Punto 15 del documento de la
4ª Internacional sobre “Construyendo la Cuarta Internacional” [1995]
El surgimiento de una corriente socialista
con credibilidad también dependerá de su habilidad de ser percibida como
representante de las aspiraciones de todos los sectores oprimidos y poblaciones
explotadas. Eso no es simplemente una banalidad que es necesario repetir.
Esta resolución representó un avance
importante sobre nuestra comprensión de cómo construir nuestras organizaciones,
de sus relaciones con los movimientos de masas, etc. Sin embargo, no hemos
explorado adecuadamente las implicaciones de cómo las luchas de las mujeres
expresan los cambios que están teniendo lugar en la sociedad, y cómo la
prioridad asignada a la feminización está vinculada directamente con las nuevas
tareas y las formas renovadas y temas de lucha a que nos hemos y seguiremos
enfrentándonos, por otra parte.
En el análisis de los resultados posibles de
cualquier situación social o política dada, debemos integrar algunos elementos
que surgen de la situación específica de las mujeres en tanto tales, en
combinación con su situación de clase, etnia o edad.
Un punto de partida debería ser la constante
integración masiva de las mujeres a la fuerza laboral, formal, informal o desempleado, aunque en formas agudamente definidas sobre la
base del género. Esto, a su vez, involucra cada vez más a las mujeres en luchas
sociales, ya sea como trabajadores, ciudadanas, campesinas, consumidoras, etc.
Sin embargo, la llegada reciente de las
mujeres al mercado de trabajo, y de hecho a los movimientos sociales en
general, en combinación con la tendencia general a la exclusión de las mujeres
de la vida política y colectiva, tienden a situarlas en la marginalidad dentro
de las organizaciones tradicionales de la vida política y social. A veces, esto
puede impulsarlas en una dirección más radical y a actuar con desconfianza
hacia las direcciones tradicionales.
La penetración constante de las ideas
generales sobre los derechos y la igualdad de las mujeres entre la población,
gracias a las batallas llevadas a cabo por el movimiento feminista, influyen
sobre la forma en que las mujeres se movilizan para defender sus
reivindicaciones ‘tradicionales’(por ejemplo, vincular el combate por alzas
salariales con la lucha por mejorar la situación de ocupaciones percibidas como
tradicionalmente ‘femininas’). Sin embargo, esta
aceptación generalizada del derecho de las mujeres a la igualdad no se da sin
cuestionamientos. La derecha, y particularmente el desarrollo de movimientos
religiosos integristas, dirigen sus ataques hacia las mujeres y particularmente
a la familia. Sin una respuesta decidida de las mujeres estos ataques no podrán
ser derrotados.
Pero esta respuesta decidida no está
garantizada, dado el declive del movimiento feminista radical organizado. La
creciente institucionalización del movimiento a
través de la recuperación de sectores por las formaciones políticas
burguesas o a través de su integración a las ONG’s,
tanto como los ataques ideológicos del ‘ posfeminismo’,
han debilitado el aspecto subversivo revolucionario del feminismo, el cual
había jugado un papel muy importante para atraer a las mujeres a una
perspectiva revolucionaria en el período anterior. La falta de renovación del discurso
feminista, de sus demandas e ideales, agravan esta
situación.
Esto no es simplemente el resultado de
procesos específicos del movimiento feminista, sino un reflejo del declive
general del radicalismo revolucionario y la falta de perspectivas emancipadoras.
En ciertos casos, la respuesta de las mujeres contra los ataques que se les
lanzan, puede estimular una radicalización política general. La contradicción,
especialmente para las generaciones más jóvenes, entre las ideas prevalecientes
sobre los derechos de las mujeres y los ataques específicos, por ejemplo sobre
el derecho al aborto, puede construir la chispa para dichas movilizaciones.
Las organizaciones del movimiento obrero,
incluyendo las revolucionarias, para que
puedan atraer a estas capas potencialmente en proceso de radicalización,
tendrán que superar la insatisfacción específica expresada por las mujeres
radicalizadas hacia las formas tradicionales de la organización política y
social, y reconstruirse sobre bases diferentes, incluyendo la idea de paridad –
es decir que las mujeres tengan un lugar pleno en la toma de decisiones. Tal
renovación programática y organizativa es vital para esas organizaciones en el
período actual. Sin ese esfuerzo, incluyendo la integración de las contribuciones
de las mujeres, será imposible desarrollar una alternativa socialista
armoniosa.
Nuestro compromiso con la integración de
estos parámetros a nuestro análisis no es simplemente abstracto. Debe
determinar nuestra comprensión de las prioridades de la intervención
revolucionaria. Este debe ser uno de los principales elementos del perfil de
todas las secciones y organizaciones simpatizantes de