden contribuir más a cambiar la cultura sexual de la sociedad que
mudarse con el amante a otra ciudad, aun si tal cosa fuese una opción.
Ciertamente puede haber tensiones y limitaciones en una situación como esa.
Como ha planteado el líder gay de Indonesia, Dede Oetomo, puede que sea
necesario para la gente LGT tener "un sitio seguro para reunirse"
para compensar "lo que falta en la familia heterosexista".
Abiertamente mencionar lo que está ocurriendo y discutirlo con la familia y la
comunidad sería otro paso hacia la liberación. ¿Pero dónde está escrito que el
anuncio tiene que ocurrir primero?
Quizás la
influencia desproporcionada de la cultura gay de Estados Unidos en el resto del
mundo ha contribuido a promover un modelo de salir del closet que es en muchos
sentidos muy específico a los Estados Unidos. La idea de empacar y mudarse a
otro pueblo es un aspecto de la cultura estadounidense. Al igual que de idea de
regresar a la familia años después visiblemente cambiado con las experiencias
en la frontera. Muchas de estas imagenes no son fácilmente transferibles ni
siquiera a Europa Occidental. En un pequeño país europeo como Holanda un jóven
gay o lesbiana que salga del closet tendría gran dificultad en mudarse lejos de
la casa de sus padres, ya que ningun punto del país está a más de tres o cuatro
horas de viaje. Esto parece implicar que para la gente gay y lesbiana holandesa
cuyos padres no son fundamentalistas cristianos un estilo de vida gay-lesbico
que implica una gran distancia emocional de la familia existente es menos común
que en Estados Unidos. Quizás la mayor parte de las lesbianas y gays en el
mundo viven en un punto intermedio del continuum cuyos extremos son el hombre
que sale del closet y se muda a una gran ciudad lejana, por un lado, y la mujer
que vive con su esposo y padres y tiene una amante secreta por otro.
Como plantea
Altman, "estamos hablando de grados, no de diferencias absolutas, y la
creciente riqueza de muchos países en desarrollo implica más posibilidades de
que la gente viva alejada de sus familias." Pero la crisis económica a
partir del 1997 ha puesto un límite a tales posibilidades para las grandes
mayorias de Asia, como el mismo Altman reconoce al final de su artículo. Los
niveles de prosperidad en el este y en el sureste de Asia hasta 1997 eran
además excepcionales en terminos del Tercer Mundo. Las dificultades objetivas
de separarse de la familia y de la comunidad probablemente seguirán haciendo
necesario para la gente LGT del Tercer Mundo desarrollar identidades que serán
multiples y complejas más que categóricas y de una sola pieza.