(según ennemdado por
el CEI de Octubre 2001)
1. La nueva fase política y las tareas estratégicas del
periodo
(1) La nueva fase política en la actividad, la
orientación programática-política y la organización del movimiento obrero,
social y popular pone en la orden del día, durante toda una etapa, la resistencia contra la ofensiva brutal de
las clases dominantes, y plantea como tarea estratégica abatir al
"neoliberalismo social", aún mayoritario en el movimiento obrero y
popular, con el fin de (re) construirlo bajo una base anticapitalista e
internacionalista.
(2) Esta oportunidad existe porque desde el inicio de
este nuevo ciclo:
- el discurso neoliberal entra en crisis; la política
neoliberal muestra su naturaleza socialmente regresiva. Sobre todo, la "tercera vía" de la
socialdemocracia "neoliberal" (bajo sus diferentes variantes
organizativas y regionales) revela su vaciedad. En el terreno de la política concreta, la aternativa estará cada
vez más entre la política neoliberal, al servicio de la globalización
capitalista, y una orientación anticapitalista dirigida a satisfacer las
necesidades sociales de las masas explotadas y oprimidas.
- La crisis histórica de las corrientes dominantes
(socialdemócratas, stalinistas, populistas-nacionalistas) y la declinación del
movimiento obrero tradicional despejan un amplio espacio -sin precedentes desde
1917 pero en condiciones todavía muy desfavorables- para una alternativa
política y organizativa. El ascenso general de las luchas sociales impulsa la
renovación de los movimientos sociales. A partir de la apertura de este nuevo
ciclo, fuerzas militantes radicales (políticas, sociales, sindicales,
ciudadanas, intelectuales), fuera del control de las burocracias del movimiento
obrero, han tenido un papel integral, incluso asumiendo la iniciativa,.
- Por delante se encuentra la posibilidad de una fusión
entre una nueva generación joven, portadora de la repolitización y de un nuevo
radicalismo, y los militantes de las generaciones experimentadas de los ciclos
de 1968 y 1985-95 que siguen activos.
- La coyuntura sociopolítica y económica, en la que la
ofensiva neoliberal y enfrenta una resistencia fortalecida, favorece la
polarización entre las clases, y promueve el debate político en la sociedad y
los movimientos sociales.
-Un nuevo internacionalismo se ha manifestado de manera
espectacular en oposición a esta nueva etapa histórica de capitalismo
globalizado.
--El movimiento de las mujeres se ha revitalizado y ha
relanzado la acción en el plano nacional, regional e internacional
específicamente contra la política neoliberal y la violencia contra las
mujeres.
(3) La mutación histórica del movimiento social no se
encuentra sino en su fase inicial. Ante nosotros se encuentra un largo periodo
de reconstrucción. El viraje en la situación mundial ha roto un sentimiento
masivo de impotencia política y el fatalismo en los medios militantes. A falta
de un acontecimiento histórico y emblemático que subvirtiera espectacularmente
la situación internacional, la reorganización del movimiento mundial
anticapitalista / antiimperialista se efectuará a través de una sucesión de
experiencias sociales y políticas, susceptibles de reunificar, alrededor de
alternativas reivindicativas y sociales, a las capas explotadas y oprimidas hoy
fragmentadas y divididas, reconstituyendo equipos militantes y cuadros
militantes del movimiento social, y desarrollando un programa anticapitalista
de transición de alcance global, resultado de las contradicciones actuales del
capitalismo y de la actividad de las clases explotadas y oprimidas.
Nos encontramos en una nueva situación muy particular en
la que la clase obrera se encuentra todavía a la defensiva en una posición de
debilidad, pero la izquierda radical se levanta y retoma la iniciativa política
en una escala amplia. El objetivo es afirmar una izquierda anticapitalista,
social y política, audaz que se dirija a influir y orientar las luchas y las
movilizaciones.
Es largo y difícil el recorrido que se abre entre
"el momento presente”, en el que la
reorganización del movimiento social comienza, y la etapa ulterior, donde el
cambio cualitativo de la relación de fuerzas entre las clases, relanzará
batallas ofensivas a nivel internacional, creando el clima ideológico y
político propicio a la perspectiva socialista.
2. Sostener las luchas, construir el movimiento de masas.
(1) Nuestra primera tarea continúa siendo participar en
la primera línea de las luchas, en las movilizaciones, en las campañas y en la
organización de la clase asalariada, de la juventud, de las mujeres, de los
inmigrados, tanto en el terreno nacional como el internacional. Estamos
comprometidos en la construcción del movimiento de masas, asumiendo tareas y
responsabilidades; nos identificamos con sus objetivos. Estamos en la primera línea de la lucha por
la unidad y la colaboración con otros militantes y corrientes. Este trabajo de
largo aliento apunta a reforzar al movimiento sindical, el movimiento de las
mujeres, de los jóvenes, contra la guerra, ecologista, antifascista y
antirracista. Pretende al mismo tiempo impulsar la conciencia de las exigencias
estratégicas que incluye destacadamente la formulación de demandas de
transición en el terreno de la orientación política, de las reivindicaciones y
de la estrategia. Apoyamos todas las
reformas que contribuyan a mejorar las condiciones de vida y los derechos de
los trabajadores, todas las iniciativas que estinulan la auto-organización y la
confianza en las luchas colectivas, todas las demandas que posibiliten cobrar
conciencia a través de la expreriencia de los límites que el capitalismo
implica al momento de hacer efectivas y de estabilizar cualquier
conquista. Hacemos esto convencidos de
que el auge del movimiento de masas proveerá militantes para construir un nuevo
partido socialista revolucionario de masas, enraizado en el proletariado.
(2) Continuamos sosteniendo y construyendo el
"movimiento contra la globalización neoliberal" alrededor de las
cumbres del imperialismo, a fin de denunciar la política neoliberal
internacional, deslegitimar las "nuevas instituciones" del
capitalismo global y afirmar un polo anticapitalista / antiimperialista,
internacionalista.
(3) Seguimos sosteniendo y reforzando las campañas en
curso o a ser (re)lanzadas y construyendo los movimientos que las impulsan,
particularmente:
- Por la anulación de la deuda del Tercer Mundo;
- Por la imposición de la tasa Tobin como palanca para
cuestionar el capitalismo;
- Más generalmente, la batalla por deslegitimar a las
instituciones paraestatales más visibles: OMC, FMI / BM;
- Contra la nueva esclavitud, en particular el trabajo de
los niños y la sobreexplotación de las mujeres;
- Por los derechos reproductivos de las mujeres, la
educación de las jóvenes, el acceso al agua potable y a la salud;
- Contra los organismos genéticamente modificados (OGM)
(cfr resolución 15° CM sobre ecología).
(4) Nos proponemos relanzar el movimiento feminista en
nuestros países, lo mismo que a escala internacional, soteniéndolo en el éxito
de la Marcha Mundial de las Mujeres.
(5) La ofensiva mundial del imperialismo norteamericano “contra el terrorismo global” anuncia una serie de guerras e intervenciones militares
durante un largo periodo. Esto llevará
inevitablemente a una remilitarización de países grandes y pequeños, un aumento
de la tensión y una agudización de los conflictos. Las libertades democráticas estarán cada vez más amenazadas. Esto también implicará ataques sistemáticos
a la situación social del proletariado.
Un movimiento anti-guerra (por la paz) permamente debe ser
(re)construido, que movilice, denuncie y luche contra todos los aspectos del
nuevo militarismo (conquista espacial, armas de destrucción masiva, subsidios
estatales masivos para la investigación militar, garantías estatales para las
ventas de armas, etc.). A la misma vez,
debe darse una reacción inmediata a escala internacional y con la unidad más
amplia posible, tan pronto se comience a preparar o se inicie la intervención
militar. Lucharemos por la disolución
de la OTAN. En las condiciones actuales
estamos obligados a denunciar en primer término al imperialismo norteamericano,
pero denunciaremos también la remilitarización del imperialismo europeo, que es
simultáneamente un aliado y un rival del imperialismo de EE.UU. La Unión Europea es más pacífica tan sólo
porque se encuentra muy rezagada ante EE.UU. en poderío militar. También nos oponemos al rol de los gobiernos
que promueven o apoyan “guerras locales” en interés de las multi-nacionales que explotan las
materias primas de la periferia (Africa sub-sahariana)
(6) La CI, en el periodo que viene, pondrá una atención
reforzada en su actividad dentro del
mundo del trabajo. Esta se concretará en una intervención,, una coordinación y
una publicidad más sistemáticas en las luchas sociales. Globalmente, a escala
mundial, el movimiento sindical acusa un retraso dramático frente a la
centralización del capital y de sus auxiliares pre-estatales. Nuestro objetivo
es la construcción de un movimiento sindical activo e internacionalista.
(a) Esto concierne en primer lugar al reforzamiento de la
solidaridad, de la unidad y de la organización entre trabajadores / as de los
países imperialistas y aquellos / aquellas de la periferia. Dado que la fragmentación del proletariado mundial
se desarrolla paralelamente a su extensión numérica esto implica una
preocupación particular por los trabajadores / as más explotados (as): los
excluidos, los precarios, la nueva esclavitud, comprendidos los trabajadores
inmigrados en el seno del mundo imperialista, los jóvenes trabajadores / as sin
derechos en la "nueva economía", la masa de los pobres que viven en
condiciones inhumanas. Esto implica una preocupación particular por las
trabajadoras y, por consiguiente, la integración de las reivindicaciones de las
mujeres en las negociaciones sindicales, sobre todo en el plano de la igualdad
salarial, de la seguridad del empleo y de las ventajas en caso de trabajo
parcial y temporal.
La estructura jerárquica del capitalismo mundial impone
una desigualdad estructural similar en el seno del proletariado mundial, entre
la clase obrera del núcleo central y los países de la periferia, pero
igualmente en el seno de cada una de las clases obreras. De aquí se desprende
la multiplicación y la agravación de la competencia entre las clases obreras y
sus diferentes fracciones. El movimiento sindical se encuentra aquí confrontado
a una problemática conocida pero agudizada (USA-Canadá+ América latina; Japón+
Asia del noreste). En la Unión Europea, el mundo del trabajo se encuentra
directamente confrontado a un proto-Estado supranacional, lo que es un arma
poderosa para agudizar la competencia entre clases obreras nacionales, agravada
por la inminente ampliación hacia Europa del Este.
(b) También lucharemos contra y en el seno de las
empresas multinacionales que constituyen el núcleo central del capitalismo
globalizado: por medio de campañas "civiles" contra multinacionales
específicas; por la solidaridad internacional con los trabajadores de una
multinacional en lucha; por una participación activa en las campañas animadas
por los Secretariados Profesionales Internacionales (SPI, ligados a la CISL) y,
los comités de empresas en el seno de las multinacionales.
(7) En la Unión Europea, la brutal política neoliberal
emanada de un aparato proto-estatal supranacional afecta directamente todos los
aspectos de la vida cotidiana y, por lo tanto, la condición asalariada. Frente
a esto, el movimiento sindical europeo oficial presenta un balance desastroso.
Hay que activar las estructuras existentes y tomar iniciativas directas. Esto
comporta: la solidaridad con luchas particulares en un país que, sin embargo,
adquieren un carácter emblemáticos para todos, la coordinación de huelgas
sectoriales, el desarrollo de campañas reivindicativas parciales y de
movilizaciones, y el establecimiento de un programa social de conjunto.. Pero
sobre todo: esos problemas sindicales provocan de inmediato la necesidad de una
estrategia política del movimiento obrero y social, y una alternativa a las
instituciones sociales y estatales existentes(cfr. Las resoluciones del último
congreso mundial).
Continuamos la tarea estratégica de contribuir a un
movimiento sindical activo en Europa a través de una actividad simultánea en
las grandes confederaciones nacionales de la CES y en el movimiento de las
Euromarchas.
3. Derrotar al neoliberalismo, tomar la vía
anticapitalista
(1) La lucha por derrotar al “neoliberalismo” se encuentra en el corazón de nuestro combate político. La persistencia de
la ofensiva patronal e imperialista implica una verdadera amenaza a la vida de
millones de personas, al planeta, la democracia, el movimiento obrero y popular
. La resistencia que se refuerza, se organiza y se politiza, no ha parado los
ataques, que pueden asumir formas muy
brutales y muy duras.
(2) Mientras más éxitos logre la resistencia, más se
desarrollará un vasto medio “antiliberal” y “antiglobalización”, y más se diferenciará dicha resistencia. En el seno del
movimiento obrero tradicional, en los “nuevos” movimientos
sociales, en el movimiento internacional antiglobalización, se desarrollarán
diferentes opciones políticas, estratégicas y organizativas.
(3) Esto exige una batalla política de clarificación y de
orientación, en dos niveles distintos donde los retos son diferentes. En primer
lugar, en contraposición a las corrientes opuestas al neoliberalismo pero que
toman la vía reformista: ya sea que apoyen e integren las instituciones
internacionales en nombre de un internacionalismo
generoso contra el nacionalismo estrecho y odioso, ya sea que apoyen a su
Estado burgués nacional en nombre de su superioridad democrática.
En segundo lugar, en la esfera radical, frente a una
vasta pluralidad de análisis, de opiniones, de métodos de lucha, de ideologías,
de formas de organización híbridas, entablaremos el debate sobre el paso del
anticapitalismo / antiimperialismo espontáneo hacia un programa
anticapitalista-socialista; del radicalismo político a una estrategia
mayoritaria de ruptura con el capitalismo y su Estado, basada en la
autoactividad y la autoorganización del proletariado y de las capas oprimidas;
del compromiso militante en el movimiento por la construcción de un partido y
de una Internacional socialistas que entiendan las exigencias estratégicas básicas
necesarias para dirigir a la clase obrera hacia la toma del poder. Este es el sentido específico, en esta
etapa, de nuestra intervención programática, ideológica y práctica.
4. Por la unidad de la clase obrera y un sindicalismo “lucha de clases”.
(1) En veinte años, el movimiento sindical ha conocido un
debilitamiento considerable, tanto en
número de adherentes, en capacidad de movilización y de combatividad, como en
autonomía política y programática. Esto
refleja la degradación de la relación de fuerzas. Es también el resultado de la
pérdida de cohesión del mundo del
trabajo, luego de ese retroceso de gran alcance. Existe también una
responsabilidad política: el apoyo
activo de la socialdemocracia a la política neoliberal en general y su subordinación
acrecentada a las instituciones estatales nacionales e internacionales. El
restablecimiento del movimiento sindical es una tarea fundamental.
(2) No se trata solamente de constituir y de federar a
las “izquierdas sindicales”. Se trata de una verdadera “resindicalización” de masas, la que se inscribe en la orden del día con
tres aspectos:
- Una creatividad sostenida en la elaboración de las
reivindicaciones sociales que tengan que ver con la reestructuración del
trabajo explotado en general, y que también emanen de los cambios importantes
en la vida y en la conciencia sociales; este cambio es un poderoso factor de la
politización;
- La nueva configuración del proletariado en la que –con
variaciones según los continentes-- las
mujeres, los inmigrados y sobre todo los jóvenes ocuparán la primera línea de
los combates de clase sin tener, sin embargo, un rol destacado en la dirección
de la mayoría abrumadora de los sindicatos.
Ocurre lo mismo con la masa creciente de los trabajadores / as al margen
del núcleo relativamente estable del proletariado, que son excluidos o
precarios, y viven en la miseria.
- Las nuevas formas de acción, de movilización y de
organización que el nuevo ascenso social creará, como ha sido siempre en la
historia del movimiento obrero. La
dimensión internacionalista será desde el inicio un factor de esta
reconstitución sindical.
(3) Esta re-sindicalización será forzosamente muy
desigual según los continentes y los países. Encontrará puntos de partida muy
variados. En las grandes confederaciones establecidas hace mucho tiempo en los
países con tasas de sindicalización muy elevadas, con una gran tradición
sindicalista, la re-movilización pasará ciertamente a través de esas
organizaciones. La resindicalización encontrará ahí puntos de apoyo. De
cualquier manera, la dialéctica entre
la base obrera, los delegados de empresas y las diferentes capas de la
burocracia sindical tomará de seguro vías más complejas. En los países donde el movimiento sindical
masivo nació un siglo más tarde (COSATU en Sudáfrica, CUT en Brasil, . . ),
éste se mantendrá más permeable a los sentimientos de las bases. En uno y otro
caso, las corrientes sindicales de
izquierda serán ciertamente uno de los puntos de apoyo para el relanzamiento
del sindicalismo. Por lo demás, en toda
una serie de países, la carencia de grandes confederaciones ha dejado espacios
en los que se han desarrollado nuevos sindicatos, en general muy minoritarios
en la clase obrera en su conjunto, pero con posiciones fuertes, incluso
dominantes en algunas ramas, empresas,
regiones o ciudades.
El porvenir decidirá qué camino tomará la
re-sindicalización de masas. Esta “re-sindicalización” es tanto más
compleja en la medida en que el mundo del trabajo ha conocido un cambio enorme
en sus estructuras, sus hábitos, su conciencia, etc. Esto vale en particular
para los jóvenes que van llegando al mercado de trabajo en condiciones
precarias, que no se identifican con el “movimiento obrero histórico” y no están listos para unírsele.
(4) En la medida en que los marxistas revolucionarios
juegan un papel práctico y visible,
tienen una gran responsabilidad en la organización en vistas a la realización
de los objetivos del movimiento social. La unidad deviene una cuestión tanto
más imperiosa en la medida en que el relanzamiento de los movimientos sociales
sigue siendo defensivo y frágil, el debilitamiento del movimiento obrero
tradicional (sindical y político) continúa y que las fuerzas radicales
alternativas son todavía dispersas y muy minoritarias. En la etapa actual, esta
unidad asume dos formas distintas según el objetivo:
- La batalla por el frente único clásico, a saber la
unidad máxima de fuerzas organizadas del proletariado en vistas a la acción
práctica en busca de objetivos determinados. Conscientes del abandono por las
organizaciones bajo la dirección socialdemócrata de la defensa de las
reivindicaciones elementales, no renunciamos empero a involucrarlos en la
acción masiva. Pero nuestro posicionamiento político y táctico en adelante
tendrá debida cuenta de la profunda insatisfacción de las masas populares y,
singularmente, de la juventud con esas organizaciones.
- La unidad de acción y de convergencia en el seno y
entre movimientos sociales, corrientes sindicales, campañas prolongadas, medios
intelectuales, etc. que luchan contra el neoliberalismo. Este tipo de unidad combina frecuentemente
una actividad de tipo “frente único” con una intensa actividad política
proto-partidaria. Esto constituye un
espacio fértil de recomposiciones sociales y dinámicas políticas. Nuestra
orientación es la de promover la la organización y, simultáneamete, el debate
político. De esta forma, tenemos debida cuenta de las características propias
del medio, sus sensibilidades, sus métodos de trabajo, su “sentido común”, etc.
5. Construir amplios Partidos anticapitalistas del
proletariado
(1) A la vez que la IV contribuye a la vasta
reorganización del movimiento obrero, social y popular en escala mundial –desde
la perspectiva de consruir una nueva fuerza internacionalista, pluralista,
revolucionaria y activista con impacto de masas, también debe fortalecer su
organización. No se trata de conquistar
o derrotar otras corrientes revolucionarias internacionales, sino de constribuir
en todo lo posible a la construcción de una nueva fuerza a la ve vez que se van
clarificando las lecciones teóricas fundamentales que deben sacarse de las
experiencias de las revoluciones del siglo XX.
(2) Nuestro objetivo es construir partidos
anticapitalistas, amplios, pluralistas y representativos del proletarido que
-defiendan consistentemente las reivindicaciones
inmediatas y las aspiraciones del mundo del trabajo,
- Expresen la combatividad de los trabajadores / as, la
voluntad de emancipación de las mujeres, la revuelta de la juventud, la
solidaridad internacional, y asuman la lucha contra todas las injusticias,
-Fundamenten su estrategia en el combate
extraparlamentario y la autooactividad y autoorganización del proletariado y
-asuman una clara posición a favor de la expropiación del
capital y por el socialismo (democrático y autogestivo).
(3) La lucha por tales partidos pasará por etapas,
tácticas y formas organizativas que serán específicas en cada país.
Semejante recomposición anticapitalista persigue de
entrada un objetivo clave: promover una diferenciación eficaz y visible ante
todas las fuerzas adictas al neoliberalismo social (socialdemocracia,
post-stalinismo, ecologistas, populistas) a fin de acelerar su crisis y darle
una salida positiva.
Esto requiere:
- La presencia de fuerzas políticas significativas, en
que las corrientes marxistas revolucionarias colaboren con corrientes o
representantes importantes o emblemáticos provenientes del reformismo de
izquierda (socialistas, comunistas, ecologistas, etc.).
-Una relación respetuosa pero estrecha con el movimiento
social, cuya recomposición alterne las demandas y la acción
- Una representatividad reconocida en la sociedad que
rompa el monopolio de los partidos adeptos al social-neoliberalismo, gracias a
una presencia en las asambleas elegidas mediante el sufragio universal.
- Un funcionamiento pluralista que, más allá de la simple
democracia interna, favorezca al mismo tiempo la convergencia y el debate y que
posibilite el funcionamiento de una corriente marxista como parte de un todo
más amplio.
(4) La experiencia de los últimos diez años muestra que
la izquierda revolucionaria no sectaria puede jugar un papel clave para
mantener el rumbo sobre tal orientación a la vez radical y unitaria,
extraparlamentaria y de representatividad electoral. [?]
Para ello, deberá atravesar un recorrido complejo que
comprende etapas y rodeos para acumular fuerzas, clarificar paso a paso las
posturas, reactivar los medios militantes y construir pacientemente los
vínculos con el movimiento social.
Deben incorporarse en la táctica en el inicio de una
nueva fase política tres constataciones importantes del último decenio:
- Ninguna corriente de izquierda amplia en los partidos
establecidos se ha organizado y pronunciado por una recomposición
anticapitalista
- Las tendencias de izquierda socialdemócrata son
timoratas, poco confiables y poco coherentes.
- Los (grandes) partidos comunistas “sobrevivientes” se encuentran en fin de ciclo, sus posiciones contra el neoliberalismo y
el imperialismo no han desembocado en un proyecto político anticapitalista y un
modo de funcionamiento democrático-pluralista (con la excepción provisional de
Rifondazione) y no ha surgido ninguna tendencia de izquierda no staliniana
vertebrada nacionalmente;
- Los (grandes) partidos verdes no han logrado encarnar
una verdadera alternativa política y social, algunos (como los Grünen alemanes)
pasan francamente al lado del Estado burgués; la oposición interna en esos
partidos no desemboca en la organización de una verdadera oposición de
izquierda social-ecologista.
(5) Eso no significa que en esos partidos y en el
movimiento social no exista interés y
disponibilidad por una recomposición anticapitalista. Esta toma formas
diversas. Nuestra conclusión no debe ser darle la espalda a esos partidos y sus
militantes. Al contrario, es indispensable ampliar la recomposición en esta
dirección, mediante una política sistemática de colaboración y de convergencia
dirigida a abatir al socia-neoliberalismo y crear un polo de atracción muy
amplio. La conclusión fundamental que se desprende de ello es que la
recomposición dependerá, mucho más que en el pasado, del desarrollo de un
fuerte y autónomo polo de atracción y de una correlación de fuerzas externa
capaz de atraer y organizar esas simpatías.
En esta etapa, solamente la izquierda revolucionaria está en posibilidad
de tomar la iniciativa de la recomposición anticapitalista y mantener el rumbo
hacia un proyecto radical y pluralista, socialmente enraizado, con carácter de
masas. Pero esto implica una ruptura
profunda, razonada y practica con el sectarismo. Implica también que los
acercamientos en el seno de la izquierda revolucionaria no pueden contemplarse
más que en el marco y a través de la experiencia común de esta recomposición anticapitalista.
(6) No
obstante, esos procesos ponen firmemente a la orden del dia el tema del
reagrupamiento de las fuerzas revolucionarias, ya que la izquierda
revolucionaria no puede ser un catalizador de reagrupamientos amplios si no se
aplica a la resolucion de sus propias divisiones.
6. La nueva radicalización de la juventud
( )
7. Refundar el programa de transición
El nuevo periodo histórico del capitalismo y de combate
socialista-revolucionario exigirá una verdadera refundación programática a la
medida de los sacudimientos estructurales sociales y culturales del capitalismo
y de las clases explotadas y capas oprimidas.
Ese programa ha de incorporar el balance crítico de 150 años de
movimiento obrero y de la experiencia de las primeras revoluciones socialistas
victoriosas y su degeneración. Tomará
debida cuenta de la conciencia actual de las masas populare y se vinculará a
sus reivindicaciones y sus modos de acción y de organización. A esto
contribuiremos al máximo, sabiendo que semejante programa transitorio para el siglo veintiuno no será
privativo de un grupo o corriente particular. No se trata de un rápido
ejercicio libresco. Al igual que los
programas de transición que se sucedieron a partir de Marx, hará falta una
vasta discusión libre, una elaboración colectiva, una colaboración “mundializada”, un debate crítico y autocrítico y una apertura a las experiencias
sociales en curso y a futuro. Se trata
de un verdadero desafío en la medida en que la lucha política entre corrientes
y organizaciones no cesa y que toda organización activista tiene necesidad,
ante las apremiantes exigencias del trabajo de militancia, de ofrecer sus
respuestas inmediatas.
En el debate programático estratégico que envuelve al
conjunto de los problemas de la lucha por el socialismo, alimentaremos la
discusión sobre:
(1) La necesidad de formular un programa universal sobre
las necesidades sociales y los derechos humanos a partir de la crisis ecológica
mundial, de la regresión social generalizada, de la extrema pobreza de la
mayoría de la humanidad y de las desigualdades sociales en el mundo del
trabajo.
(2) La existencia de la propiedad privada de las riquezas
y de los medios de producción y de intercambio, que constituye la base de una
clase dominante y poseedora, como
obstáculo a la realización de ese programa social. La expropiación de esa clase a favor de la colectividad humana
es, por tanto, una necesidad nsoslayable.
(3) Un análisis de la sociedad donde el centro sea el
mundo del trabajo explotado asalariado en lugar de discursos superficiales y
moralistas sobre “los pobres contra los
ricos”, sobre una noción de “explotación” que remite de hecho
a las capas sobreexplotadas (asalariados, pequeños productores, pobres,
precarios) y de esta forma oculta la acumulación capitalista y la fuerza social
que pudiera poner fin a ésta.
(4) El rol decisivo para una estrategia anticapitalista y
socialista de la clase asalariada global, de la cual debemos desarrollar un
análisis renovado y concreto que contribuya a su unidad ante la explotación y
opresión capitalista. Ese análisis debe
incluir la multiplicidad de sus situaciones concretas, sus métodos de lucha,
sus reivindicaciones inmediatas, sus formas de organización.
(5) La exigencia de democracia, de transparencia y de
control como principio y práctica, comprendidas como la intervención activa de
la sociedad y en particular de su parte explotada y oprimida, como elemento
crítico de la experiencia staliniana y como cuestionamiento radical de la
democracia burguesa.
(6) Una concepción de partido que tenga en cuenta la
experiencia histórica y las nuevas condiciones sociales y culturales de las sociedades y de las
clases explotadas y
(7) La necesidad de la lucha por el poder, quien asumira
tal lucha y cuales son sus características fundamentales
8. Reforzar nuestro perfil político y nuestra
coordinación organizativa
(1) Hacemos una doble constatación. Primera, existe una
brecha importante entre nuestra influencia subyacente en el seno de los
movimientos y el fortalecimiento político y organizativo de nuestras
organizaciones. La influencia ideológica difusa o personal no se transfiere, o
solamente poco, al reforzamiento del partido. La calidad de nuestros análisis,
el compromiso de los militantes y la difusión de la perspectiva socialista son
claramente insuficientes. En segundo lugar, el proceso de repolitización en
curso no conduce espontáneamente al compromiso partidario (ya sea en un partido
revolucionario o en otro), siendo el obstáculo particularmente grande entre la
juventud.
La conclusión de esto es que la organización marxista
revolucionaria debe estar en condiciones de demostrar que tiene una función
política propia que llenar en la actividad cotidiana, en el trabajo de masas y en los movimientos. Esto necesita en
particular una propaganda más regular y sostenida de nuestras ideas, una
agitación más consistente, una voluntad de debate político y estratégico, un
sistema de organización reforzado como apoyo.
En pocas palabras, una autonomía política que nos diferencie y nos
identifique claramente en la sociedad, en el movimiento y respecto a las otras
corrientes ideológicas o políticas en el movimiento social.
(2) Esta autonomía no apunta a inaugurar un curso
sectario de denuncias, de polémicas o de operaciones “entristas” dirigidas a logros a corto plazo. Parte de la tradicional comprensión,
característica de nuestra corriente marxista revolucionaria, de la relación
entre el movimiento de masas y el partido: (1) el respeto por la autonomía y la
democracia interna, lo que significa igualmente una comprensión de las
sensibilidades y de los mecanismos de funcionamiento específicos del
movimiento, y (2) el rechazo del concepto de una vanguardia esclarecida y
arrogante, que actúa parasitariamente o somete al movimiento.
Hay otra vía distinta a la de oscilar entre ser simple
acompañante del movimiento y la autoafirmación sectaria-ideológica parasitaria
del movimiento. Existen las condiciones para que corrientes radicales sectarias
se enganchen de los jóvenes con convicciones revolucionarias fuertes y que
están en busca de un compromiso militante.
Nuestra respuesta no puede ser la misma.
(3) Pero nuestro problema principal no se sitúa, en
general, en el plano del sectarismo,
sino más bien en un comportamiento político y organizativo que subvalora o
diluye la organización marxista revolucionaria. La corrección tiene que ver con
tres planos combinados:
- Una orientación independiente.
- Una intervención más visible y más coherente.
- Una coordinación interna más fuerte.
9. La CI, ayer y hoy
(1) La CI nació en resistencia a las más grandes derrotas
del proletariado y del movimiento obrero internacional: el fascismo, el
stalinismo y la guerra mundial.
Nuestras secciones eran pequeñas minorías en el movimiento obrero
internacional y fueron reprimidas por todas las fuerzas contrarrevolucionarias
(socialdemócratas, stalinianos, los Estados burgueses fascistas o
democráticos). No lograron
transformarse en verdaderos partidos (revolucionarios). A pesar de su compromiso
destacado en todos los grandes combates revolucionarios y cotidianos, se han
visto reducidas demasiadas veces a comentar los acontecimientos y a defender
las conquistas del marxismo revolucionario ante las falsificaciones burocráticas. En los años 70, los ascensos
revolucionarios en el mundo hicieron pensar que la hora había llegado para el
avance hacia una Internacional de masas. La IV participaba, entonces, en una
disputa con los otros reagrupamientos internacionales trotskistas
(lambertistas, morenistas, la corriente “Militant”, la corriente “capitalismo de Estado” / SWP) sobre cual era la corriente “trotskista” legítima (sucedía lo
mismo en el seno de la IV con el SWP norteamericano frente a la mayoría de la
internacional). Incluso si la IV nunca cayó en los delirios sectarios de otros
reagrupamientos, se consideraba no obstante la vanguardia política legítima, el
núcleo alrededor del cual se realizaría la recomposición de una Internacional
revolucionaria.
(2) El cambio de periodo, patente en los años 80, la
crisis de la IV y la caída del Muro provocaron una oscilación pendular que
acarreó el riesgo de poner en entredicho la existencia de la IV. Nuestra
resistencia a la enorme ofensiva reaccionaria de los años 80 y 90 no nos
condujo al tipo de sectarismo que se refugia en la propaganda socialista como
una especie de talismán, una actitud parasitaria respecto del movimiento de
masas y la autoafirmación identitaria. Las organizaciones que lo hicieron, no
evitaron graves crisis internas. La CI pagó también el precio organizativo del
retroceso general del movimiento obrero internacional, pero logró atravesar el
periodo reaccionario conservando su unidad orgánica y su cohesión política, por
medio de:
- El desarrollo de un marxismo crítico y actual.
- Un debate sin tabus sobre el “balance del siglo”.
- Un régimen interno favorable a la continuidad de la
discusión y una confrontación de análisis alrededor de los grandes
acontecimientos constitutivos de la nueva situación mundial.
- Un enraizamiento y compromiso de fondo en el movimiento
obrero y social (nacional e internacionalmente).
-un trabajo unitario sistemático en los movimientos;
- Un comportamiento unitario y radical, particularmente
mediante la lucha por una recomposición anticapitalista pluralista.
(3)Actualmente, la situacion de la Cuarta Internacional como organizacion
puede definirse como sigue:
-Una
organizacion internacional de revolucionarias y revolucionarios, basada en el
metodo del Programa de Transicion y en la estrategia y la tactica que se
derivan del mismo.
-Un
conjunto sin paralelo de referencias programaticas, de experiencias politicas,
particularmente en cuestiones como la opresion de las mujeres, los gays y las
lesbianas, temas historicamente poco desarrollados por otras corrientes revolucionarias
con secciones en muchos paises, basadas en las necesidades de la clase obrera
de la region.
- Así pues, una herramienta viva, pero muy inestable dada
la debilidad de sus partes y la dificultad de recomponer una coordinación y una
estructura de dirección que pudiera corresponder a su realidad militante
Haber conservado esta estructura y ser sin ninguna duda
el único reagrupamiento internacional existente de este tipo es un recurso
precioso para el nuevo periodo político en el que surgen nuevas generaciones
militantes.
10. Un movimiento internacional contra el neoliberalismo.
(1) Un nuevo movimiento internacional ha surgido con gran
fuerza a partir de "Seattle". Diversos impulsos lo habían preparado,
desde el viraje de los años 1989-91: el surgimiento del neo-zapatismo, el
Llamado de la Bastilla que inaugura la larga campaña por la anulación de la
deuda del tercer mundo, las Euromarchas, la serie de contra-cumbres en
oposición a las instituciones de la globalización capitalista, FMI/BM, la larga
serie de reuniones en las que la “sociedad civil” (frecuentemente ONGs) enfrentan a las cumbre oficiales
(sobre la Tierra en Río, la Mujeres en Pekín, la Cumbre Social de Copenhague).
(2) A diferencia del periodo ”internacionalista” de los años 60, 70, no se trata prioritariamente de una
solidaridad y de un apoyo político a un proceso social o
democrático-revolucionario. Su fuerza proviene de un movimiento de resistencia,
necesariamente internacional, contra una nueva etapa de la internacionalización
del capitalismo, su política y sus instituciones. Aparece en esta etapa como un
movimiento social “nuevo” dotado de gran legitimidad, impulsado por las fuerzas
sociales-políticas que escapan al control de las burocracias tradicionales del
movimiento obrero y popular. Se sitúa igualmente al margen de las
organizaciones revolucionarias internacionales y, en general, rechaza la
integración de los partidos políticos. Al mismo tiempo, este movimiento es
profundamente político: ha generado una espectacular polarización frente a las
clases dominantes, reabriendo una perspectiva anticapitalista y una esperanza
de emancipación, creando un espacio público a la vez centralizado y
descentralizado en el que se combinan reflexión analítica, confrontación
política y compromiso militante, un terreno en el que las corrientes políticas
organizadas existen de hecho. No se puede imaginar el primer avance hacia una
Internacional anticapitalista / antiimperialista fuera de ese movimiento,
incluso si pasará inevitablemente por clarificaciones y pruebas para estar a la
altura de los acontecimientos “mundiales” del futuro.
(3) En segundo lugar, en el plano partidario, ya no
existe ningún país-guía (ni siquiera Cuba para América Latina) susceptible de
favorecer una dinámica centrípeta unitaria. Los reagrupamientos pluralistas de
izquierda, anticapitalistas y anti-imperialistas, todavía son débiles e
informales, pues, en ausencia de un poderoso ascenso social, se les hace
difícil escapar de la inercia histórica y a su “cultura política” totalmente ineficaz para abordar la nueva etapa de la lucha de clases (la
debilidad de la izquierda socialdemócrata, el impasse programático y los
comportamientos stalinistas de las diferentes corrientes salidas de los PC, el
sectarismo congénito de la mayoría de las organizaciones revolucionarias). Los
progresos iniciales se ubican ante todo al nivel de una región / continente: en
América Latina, el Foro de Sao Paulo cuya dinámica inicial se esfumó, la
importancia mantenida por el PT brasileño; en Europa, el esfuerzo que arranca
con las modestas Conferencias de la Izquierda
Anticapitalista y algunos encuentros en Asia.
Solamente el enfrentamiento directo entre la clase
dominante y el proletariado, sólo la lucha de las masas en defensa de sus
condiciones de trabajo y de vida, podrán
trastornar la relación de fuerzas, lograr un enraizamiento social y
proveer militantes para construir una
nueva Internacional. El actual movimiento antiglobalización ha creado una
esperanza, un referente y un punto de apoyo importantes, pero no constituye la
fuerza motriz para una nueva Internacional. Esto implica que una Internacional
necesitará en todo caso el desarrollo de partidos anticapitalistas /
revolucionarios en el nivel nacional.
(4) En tercer lugar, existe una evolución importante en
el seno y entre algunas corrientes provenientes o que se reclaman del “trotskismo”. Todas las
organizaciones, incluida la IV, han
debido realizar un importante esfuerzo para estar a la altura de la nueva
situación mundial, en los terrenos del análisis, de la orientación y de la
actividad. La capacidad de respuesta, a tiempo y en buenas condiciones, ha tenido un impacto sobre la continuidad de
todas las corrientes. Existe hoy una gran diversidad de grupos salidos o que se
reclaman del “trotskismo”, algunos han mantenido una organización internacional
relativamente coherente, otros han estallado en grupos nacionales o federados.
Esto vale todavía más para las
organizaciones ex”maoístas”. La unificación de los “trotskistas” o de exmaoistas, en
nombre de un programa o de una política
vuelta hacia una época superada del movimiento obrero revolucionario y
apoyada en la defensa del balance de la organización, no puede de ninguna
manera servir para el reagrupamiento, ni una fusión. Un acercamiento entre agrupaciones que se reclaman del marxismo y
de la revolución socialista, no puede tener sentido más que respecto a las
batallas, el movimiento real y las tareas actuales y futuras.
Constatamos que en la actualidad estos tres desarrollos políticos
y organizativos de tipo internacionalista co-existen. Esto podría prolongarse durante todo un periodo. Sin embargo, donde exista tal acuerdo, debemos buscar con seriedad la
posibilidad de reagrupamiento, ya que se trata de oportunidades que no se
presentan con frecuencia.
(5) Nuestra tarea principal como CI consiste en
contribuir a una vasta reorganización, a nivel mundial, del movimiento obrero,
social y popular, en la perspectiva de la constitución de una nueva fuerza
internacionalista, pluralista, revolucionaria, militante y con impacto de
masas. De ninguna manera esto implica
el debilitamiento o la disolución de nuestra organización. Al contrario,
queremos fortalecernos, no para competir y derrotar las otras corrientes
revolucionarias-internacionales, sino con el objetivo de contribuir al máximo a
aquel objetivo. Esta perspectiva pasará inevitablemente por un largo proceso de experiencias y de
clarificaciones políticas.
(6) En todo este periodo intermedio, aportamos una
respuesta en dos niveles:
Uno, tanto en el movimiento contra la globalización como
en el movimiento sindical y en los otros movimientos sociales, luchamos por el “frente único” en las luchas y movilizaciones, y
por crear o solidificar los movimientos, al mismo tiempo que participamos en el
debate programático y político. Favorecemos la creación de movimientos
internacionalistas anticapitalistas de masas alrededor de sus objetivos
respectivos.
Dos, en el plano partidario, según la situación concreta
regional / continental, impulsamos el trabajo en común de las fuerzas políticas
anticapitalistas, el cual podría asumir formas diversas. En el terreno de la
izquierda revolucionaria, entablamos un diálogo más sistemático y más general
mediante encuentros bilaterales, participaciones en reuniones internas y
públicas de otras corrientes con las que compartimos la apreciación tanto de la
situación mundial actual, como de las grandes orientaciones y tareas.
Invitaremos a las organizaciones con las cuales encontramos coincidencias significativas
a participar en nuestras reuniones internas sin exigir compromisos o pedir nada
a cambio y vice versa.
(7) El funcionamiento de la dirección
Si el papel de la IV puede parecer más modesto que en el
periodo anterior, impone sin embargo un fortalecimiento de una estructura de
dirección internacional que apunte a cubrir las tareas descritas arriba.
La reforma de los Estatutos, que se apoya en nuestra
experiencia de los últimos años, provee una base coherente, que favorecerá a la
vez el debate continuo, abierto y crítico en la instancia central, el Comité
Internacional, y el papel del Buró
Ejecutivo, como centro activo de coordinación del trabajo.
El CI (antiguo CEI) deberá continuar jugando su papel de
centro de gravedad de un debate continuo y contradictorio. Este debate es mucho
más libre en tanto que las secciones nacionales tienen un status que ya no
impone ninguna obligación de asumir las decisiones adoptadas por la mayoría del
CI. Y es más abierto producto de la presencia, en el CI, de organizaciones
externas que participen en nuestras discusiones sin compromiso organizativo
alguno con nosotros. El BE tendrá la tarea clave (al lado de la dirección
cotidiana en los niveles de la administración, de las finanzas, de la prensa,
de los contactos internos y externos) de construir vínculos más fuertes
con y entre las organizaciones
nacionales, y con los cuadros de las organizaciones. Esto valdrá en el plano de
la elaboración, de la iniciativa, de la coordinación y de las tomas de posición
públicas.
Esto implica, para el BE, aprovechar la situación más
saludable de varias secciones
nacionales para fortalecer el Buró con camaradas integrados en direcciones de
organizaciones nacionales en particular europeas, gracias a la proximidad
geográfica.
Más aún, el BE tendrá que construir o fortalecer el papel
de las estructuras de trabajo, algunas a escala europea, otras más claramente
internacionales (trabajo de empresas, redes-mundialización, mujeres, jóvenes,
trabajo asociativo).
A consecuencia del desarrollo de la dimensión regional /
continental del capitalismo mundializado, habrá que contemplar estructuras de
trabajo según las condiciones concretas (Europa, América Latina, Asia). Dado el
desarrollo de la UE como estructura
estatal, una tarea específicamente europea consiste en erigir una real
dirección europea lista para responder a las múltiples necesidades impuestas
por el marco de la UE, desarrollando el peso y el ritmo de las actuales
instancia (BPs europeos, Secretariado europeo), teniendo como objetivo
construir una real intervención europea de la IV.
Todas esas estructuras deben jugar a la vez un papel de
coordinación, de iniciativa y también de elaboración política colectiva sobre
las múltiples cuestiones del mundo actual. Deben permitir igualmente
desarrollar y construir organizaciones nacionales y fortalecer los vínculos
entre direcciones de las secciones.
(6 febrero 2002)